Regresando de la muerte -
Capítulo 115
Capítulo 115:
En ese momento, el tiempo pareció detenerse.
Ninguno de ellos se movió. Los ojos de Sebastián se oscurecieron al sentir un cosquilleo en el pecho.
En cuanto a Sasha, su rostro se sonrojó de un rojo carmesí, dándole un aspecto de cierva asustada. ¿Qué hemos hecho? ¿Cómo han acabado así las cosas?
Su mente se volvió negra mientras se aferraba al cuerpo de Sebastián. Mientras tanto, las manos de éste seguían sujetando su cintura.
Poco a poco, el calor de su mano se filtró a través de su ropa, haciendo que su corazón palpitara con fuerza.
Aunque había dado a luz a sus tres hijos, nunca habían estado tan cerca el uno del otro.
Al mismo tiempo, la respiración de Sebastián se hizo más pesada mientras sus ojos recorrían su delicado rostro.
En realidad, Sasha era una mujer atractiva. Sus ojos cristalinos parecían un par de gemas deslumbrantes mientras que sus labios eran suaves y flexibles, tentándole a probarlos.
Los ojos de Sebastián se oscurecieron mientras bajaba la cabeza, acercándose a la de ella.
Sasha contuvo la respiración, con el corazón latiendo alocadamente.
«Papá, ¿Estás listo para irnos?»
Justo en ese momento, una voz de niño se escuchó con el sonido de unos pasos subiendo las escaleras.
Al instante, Sasha recuperó la cordura, apartando al hombre de ella.
Luego, se apresuró a salir a trompicones de su habitación.
Matteo, que acababa de llegar al tercer piso, detuvo sus pasos.
¡Oh, no! Parece que lo he estropeado todo para papá y mamá.
El observador Matteo sabía que debía haber algo entre sus padres por sus miradas. No pudo evitar sentirse frustrado, pensando que no debería haber llegado en mal momento.
«Papá, t-tómate tu tiempo… um… Por favor, c-continúa».
Fingiendo que no se daba cuenta de nada, Matteo saludó a sus padres y luego bajó las escaleras.
Sasha se sintió avergonzada y su rostro se puso tan rojo como el tomate.
«Matt, ¿De qué estás hablando? No pasa nada entre nosotros. Oye, ¡No te vayas! ¡Espérame!»
Inmediatamente salió tras Matteo, sin atreverse a volver a dar un vistazo al hombre que estaba detrás de ella.
Al llegar al segundo piso, vio a Matteo entrar en el dormitorio de Ian. Resultó que los chicos llevaban mucho tiempo despiertos. Matteo subió hace un momento para preguntar si su padre los enviaría hoy al preescolar.
Sí, claro. ¡Preescolar!
La visión de los dos niños cargando sus mochilas escolares le recordó a Sasha que Vivian todavía la estaba esperando, así que se dio la vuelta y se apresuró a ir a su habitación.
«Vivi…»
Vivian había esperado mucho tiempo en la habitación. Al escuchar la voz de Sasha, instantáneamente dejó de lado su peluche y abrió la puerta. «¡Mamá, estoy aquí! ¿Has convencido a papá? ¿Me va a dejar entrar en el preescolar de Ian?»
Sasha se quedó callada mientras daba un vistazo al rostro de su hija que estaba lleno de expectación.
Estaba tan asustada que se olvidó de confirmar con Sebastián si estaba de acuerdo en trasladar a Vivian al preescolar de Ian. Ahora, había perdido el valor para preguntarle de nuevo a ese hombre. ¿Qué debería hacer? ¿Debería ir y preguntarle de nuevo?
«¿Mamá?»
«Sí. Papá ha aceptado. Ven, vamos a cambiarte».
En este momento, a Sasha le importaba poco Sebastián; lo único que quería era no decepcionar a su hija. Sin perder tiempo, ayudó a Vivian a cambiarse y le ató el cabello antes de llevarla abajo.
«Matt, Ian, ¿Está bien si van a la escuela con Vivi hoy?»
«¡Hurra! ¡Por fin podemos ir a la escuela con Vivi!»
Tanto Ian como Matteo, que ya estaban esperando abajo, saltaron de emoción ante la noticia.
Estaban más que dispuestos a ir al preescolar con Vivian, especialmente Matteo, que siempre había asistido al preescolar con su hermana. De hecho, aunque Sasha no hablara con Sebastián, iba a expresar su descontento por la decisión de Sebastián de todos modos.
Y así, los niños se fueron felices al preescolar, con Ian y Matteo cogidos de la mano de Vivian.
De pie en el porche, los ojos de Sasha los siguieron mientras se marchaban. Cuando se giró para entrar en la casa, vio a Sebastián bajando las escaleras.
Al momento siguiente, tropezó y golpeó la puerta.
«T-Tú estás aquí…»
Sebastián caminó en su dirección, con una expresión fría y distante. Ni siquiera le dedicó una mirada, como si se hubiera olvidado por completo de lo ocurrido antes.
Sasha se sintió aliviada ya que así no se sentiría tan incómoda.
Manteniendo la cabeza baja, presionó su espalda contra la puerta para dar paso a Sebastián. Decidió colarse en la casa cuando él no se diera cuenta.
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Nota de Tac-K: Tengan una linda tarde, ánimos en este martes, Dios les ama y Tac-K les quiere mucho. (ɔO‿=)ɔ ♥
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