Capítulo 218:

La figura que estaba allí de pie no era otra que Celia.

Katelyn la divisó, y sin intentar ocultarse, Celia se acercó con una mirada burlona en los ojos. La mirada de Katelyn se agudizó al ver a Celia acercarse con intención.

A pesar del ataque anterior de la mujer de pelo corto, Katelyn siempre había sospechado que alguien estaba orquestando las cosas desde atrás. Con una mirada desdeñosa, Celia dijo: «Katelyn, tienes más suerte de lo que pensaba. No esperes que esa suerte se mantenga la próxima vez».

Katelyn respondió fríamente: «Tú estabas detrás de sus acciones, ¿verdad?».

Con una mueca, Celia admitió sin rodeos: «¿Y qué si fui yo? Nos has hecho la vida imposible. Te mereces lo que te venga».

Mientras decía esto, apenas podía reprimir su odio. Como antigua diseñadora de Adams Group, Celia debería haber tenido una carrera prometedora. Pero después de que la despidieran, ni siquiera las empresas más pequeñas la contrataban, por miedo a molestar a Vincent.

Vincent tenía una gran influencia en la ciudad. Ofenderle significaba enfrentarse a graves consecuencias. A falta de valor para enfrentarse directamente a Vincent, Celia recurrió a perjudicar a Katelyn.

Un destello de ironía brilló en los ojos de Katelyn. Aunque sus labios se curvaron ligeramente, la expresión no transmitía más que una fría burla, lejos de una sonrisa genuina.

«Estás en este lío por tu propia codicia y estupidez. ¿De verdad crees que puedes echarme toda la culpa a mí y salirte con la tuya? Qué absurdo».

Celia sintió que esas palabras la atravesaban como un puñal. Sus pupilas se contrajeron y su mandíbula se apretó con fuerza.

«¡Si no fuera por ti, no me habrían descubierto! Katelyn, siempre serás mi enemiga. Te haré la vida imposible mientras respire».

La expresión de Katelyn permaneció impasible. Se burló. «Adelante. Te haré pagar por lo que has hecho».

«Bien. Espera y verás».

Celia fulminó a Katelyn con la mirada antes de darse la vuelta y marcharse furiosa.

Katelyn se quedó quieta con expresión fría. En el fondo de sus ojos claros, parecía haber un abismo sin fin. Nadie podía ver con claridad lo que estaba pensando.

Poco después, Samuel llegó y la acompañó a casa desde la comisaría.

Al salir del coche, Katelyn le dio las gracias por llevarla. Se apresuró a entrar en su habitación e inmediatamente se dio una ducha rápida y caliente. El aire de la noche había sido demasiado frío.

Tomó unas vitaminas inmunoestimulantes y se quedó dormida.

Sin embargo, resultó ineficaz.

A la mañana siguiente, se despertó mareada y con la cabeza congestionada. Se tocó la frente con una mano y suspiró impotente. Estaba claro: se había resfriado.

Metió un poco de medicina para el resfriado en el bolso y se dirigió al trabajo. Ya se había tomado algunos medicamentos esa misma mañana, pero no le habían servido de nada. Seguía sintiendo que la cabeza le daba vueltas.

Entró en el despacho del director general, que compartía con Vincent, que ya estaba ocupado con el papeleo.

Se dio cuenta enseguida de su estado. Su ceño se frunció con preocupación mientras la miraba.

«No tienes buen aspecto. ¿Estás enferma?»

«Creo que me resfrié anoche al salir de la comisaría. Pronto me pondré bien. Me he tomado una medicina», explica con indiferencia, dejando el bolso en el asiento. A pesar de ser verano, llevaba una chaqueta.

Sin mediar palabra, Vincent apagó el aire acondicionado. «Si no te encuentras bien, deberías irte a casa y descansar. No exageres».

«Estoy bien, de verdad. Sólo un poco mareada, pero se me pasará pronto».

Estaba decidida, aún no estaba preparada para dejar atrás su trabajo inacabado. Para ella, completar sus tareas era lo más importante. Además, no era más que un resfriado, algo que creía que podría controlar fácilmente.

Así pues, enciende el ordenador y se pone a trabajar.

Vincent, al ver su determinación, prefirió no insistir.

Mientras dibujaba, se sorbía los mocos de vez en cuando.

Ahora, un fuerte dolor de cabeza y mareos la atormentaban mientras miraba la pantalla. Bebe unos sorbos de agua caliente y se anima mentalmente a seguir.

Absorta en su trabajo, no se dio cuenta de que Vincent se le escapaba.

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