¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? -
Capítulo 49
Capítulo 49:
De pie en el escenario, Katelyn observó a la multitud. Sus miradas oscilaban entre la curiosidad, el desprecio y el desdén. Pero después de todo lo que había sufrido, no se inmutó ante sus juicios.
Tomó el micrófono y habló con voz fría y firme. «Ya no soy miembro de la familia Bailey. Nunca he deseado nada de ellos y no interferiré en sus vidas en el futuro. En cuanto a todos ustedes, el hecho de que haya abandonado a la familia Bailey no significa que puedan mangonearme. No dejaré que este asunto se desvanezca. Tricia tendrá que rendir cuentas por sus acciones de hoy».
Clavó en Tricia una mirada fría y penetrante. Su voz, aunque no era alta, tenía un tono intimidatorio. «La familia Guerrero sólo se merece un infierno».
Mientras sus palabras flotaban en el aire, la conmoción dio paso a un mayor desdén y burla por parte de la multitud. Sin el apoyo de la familia Bailey, Katelyn era considerada insignificante. En cambio, la familia Guerrero seguía teniendo influencia. ¿Cómo podría Katelyn vengarse?
Tricia se cruzó de brazos, mirando a Katelyn con frío desdén, y no pudo evitar reírse.
«¿De verdad crees que tus palabras tienen algún peso? Sin la familia Bailey, no eres más que una plaga que puede ser aplastada con facilidad. ¿Cómo te atreves a hablar de venganza? Veamos si eres capaz».
La expresión de Katelyn seguía siendo gélida, sus ojos tranquilos y serenos.
«¿Ah, sí? Espero que mañana sigas pensando lo mismo».
Los ojos de Tricia se entrecerraron de repente, percibiendo una amenaza inesperada en el tono inquietantemente tranquilo de Katelyn. Pero, ¿cómo podía ser? ¿Cómo era posible que Katelyn pudiera vengarse de la familia Guerrero después de haber abandonado a la familia Bailey?
Tenía que ser un farol, un intento desesperado de salvar las apariencias. Con este pensamiento, Tricia disipó su inquietud y volvió a su actitud arrogante.
«Katelyn, veamos quién ríe el último».
Katelyn mantuvo su actitud inexpresiva mientras salía cargada con su bolso.
Adela, con sorna, se dispuso a seguir a Katelyn, pero Tricia la detuvo en cuanto dio un paso adelante.
«Adela, estás en un nivel completamente diferente al de Katelyn. Compartimos el mismo estatus. Ya nos has traicionado una vez; ¿piensas volver a hacerlo? Si te vas con ella ahora, quedarás excluida permanentemente de este círculo».
Los ojos de Adela brillaron con sarcasmo al replicar: «¿Qué tiene de bueno asociarse con gente embustera como tú?».
Tricia, con los dientes apretados por la ira, dijo: «Te doy una última oportunidad. Si te alías conmigo ahora, puede que te perdone».
Adela la miró fríamente y respondió: «No, gracias».
«Sólo te diriges a Katelyn porque ha caído en desgracia. Si mi familia tuviera problemas algún día, estarías deseando aplastarme a mí también». Se volvió para dirigirse a la multitud.
«Todos, piensen cuidadosamente. Asociarse con alguien tan doble como ella es un riesgo constante de traición».
Tricia, echando humo, apretó los puños con fuerza. «Tú…»
Katelyn hizo una breve pausa antes de salir rápidamente de la sala, seguida de cerca por Adela.
Katelyn se sentía abrumada por sentimientos encontrados. Una vez había creído que Tricia era una verdadera amiga, sólo para descubrir que Tricia le había tendido una trampa para avergonzarla. Por otro lado, Adela, que no había sido más que una amiga corriente, acudió en su ayuda cuando la necesitaba. Reflexionando sobre su pasado, Katelyn se dio cuenta de que había sido ciega tanto en las relaciones románticas como en las platónicas.
Con una mirada de arrepentimiento, Katelyn se volvió hacia Adela y le dijo: «Siento haberte metido en esto. No tenías por qué hacerlo».
La dinámica entre las familias ricas e influyentes, incluso en las relaciones personales, podía afectar a las futuras colaboraciones entre los clanes. Si se corría la voz de este incidente, Adela podría enfrentarse a un escrutinio no deseado.
Katelyn era indiferente a tales preocupaciones, pero Adela tenía más de qué preocuparse.
Adela esbozó una sonrisa tranquilizadora e hizo un gesto despectivo con la mano. «No le des demasiadas vueltas. Sólo sigo a mi corazón. Te valoro más que a ellos».
A pesar de sus palabras, un rastro de preocupación persistía en sus ojos. «Ten cuidado, Katelyn», advirtió Adela en voz baja. «Tricia es muy rencorosa. Podría volver a por ti».
Katelyn asintió con una sonrisa, respondiendo con indiferencia: «Soy consciente».
Adela, con la voz llena de preocupación, añadió: «Sé que eres fuerte, pero, por favor, ten más cuidado cuando te enfrentes a gente como ella.»
«Entendido». Katelyn asintió una vez más y suavemente cambió la conversación a un nuevo tema. «Conozco un restaurante estupendo. Vamos a probar su comida».
«Suena bien.
Después de comer, se separaron para volver a casa. Parecía que los acontecimientos del día no habían causado problemas significativos.
Al día siguiente, Tricia recibió una llamada de su padre, que la reprendía furiosamente.
«Tricia, ¿a quién demonios has ofendido?».
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