Capítulo 53:

Tras el primer grito, la multitud se unió rápidamente, elevando sus voces al unísono.

«¡Ella quitó una vida, y merece lo mismo a cambio!».

«¡Esta criminal debe estar entre rejas, no salir libre!».

Antes de que Katelyn pudiera procesar lo que estaba ocurriendo, la multitud se arremolinó a su alrededor, acercándole peligrosamente cámaras y teléfonos a la cara. Cada par de ojos ardía de furia, alimentada por los detalles del suicidio de Tricia que habían circulado por todas partes. Después de que más gente viera las imágenes que había publicado, se produjo un sutil cambio en la opinión pública, que empezó a inclinarse a su favor.

Sin embargo, una vez que se difundió la noticia del suicidio de Tricia, Katelyn se convirtió en el principal objetivo de la indignación pública. A pesar de que fue el ciberacoso implacable lo que provocó la caída de Tricia, la comunidad online echó toda la culpa a Katelyn. Era el defecto más cruel de la naturaleza humana.

Los internautas, sintiéndose justos, se convencieron a sí mismos de que buscaban justicia para la víctima. En su relato, se trataba de una víctima inocente y un villano sin redención.

Con el bolso tapándose la cara, Katelyn se apartó de los flashes cegadores y las cámaras intrusas.

«¡Háganse a un lado o llamaré a las autoridades!». Su amenaza cayó en saco roto.

Una mujer de aspecto severo y con gafas se adelantó y apuntó con el dedo en dirección a Katelyn. «¡Casi llevas a una chica inocente a la muerte! ¿Vas a marcharte sin admitir tu culpa?».

La mirada de Katelyn se volvió gélida.

Antes de que pudiera responder, unos guardaespaldas armados salieron de repente de la entrada del hospital. Iban vestidos con equipo táctico antibalas y empuñaban metralletas: una fuerza de guardaespaldas de élite altamente entrenada.

«Si vuelves a causar problemas, será el último error que cometas», advirtió Samuel con el arma en alto.

¡Bang!

El ensordecedor disparo sembró el pánico entre la caótica multitud. Los rostros palidecieron y, sin mediar palabra, se dispersaron asustados.

Samuel se acercó a Katelyn con tono respetuoso. «Esté tranquila, señorita Bailey. El señor Adams nos ha enviado para protegerla».

Katelyn, sintiendo una oleada de gratitud, asintió y permitió que el equipo la escoltara escaleras arriba. Vincent debió de prever el problema e hizo que Samuel interviniera.

Si no hubieran llegado cuando lo hicieron, Katelyn podría haberse quedado atrapada lidiando con la multitud durante quién sabe cuánto tiempo.

Después de unos días de descanso, la condición de Vincent había mejorado notablemente. Estaba sentado en el sofá, con los dos botones superiores de la bata desabrochados, dejando ver el borde de los vendajes. Cuando miró a Katelyn, la frialdad habitual de su mirada se suavizó.

Katelyn lo miró a los ojos, con voz llena de gratitud. «Gracias por su ayuda, Sr. Adams».

«No es nada», respondió Vincent mientras dejaba el teléfono a un lado.

«¿Quiere que suprima también las tendencias online?».

«No, no es necesario».

Katelyn había recuperado la compostura, aunque su bello rostro mantenía ahora un comportamiento gélido. Mientras subía, no podía dejar de pensar en cómo había sido emboscada por una turba de gente que defendía a Tricia nada más salir del coche.

Lo que más se le quedó grabado fue la mujer de mediana edad con gafas, manipulando deliberadamente las emociones de la multitud.

Fue entonces cuando Katelyn se dio cuenta de que la multitud había sido plantada para crear problemas.

Desbloqueó su teléfono y una sonrisa fría se dibujó en sus labios. Como era de esperar, las fotos del incidente fuera del hospital ya dominaban los tres primeros puestos de la lista de tendencias. Los comentarios eran despiadados y frenéticos.

Vincent, que la observaba atentamente, se golpeó la rodilla con sus largos dedos. A pesar del caos al que se había enfrentado, Katelyn mantuvo la compostura y rechazó la oferta de ayuda de Vincent. Él sospechaba que ella ya tenía un plan en mente.

Dijo despreocupadamente: «Avísame si puedo ayudarte en algo».

Katelyn sonrió débilmente. «Por supuesto.

En ese momento, un nuevo mensaje apareció en su teléfono. Su expresión se volvió seria. Miró a Vincent y dijo: «Tengo que ocuparme de algo urgente. Vendré a verte más tarde».

Mientras salía de la sala, la figura decidida de Katelyn desapareció lentamente de su vista. Samuel, observando su marcha, parecía desconcertado. «¿Por qué la Srta. Bailey rechazó su ayuda? Con toda la culpa pública que recae sobre ella, necesita contrarrestar la prensa negativa. De lo contrario, la situación podría descontrolarse».

La mirada de Vincent era firme, teñida de una pizca de admiración.

«Llegar al punto álgido de la tormenta suele ser necesario para dar un giro espectacular, lo que hace más creíble el eventual regreso. Es probable que Katelyn tenga pruebas concretas para contrarrestar a Tricia. Esperemos a ver qué pasa».

Mientras tanto, Neil, sentado en su despacho, se percató de la tendencia de las noticias y de los abrumadores comentarios en línea. Tras un momento de profunda contemplación, cogió su teléfono e hizo una llamada.

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