Regresando de la muerte – Acceso Anticipado -
Capítulo 1501
Capítulo 1501
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Finalmente, debido a la insuficiencia de pruebas, la policía no tuvo más remedio que retirar todos los cargos contra Kurt.
Un momento después, Sebastián salió de la escuela.
El amigo de Edmund le había estado esperando fuera. Al verle salir, el primero le preguntó inmediatamente: «¿Qué tal ha ido? Señor Hayes, ¿Le han hecho pasar un mal rato?».
«No», respondió Sebastián con serenidad.
No se molestó en contarlo todo.
Pronto llegó a la residencia de estudiantes para ver cómo estaban su mujer y su hija.
Cuando vio a Kurt encerrado en la residencia, su expresión se volvió solemne.
«Creo que es mejor que vuelvas a SteelFort por el momento. Aún eres demasiado joven».
Kurt, que no había mostrado muchas emociones a lo largo de estos tres días, levantó la cabeza y miró fijamente a Sebastián. Las palabras de éste le sobresaltaron ligeramente.
En ese instante, su rostro se puso blanco como el papel.
Finalmente, apareció un rastro de pánico en su bonito rostro.
Al final, su expresión se volvió totalmente abatida.
«Tío Sebastián, sé que esta vez he actuado con demasiada dureza. Debería haberme controlado. Tío Sebastián, no volveré a hacerlo en el futuro».
Kurt, que solía tener el corazón frío, empezó a suplicar a Sebastián que le dejara quedarse en esta escuela.
Sin embargo, Sebastián no pensaba ceder ante él.
Sebastián se sentó en la cama detrás de él y lanzó una mirada serena a Kurt.
«No, creo que no perdiste el control, sino que lo hiciste deliberadamente. No querías que Elaine se quedara aquí todo este tiempo, ¿Verdad? Kurt, ya te he dicho que Vivian vino aquí para cumplir su sueño. Después de este incidente, ya sea su estado de ánimo o el ambiente de la escuela, todo será diferente. ¿Crees que podrá seguir aprendiendo tranquilamente aquí?».
Kurt enmudeció por completo.
Bajó la cabeza como si el secreto que guardaba en el fondo de su corazón hubiera quedado al descubierto. Apretó los puños con fuerza. Se le fue el color de la cara.
Para desconcierto de Sebastián, empezaron a brotar lágrimas de los ojos de Kurt.
Al ver aquello, el corazón de Sebastián se derritió.
Después de todo, sólo tiene diez años. No debería ser demasiado duro con él.
«No tengo otra intención. Es sólo que tu edad es todavía joven. Aún eres inmaduro para manejar cosas como ésta. Así que te sugiero que pases unos años más en SteelFort y dejes que Karl te eduque como es debido». Dicho esto, Kurt permaneció en silencio hasta el final.
Sebastián, que había terminado de arreglarlo todo, se preparó para llevarse a Sasha y a Kurt de la escuela dos horas más tarde.
Sin embargo, justo cuando pasaban por delante de la entrada de la escuela, Vivian salió corriendo de repente, llorando ferozmente.
«Papá, por favor, para. Deja ir a Kurt. Por favor, no te lo lleves. Papá…» Lloraba desesperadamente.
Antes de marcharse, Sebastián había dispuesto que su guardaespaldas de Miralaea le hiciera compañía.
Sin embargo, tras enterarse de que Kurt se marchaba, no pudo aceptarlo.
El corazón de Sasha se estremeció de dolor al ver a Vivian llorando por el retrovisor.
«Por favor, para. Vivian nos persigue. Sebby, por favor, ¡Para el coche!» Sebastián no tuvo más remedio que pisar el freno.
Justo después de detener el coche, Vivian les alcanzó. Abrió bruscamente la puerta del coche y miró en su interior.
Sin vacilar, extendió su mano regordeta y agarró a Kurt, que la miraba atónito.
«¡Kurt, sal ahora, por favor! Date prisa. No irás a ninguna parte sin mí.
Por favor, quédate aquí conmigo».
Las lágrimas siguieron rodando por sus mejillas y cayeron sobre la mano de Kurt, haciendo que el corazón de éste se estremeciera de devastación.
Al mismo tiempo, sus ojos también se enrojecieron.
Sasha y Sebastián se quedaron mudos ante aquella emotiva escena.
Siempre habían sabido que su hija era una chica con un fuerte sentido de la amistad.
Por eso Elaine quería seguirla fuera donde fuera. Y ahora, también por ella, Kurt estaba dispuesto a sacrificarse y acceder a la petición de Sebastián.
Por supuesto, ella no permitiría que Kurt hiciera tal sacrificio por ella.
«Mamá, te lo suplico. Por favor, deja que Kurt se quede, ¿Vale? No fue culpa suya, sino mía. No debí ofender a Helena. Lo siento mucho. ¿Podéis dejar que Kurt se vaya, por favor?».
«Vivi…»
Sasha no pudo reprimir el dolor sordo de su corazón.
Al ver aquella escena, Sebastián no estaba mejor.
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