Capítulo 201:

La observación de Samuel dio en el clavo.

Efectivamente, alguien había drogado a Vincent en la cena, y lo había hecho con bastante discreción.

La mirada de Vincent era gélida. «Investigadlo. Cuando descubramos la verdad, elimínalos a todos».

«Sí, señor», asintió Samuel antes de salir, dejando a Vincent y Katelyn solos en la habitación.

Katelyn, sentada junto a Vincent, le miró preocupada.

«¿Todavía te sientes incómodo? ¿Debo llamar al médico?»

Vincent, apoyado contra el cabecero de la cama, negó lentamente con la cabeza. Su tez era pálida y su expresión grave, pero sus ojos seguían siendo penetrantemente agudos.

La miró y sonrió con voz más suave.

«Gracias por lo de ayer».

Vincent no era consciente del momento exacto en que había sido drogado. Se sintió aliviado de que Katelyn le hubiera ayudado a eludir una trampa que podría haber tenido consecuencias más graves.

Katelyn respondió cariñosamente: «No te preocupes. Al fin y al cabo, me has salvado la vida».

Vincent, enarcando una ceja, le devolvió la sonrisa. «¿Significa eso que estamos en paz?».

«Para ser exactos, sigo en deuda contigo. Me salvaste la vida más de una vez, y dudo que alguna vez pueda pagártelo del todo», respondió Katelyn, sonriendo.

La sonrisa de Vincent se ensanchó, aunque permaneció en silencio.

Se encontraba en una sala VIP de alto nivel, espaciosa y bien equipada.

El silencio llenaba la habitación, pero no estaba vacía. Ninguno de los dos se sentía incómodo. Parecían entender los pensamientos del otro, compartiendo sonrisas.

Era una intimidad que Katelyn nunca había sentido con Neil, ni siquiera cuando estaban casados.

Su comunicación parecía la de dos personas que se habían conocido hacía mucho tiempo.

Atesoraba tener un amigo que la comprendiera tan profundamente.

Sacó el portátil del bolso y miró el termo.

«Te he traído sopa. Toma un poco mientras sigo trabajando», dijo Katelyn, sirviéndole pensativamente un plato de sopa.

El caldo llenó el cuenco de porcelana blanca, perfumando la sala con su robusto aroma.

La puerta permaneció ligeramente entreabierta.

Desde el pasillo, Neil observó cómo Katelyn y Vincent interactuaban. Su humor se ensombreció, sintiéndose atrapado e irritado. Estaba furioso, conteniendo a duras penas sus ganas de arremeter.

La actitud calmada de Katelyn lo dejó sintiéndose completamente impotente. Tras dudar un momento, empujó la puerta con fuerza.

Su mirada pasó fríamente de Vincent a Katelyn, con una ira apenas disimulada.

«Katelyn, ¿lo has olvidado? Soy tu marido, ¿y estás flirteando con otro hombre mientras yo estoy justo al lado?».

Una expresión de repulsión cruzó el rostro de Katelyn, y se burló con desdén.

«¿Contigo?»

Sosteniendo el tazón, Vincent lanzó a Neil una mirada aguda. Se sorprendió al darse cuenta de que estaban en el hospital, en la misma planta.

El tono de Neil era acusador, como si les hubiera pillado en un acto de traición. «¿Cómo puedes equiparar las dos cosas? Eres mi esposa, y sin embargo me descuidas y cuidas de otro hombre. ¿No es eso una prueba de tu infidelidad?».

Impaciente, Katelyn replicó: «Piensa lo que quieras. Desde tu punto de vista, los dos somos infieles. Así que terminemos con esto. De todos modos, no quiero tu dinero».

Ver a Neil siempre despertaba su ira. Lo que más detestaba era su avaricia. Parecía esperar que tanto Lise como ella le atendieran.

Incapaz de soportarlo más, Neil habló con frialdad.

«¿Crees que divorciarte de mí para estar con él es una opción? Jamás. Te expondré al mundo por esta aventura».

Ahora tenía claro que sus emociones provenían de un deseo de venganza contra Katelyn.

En ese momento, Vincent comentó con calma: «La sopa que has hecho está realmente deliciosa».

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