Capítulo 234:

La inesperada voz se abrió paso entre el ruido, captando de nuevo la atención de todos.

Momentos antes, se habían quedado asombrados por el impresionante trabajo de Katelyn, pero nadie pareció darse cuenta de lo mucho que se parecía su estilo al de Iris.

De hecho, cuando compararon los diseños, el trabajo de Katelyn parecía incluso más parecido al de Iris que el de la mujer que decía ser la propia Iris.

El público empezó a cuchichear entre ellos.

Muchos de los presentes no eran sólo periodistas o miembros de los medios de comunicación, sino también personas que habían acudido expresamente por el nombre de Iris.

Estos agudos observadores no tardaron en darse cuenta de las similitudes de estilo.

La expresión de Lise vaciló brevemente, pero enseguida adoptó una expresión de decepción herida.

«Katelyn, incluso ahora, ¿te niegas a aceptar tus errores? ¿Por qué sigues por ese camino?», preguntó.

Los ojos de Katelyn no revelaron más que desdén cuando respondió con frialdad: «¿De qué error me acusas?». Sus cejas se fruncieron ligeramente, la ira brillando en sus ojos. Aquella insolente no se echaba atrás. ¿Por qué Katelyn siempre tenía que desafiarla? ¿Por qué no podía desaparecer?

Lise recobró rápidamente la compostura y habló con tono sarcástico. «Todo el mundo se ha dado cuenta de que tu estilo de diseño es exactamente igual al mío. Una vez viniste a mi casa y tenía el ordenador encima de la mesa. Debiste de copiar mis diseños. Sabes que el plagio puede destruir tu carrera, así que ¿por qué sigues haciendo esto?».

Mientras observaba a un lado, Neil sintió una oscura sensación de inquietud. ¿Por qué parecía que las cosas empezaban a escapársele de las manos?

Incapaz de deshacerse de esta sensación, miró a Vincent, que parecía completamente indiferente a la situación que se estaba desarrollando. En cambio, la mirada de Vincent permanecía fija en Katelyn, y esa atención inquebrantable intensificó la ira de Neil.

Quería ver si Vincent seguiría apoyando a Katelyn cuando la desenmascararan como plagiaria.

Estaba seguro de que si eso ocurría, Katelyn volvería a él arrastrándose, rota y desesperada por ser perdonada. Con este pensamiento en mente, Neil decidió unirse a la refriega.

«Katelyn Bailey, ésta es tu oportunidad. Si admites ahora que has actuado mal, quizá el público te perdone y te dé la oportunidad de arreglar las cosas», declaró.

La sonrisa de Katelyn se ensanchó y pronto estalló en carcajadas.

Su risa era clara y brillante, como el sonido de campanas repicando.

A diferencia del tono airado de Neil, su voz era tranquila y casi serena. Dio una palmada, con los ojos llenos de desdén, y dijo: «Tengo que admitir que los dos hacéis una pareja perfecta».

A Lise y Neil les pilló desprevenidos el repentino comentario de Katelyn, sin saber a qué se refería.

Katelyn continuó: «Dos villanos intrigantes hechos el uno para el otro».

Aquel comentario casi bastó para que Lise perdiera los estribos.

¿Cómo se atrevía aquella insolente a insultarla tan abiertamente?

Luchó por contener la ira y apretó los dientes para responder: «Katelyn, sólo hacemos esto para ayudarte. ¿De verdad estás dispuesta a arruinar todo tu futuro por un fugaz momento de falsa gloria? Has robado mi diseño, y está expuesto, ¿y aún así te niegas a admitir lo que has hecho?».

Vincent estaba cómodamente sentado en su silla. Se movió ligeramente y dirigió su mirada hacia la furiosa Lise.

Ver cómo se desarrollaba la situación era cada vez más divertido.

Decidió no intervenir, confiando en que Katelyn pudiera manejar las cosas por sí misma.

Por supuesto, si algo salía mal, estaba dispuesto a intervenir y arreglar las cosas.

Pero sabía que no sería necesario.

Los ojos de Katelyn estaban llenos de claro desdén mientras movía lentamente el dedo.

«¿No has oído lo que acaba de señalar la persona del público? Dijeron que mi estilo de diseño es casi idéntico al suyo. Pero como tú no eres la verdadera Iris, ¿con qué derecho me acusas de copiarla?».

Su voz adquirió un tono frío y cortante al terminar, como un cuchillo que atravesara la tensión de la sala.

A Lise le dio un vuelco el corazón. Por un instante, sintió miedo de que su secreto hubiera quedado totalmente al descubierto.

Pero enseguida lo descartó. Eran los nervios que le jugaban una mala pasada.

Sus diseños estaban a la vista de todos, como prueba fehaciente de que era Iris.

Katelyn dirigió su atención a la gran pantalla y le dirigió a Samuel una mirada significativa. Éste comprendió de inmediato y cambió la presentación de diapositivas para mostrar los diseños que Lise había presentado.

Originalmente eran creaciones de Katelyn, que ella había elaborado con sumo cuidado, pero Lise los había modificado hasta hacerlos casi irreconocibles.

El estilo distintivo de Katelyn era tan único que, en un intento de Lise por ocultar su robo, había introducido torpemente algunas modificaciones. Estos cambios sólo terminaron disminuyendo la calidad de los diseños.

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