Regresando de la muerte -
Capítulo 1448
Capítulo 1448
:
«Querida, ¿Quién es esa Willow de la que hablabais Sha y tú? ¿Le ha pasado algo?»
«Sí, la conocíamos de nuestra época en Clear. Ahora está embarazada y se encuentra en la Residencia Emmanuel. Nancy fue allí esta mañana para ver cómo estaba».
Salomón no intentó ocultar la verdad, y optó por hablarle de la relación de Willow con ellos y de su situación actual.
¿Qué podría ser tan malo, ahora que está embarazada?
Bendito sea el buen corazón de Ichika. Su rostro se dibujó al instante con preocupación.
«Vayamos allí ahora, cariño. Está embarazada y Sha ha dicho que los Emmanuel no traman nada bueno. ¿Y si le pasa algo?
Esto no tiene nada que ver con ella, y sin embargo se preocupa por Willow como si Willow fuera su familia. Agarrando una escoba con la mano, Salomón sintió que el corazón se le estrujaba con un dulce dolor mientras miraba a Ichika.
Qué niña tan ingenua.
Después de que Sebastián y Sasha volaran a Jadeborough, Salomón condujo hasta la Residencia Emmanuel aquella noche.
No pensaba poner un pie dentro, así que sólo llamó a Willow para que saliera y él comprobara por sí mismo que estaba bien.
Justo cuando su coche se detuvo, oyó un fuerte golpe procedente del interior de la casa, seguido de los sollozos de una mujer.
¿Willow?
El rostro de Salomón se endureció y salió disparado del coche, oyendo un bramido furioso procedente del salón cuando llegó a la puerta principal.
“¿Te atreves a llorar cuando hoy has estropeado la comida? ¿Sabes cuánto esfuerzo nos ha costado traer a Sebastián hasta aquí? Lo has estropeado todo, ¿Y te pones a llorar?».
Era la voz de una mujer mayor, y el llanto procedía claramente de Willow.
Salomón entró corriendo y vio a una mujer matrona en silla de ruedas levantando un bastón en el aire, a punto de hacerlo caer sobre la cara de Willow, que acunaba protectoramente su abultado vientre.
Alcanzó a Willow en un instante y tiró de ella hacia atrás, protegiéndola del inminente golpe.
Matilda preguntó: «¿Quién eres? ¿Quién te ha dejado entrar aquí?»
En lugar de contestarle, Salomón se volvió para preguntar a la mujer que tenía detrás: «¿Estás bien?».
A Willow le escocían ronchas rojas por todo el cuerpo. Su pregunta desencadenó su dique de emociones, y ella se derrumbó, cayendo en sus brazos y gimiendo: «Salomón… T-Todos me están acosando».
Tenía la cara llena de lágrimas y mocos, y parecía una niña.
Salomón guardó un silencio sepulcral y se tomó un largo rato para tragarse la bola de rabia que tenía en la garganta.
Luego alargó la mano para acariciar tranquilizadoramente la espalda de Willow.
¿Salomón?
Matilda se sobresaltó al oír aquel nombre, y su expresión agresiva cambió al estudiar al joven que tenía delante.
«¿Tú eres Salomón? ¿El hijo de mi hermano?»
«Sí».
«Ya veo». En un abrir y cerrar de ojos, el humor de Matilda se volvió amable.
«Ven, siéntate. ¿Qué te apetece? ¿Agua? ¿Té? Haré que alguien te lo traiga».
Ella giró, a punto de llamar a un sirviente para que le sirviera.
Sin embargo, Salomón había visto su lado atroz y la despreciaba.
Por eso rechazó su ofrecimiento secamente: «No hace falta. Esta noche me llevo a Willow».
«¿Qué?»
Matilda se quedó boquiabierta.
“¿Te la llevas? ¿Por qué? Mi hijo la trajo de vuelta y está embarazada de un bebé de la estirpe de los Emmanuel».
«¿Sí? Entonces, ¿Por qué la tratas así? Matilda, has dicho que está embarazada de tu hijo, pero mira lo que le has hecho. ¿Es eso lo que debe hacer una suegra?».
Hirviente, movió la mano en un amplio arco, señalando el desorden del suelo, y posó su mirada en el bastón que Matilda tenía en la mano.
Ella se puso roja de indignación.
Con el ceño fruncido, clavó la mirada en Salomón y su temperamento volvió a subir de tono.
“Eso es porque es una desvergonzada y tiene virtudes sueltas, igual que tu madre».
«Tú…»
Las pupilas de Salomón se contrajeron y de él se desató una ráfaga de violencia tan vehemente que Willow se sobresaltó y su mano salió disparada para agarrarlo.
«Cálmate, Salomón. Bien, iré contigo ahora mismo. No pienso quedarme más aquí. No hagas nada precipitado».
Un Willow embarazado tuvo que sacarlo entonces de la villa.
Sólo entonces se dio cuenta Matilda de que su sobrino la miraba como si quisiera desgarrarla miembro a miembro, y ese pensamiento le produjo un frío escalofrío.
Su rostro se quedó sin color.
Se acabó.
Por decir adiós a tener nunca una relación cordial con la familia Hayes, ya fueran conexiones familiares, de poder o monetarias… y mucho menos favores.
Aquella noche, Willow fue llevada sana y salva a la Villa Hillside por Salomón.
«Deberías ducharte, Willow. Te he preparado una habitación». Ichika correteó por la casa, atendiendo a sus necesidades.
Recién salida de la ducha, la visión que recibió Willow la hizo tambalearse.
El hombre que sólo había mostrado afecto a Sasha se mostraba manso y dócil en presencia de la chica, y su mirada era cálida e indulgente.
Willow se quedó paralizada, con el dolor latiéndole en el corazón.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar