¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? -
Capítulo 96
Capítulo 96:
La voz de Jeff resonó con sorprendente claridad, haciendo que Sharon se detuviera instintivamente en seco.
Los ojos de Katelyn brillaban con maliciosa satisfacción mientras Jeff caminaba hacia ellos. Cuando Katelyn había enviado las fotos a Sharon, ya se había asegurado de que Jeff estuviera en camino. Sus motivos eran claros: quería avivar el fuego de aquella situación tan inestable. Comprendiendo el temperamento feroz de Sharon, temía que la amante pudiera sufrir daños graves antes de que Jeff llegara.
En ese momento, la maltratada amante yacía en el suelo, apenas levantando la cabeza para mirar a Jeff con ojos suplicantes. Sus gritos desesperados durante la retransmisión en directo dejaron a Katelyn y al público atónitos e incrédulos.
«¡Cariño, por favor, ven rápido! Esta loca está a punto de matarme».
Los labios de Katelyn se apretaron en una fina línea mientras una mezcla de emociones cruzaba brevemente su rostro. La señora era joven y despampanante, mientras que Jeff tenía más de cincuenta años. Cualquiera que los viera juntos podría confundirlos fácilmente con padre e hija. Pero el cariñoso «cariño» dejó a todos boquiabiertos.
Sharon apretó los dientes y sus ojos ardieron de rabia mientras asestaba otra fuerte patada.
«¡Pequeña zorra! Incluso ahora sigues intentando atraer a mi marido. Te juro que hoy te daré una paliza de muerte».
Jeff se abalanzó sobre Sharon y la empujó con todas sus fuerzas. A pesar de su sólida constitución, Sharon no era rival para la fuerza de Jeff. El impacto de su empujón la hizo retroceder y estrellarse contra la pared con un doloroso golpe.
Volviendo su atención a la joven, Jeff se apresuró a ayudarla a levantarse, con el pánico evidente en su rostro.
«Vivian, ¿estás bien?
Vivian Turner, con la cara magullada y llena de lágrimas, tenía un aspecto lamentable. Sus lágrimas se mezclaban con los mocos, creando una imagen angustiosa. Se arrojó a los brazos de Jeff, llorando desconsoladamente.
«¡Cariño, duele tanto!».
A Jeff le dolió el corazón al verla. La envolvió en un abrazo reconfortante, acariciándola suavemente.
«No tengas miedo, cariño. Ahora estoy aquí y nadie volverá a hacerte daño».
Katelyn se frotó las sienes, incapaz de comprender la extraña escena que se desarrollaba ante ella. Se sentía extrañamente fuera de lugar oír a Jeff, de entre todas las personas, soltar esas típicas frases de director general.
En el chat en directo, comentarios como «mis ojos» parpadeaban en la pantalla.
La cara de Sharon se retorció de furia mientras los miraba, con una rabia palpable. Señaló a Jeff y gritó: «¡Bastardo! ¿Has olvidado cómo me pediste perdón la última vez que me engañaste? Ahora, sólo porque crees que soy demasiado vieja para tener hijos, rompes tus promesas y te quedas con una amante».
A medida que Sharon se enfurecía, su odio crecía. No podía creer que hubiera elegido a Jeff como marido y que hubiera sido tan tonta de perdonarle sus anteriores infidelidades.
Vivian, que seguía llorando en los brazos de Jeff, no dudó en burlarse de Sharon. «Nunca hubo verdadero amor entre vosotros dos. Lo que Jeff y yo tenemos es de verdad».
En cuanto Vivian se recuperó, ya estaba planeando su siguiente movimiento. Aunque el ataque de Sharon le hiciera perder el bebé, Vivian estaba decidida a hacerle pagar un alto precio por ello. Este pensamiento la llenó de una sensación de triunfo y se inclinó aún más hacia Jeff.
Los ojos de Sharon ardían de rabia. La combinación de la traición de Jeff y las burlas de Vivian la llevaron al borde del abismo. Sin pensárselo dos veces, se abalanzó hacia delante, con voz aguda y furiosa. «¡Os mataré a los dos, par de asquerosos!».
Consumida por la furia, Sharon sólo quería arrastrarlos a ambos a su desesperación.
Jeff, sin mostrar compasión, se enfrentó a su furia con gélida indiferencia. Su rostro, una máscara de disgusto e impaciencia, ignoraba los años que habían pasado juntos.
De repente, levantó el pie y… ¡golpe!
El grito agónico de Sharon resonó cuando la patada de Jeff aterrizó con fuerza en su estómago. Ella cayó al suelo, incapaz de levantarse.
Desde su posición elevada, Jeff la miró con frialdad e insensibilidad.
«¡Ya estoy harto de aguantarte todos estos años, vieja bruja! ¿Crees que te he aguantado por nada? No aguanto ni un día más. ¡Nos vamos a divorciar! Si le pasa algo a mi bebé con Vivian, me las pagarás».
Los ojos de Sharon se entrecerraron con feroz determinación mientras luchaba por levantarse del suelo. Con los dientes apretados, dijo: «¡No te vas a divorciar! A menos que yo muera, seguirás atrapada en este matrimonio. Me aseguraré de que sea etiquetada para siempre como amante».
«¡Tú!» Antes de que pudiera decir nada más, Vivian gritó de dolor. «¡Me duele mucho la barriga!».
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