Capítulo 120: 

¿Su mujer?

La sensación de pánico y nerviosismo de Sasha desapareció, sustituida por su habitual calma.

Se dio la vuelta y dijo fríamente: «¿Y si me niego?».

Al oír esto, los ojos de Xandra se abrieron de par en par mientras daba un vistazo al rostro de Sasha, aturdida.

«¿Sasha Wand? ¡Eres tú! ¿Por qué estás aquí?»

Con una sonrisa condescendiente, Sasha se burló: «Señorita Green, qué pregunta tan extraña ha hecho. Puedo venir a comprar si quiero. No necesito pedirle permiso, ¿Verdad?».

Ni siquiera se molestó en ocultar su asco y odio hacia Xandra.

«¡Tú!» Xandra se puso roja de ira.

Sin volver a mirarla, Sasha se giró para mirar a Salomón y le dijo disculpándose: «Lo siento, Salomón. ¿Podrías pasarme el bolso? Nos iremos después de que pague el abrigo».

«De acuerdo. Aquí tienes».

Salomón estaba de pie al lado durante el intercambio de las señoritas. Entregó el bolso que llevaba a Sasha a petición de ésta.

Al ver eso, los ojos de Sebastián se tornaron sombríos.

Una mujer sólo dejaría que un hombre llevara su bolso si tuvieran una relación estrecha, al igual que Xandra le pedía que llevara el suyo, aunque él la rechazara la mayoría de las veces.

La ira bullía en él. Al principio, llevó a Xandra a la tienda con la intención de humillar a Sasha.

En lugar de marcharse triunfante, estaba tan enojado que deseaba poder estrangular a esa mujer hasta la muerte.

Justo en ese momento, Sasha pareció enfrentarse a algún problema a la hora de realizar el pago.

«Señorita, este abrigo cuesta ciento ochenta mil, pero el saldo de su tarjeta de crédito es sólo de cien mil».

Sasha gritó: «¡¿Qué?! ¿Ciento ochenta mil?»

Estaba tan sorprendida que olvidó que había dos personas en la tienda, esperando para humillarla.

El coste del abrigo era casi el doble de sus ahorros. ¿Cómo podía gastar todos sus ahorros en un abrigo cuando aún necesitaba ganar dinero para pagar la cuota de preescolar de su hija?

En ese momento, Sasha se arrepintió de haber tomado la estúpida decisión de comprar el abrigo sólo para defender su dignidad frente a Xandra y Sebastián.

Mientras tanto, Xandra y Sebastián se regodeaban en su desgracia.

Al ver a Sasha en apuros, Sebastián curvó los labios en una sonrisa de suficiencia. Incluso acercó una silla y se sentó con las piernas cruzadas.

¡Hmph! Ya que te gusta ir de compras con otros hombres, ¿Por qué no llamas a más amigos tuyos y les pides que paguen por ti? A ver si alguno de ellos puede permitirse ese abrigo.

En ese momento, Xandra habló: «Sasha, ¿No tienes suficiente dinero? Deja que pague por ti. En realidad, me has malentendido. No sabía que te estabas probando el abrigo antes».

A diferencia de su agresividad anterior, se ofreció a ayudar a Sasha a pagar el abrigo gentilmente.

Qué demonios… ¿Qué está tratando de hacer? ¿Está tratando de mostrarle a esa escoria que su futura esposa es una mujer generosa y amable? Sasha apretó los puños.

Justo cuando estaba a punto de aceptar la derrota y salir de la tienda, el hombre que estaba a su lado entregó una tarjeta de crédito al personal.

«Mi novia no necesita tu ayuda», dijo Salomón a Xandra. Luego, se giró para mirar al personal. «Vamos a pagar con mi tarjeta de crédito. Y también, por favor, envuélvannos el abrigo sucio en el probador».

El tono meloso de su voz parecía el de un saxofón tenor: suave y casi hipnotizante.

Todo el mundo se quedó boquiabierto. En ese momento, la tienda se quedó en silencio hasta el punto de que se podía oír caer un alfiler.

El resultado fue inesperado para todos, incluida Sasha.

En su estado de perplejidad, observó cómo el personal pasaba la tarjeta y les envolvía el abrigo sucio. Antes de que ella se diera cuenta, Salomón tomó su mano entre las suyas.

«Ya nos vamos. Disfruta de tus compras».

Salomón fue lo suficientemente educado como para despedirse tanto de Xandra como de Sebastián antes de conducir a Sasha fuera de la tienda.

La tienda seguía sumida en un silencio sepulcral, aunque Salomón y Sasha hacía tiempo que se habían ido.

En ese momento, Xandra no se atrevió a pronunciar una sola palabra ante el aura intimidatoria de Sebastián.

Nunca había visto a Sebastián tan enfadado. Su rostro estaba nublado y sus ojos brillaban con intenciones asesinas.

«S-Sebastián…»

*¡Bang!*

Sebastián se levantó y pateó la silla con fuerza.

Al momento siguiente, salió corriendo de la tienda.

Xandra lo persiguió inmediatamente para detenerlo, pero fue inútil.

El hombre había corrido tan rápido que su figura desapareció de la vista en poco tiempo.

Xandra llegó al aparcamiento y vio que el Bentley negro pasaba zumbando a su lado y pronto desapareció de la vista.

¿Tenía que estar tan enfadado sólo porque su ex mujer se había buscado un novio?

Se mordió los labios, tratando de contener las lágrimas.

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Nota de Tac-K: Tengan una muy linda noche este sábado, Dios les ama y Tac-K les quiere mucho. (=◡=) /

Nota 2 de Tac-K: Pierina Borja, Raquel Velazquez, María A Escalona, Javier Fernández y Mirian Avila, gracias por el apoyo al suscribirse, thanks!

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