¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? -
Capítulo 81
Capítulo 81:
Pasaron dos segundos antes de que Katelyn estallara en carcajadas. Una gran sonrisa jugaba en las comisuras de los labios de Katelyn, radiante a la luz del sol, aunque Sharon y Lise detectaron un atisbo de burla.
Sharon se adelantó y preguntó enfadada: «¿Qué es tan gracioso? Te ofrecemos esta oportunidad porque fuimos familia durante muchos años. No seas tan desagradecida».
Después de reírse lo suficiente, Katelyn se cruzó de brazos y miró fijamente a Sharon. «Deberías ofrecerle esta oportunidad a otra persona. A mí no me interesa».
«¡Tú!» Sharon se quedó desconcertada; no había previsto una respuesta tan despectiva. De camino hacia aquí, había imaginado que Katelyn se sentiría abrumada de gratitud por la oferta de volver a unirse a la familia Bailey y que se apresuraría a conseguir fondos de sus contactos, como Aimee. Sin embargo, ahora Katelyn declaraba que no le importaba en absoluto. Esto enfureció a Sharon.
Con los ojos entrecerrados, Sharon le advirtió: «Piénsatelo bien. Rechaza esto y perderás tu puesto como estimada hija de la familia Bailey».
Lise agarró a Sharon del brazo y lanzó una mirada de reproche a Katelyn. «Katelyn, ¿sigues enfadada por lo que pasó antes? La familia Bailey se enfrenta a graves problemas. Es hora de dejar de ser infantil. Mamá y papá te criaron durante muchos años; no puedes quedarte de brazos cruzados».
Katelyn volvió a reír entre dientes, plenamente consciente de su avaricia e hipocresía. Cuando sus padres descubrieron que no era hija biológica de la familia Bailey, se deshicieron de ella sin pensárselo dos veces, con duras palabras y todo. Ahora, en medio de la confusión financiera, esperaban que ella les entregara miles de millones para arreglar sus problemas porque «eran familia». ¿De verdad creían que era tan ingenua?
Confundiendo su silencio con vacilación, Sharon suavizó ligeramente su enfoque y cogió la mano de Katelyn con una sonrisa. «Escúchame, y puede que en el futuro sigamos viviendo juntas en paz…».
Pero antes de que pudiera terminar, Katelyn apartó la mano, dejando a Sharon y Lise boquiabiertas.
Katelyn se burló. «Ya os he dado mil millones para que cortéis todos los lazos. Ahora no somos más que extraños el uno para el otro. Utilizar amenazas para sacarme dinero es poco menos que despreciable».
Sharon la señaló con el dedo. «¡Tú! ¡El dinero no lo es todo! ¿Qué hay de todos los años que pasé criándote?». Sharon cambió de tema y se burló. «Ya que tienes tantas ganas de cortar lazos conmigo, transfiere otros cinco mil millones a mi cuenta. Después de eso, hemos terminado. Que te vaya bien».
La expresión de Katelyn se volvió fría mientras se daba golpecitos en la sien, con un tono mezcla de burla e incredulidad. «¿Hablas en serio? ¿Has perdido la cabeza?»
En el pasado, Katelyn había visto a Sharon como una simple luchadora y atrevida, pero ahora, cuando Sharon se volvió contra ella y no se guardó nada, Katelyn se dio cuenta de que Sharon carecía de la gracia que se espera de la nobleza; era totalmente desvergonzada.
Sin embargo, Sharon parecía totalmente indiferente a su propio comportamiento, resoplando desdeñosamente y hablando con convicción. «Lo que has hecho me ha decepcionado profundamente. Si vas a pelearte conmigo, recuerda una cosa: no podrás librarte de mí sin el dinero».
La respuesta de Katelyn fue una sonrisa fría. «¿Ah, sí? A mí me suena más a extorsión y chantaje». Mostró a Sharon su teléfono, mostrando una conversación grabada.
«Si subo esta conversación a Internet, ¿crees que provocará otro escándalo viral? ¿O quizá te lleve unos años a la cárcel si las autoridades se enteran?».
Al oír esto, las expresiones de Sharon y Lise cambiaron radicalmente. Lise apretó los puños y sus ojos hirvieron de un resentimiento apenas disimulado.
«Cada vez es más difícil tratar con esta zorra», pensó. De haberlo sabido antes, habría optado por una medida más drástica contra Katelyn. La ira estaba a punto de salir a borbotones de los ojos de Sharon. Apretó los dientes y dio un paso adelante. «¿Tienes el valor de amenazarme?».
Katelyn ya estaba en la pantalla de edición del post de las redes sociales, haciendo alarde de su teléfono para que lo vieran.
«Si no te vas en un minuto, te garantizo que esta grabación se hará viral».
Sharon estaba tan enfadada que apretó los dientes y dijo furiosa: «¿Me estás amenazando?».
Katelyn se encogió de hombros con indiferencia y miró el reloj. «Sólo quedan cincuenta segundos. No, que sean cuarenta y nueve, cuarenta y ocho…». Lise entró en pánico.
La familia Bailey ya se estaba ahogando en publicidad negativa. Otro escándalo podría enterrarlos por completo.
Sin embargo, al ver la inminente pérdida de ingresos potenciales, Lise intentó un enfoque más suave, diciendo: «Katelyn, somos una familia. ¿Tiene que ser así de despiadado?».
Un destello de desdén cruzó los ojos de Sharon, confiada en que Katelyn les prestaría dinero tras el llamamiento de Lise.
Pero la sonrisa de Sharon se congeló cuando Katelyn replicó,
«¿Quién es tu familia?»
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