¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? -
Capítulo 182
Capítulo 182:
Katelyn apenas podía mantener la compostura mientras escuchaba a Celia. Su ceja se arqueó con incredulidad.
Ella era una recién llegada, que se había unido sólo tres días antes, inundada de plazos y montones de diseños aún por terminar. Ni siquiera había visitado el departamento de diseño ni asistido a ninguna reunión. Sin embargo, la acusan de haber obligado a dimitir a varios empleados, como si ella tuviera tanta influencia.
En cuanto Celia terminó, otro trabajador descontento intervino.
«Sr. Adams, ¿cree que es prudente confiarle un departamento tan importante? Preferiría dimitir antes que trabajar bajo su dirección».
El rostro de Vincent se endureció ligeramente, un signo de desagrado sólo perceptible para quienes lo conocían.
Samuel, que había escuchado toda la conversación, miró a Celia y a sus aliados con un rastro de lástima. Estaba claro que habían enfadado a Vincent.
Vincent detestaba verse acorralado, especialmente con amenazas de dimisión colectiva por parte de su personal. ¿De verdad creían que el Grupo Adams se desmoronaría sin ellos?
El departamento de diseño de la empresa estaba muy solicitado, con innumerables candidatos cada año. Sin embargo, allí estaban ellos, amenazando con dimitir como si tuvieran todas las cartas. Parecían tener una idea equivocada de su importancia.
Al ver cómo Celia y su grupo se hinchaban de indignación, Katelyn no pudo evitar aplaudir en voz baja.
El sonido no era fuerte, pero en la silenciosa oficina atrajo la atención de todos.
«Dejad de presentaros como víctimas», dijo Katelyn. «¿Por qué no compartís con el Sr. Adams lo que se dijo en el baño? Si vas a dimitir, confiesa todo».
El tono de Katelyn era relajado y parecía desinteresada, sin mostrar respuesta a sus quejas. Después de salir del baño, Katelyn se había planteado dimitir.
El entorno corporativo no le parecía adecuado, ni le gustaba que la política constante de la oficina le bajara los humos.
Ahora, aunque estaba considerando marcharse, estaba decidida a limpiar su nombre primero.
Las palabras de Katelyn dejaron al grupo que parecía tan confiado ahora visiblemente inquieto, sobre todo a los dos instigadores de los cotilleos del baño.
Su incomodidad era evidente bajo el intenso escrutinio de Vincent.
Vincent pareció captar la esencia del asunto, y su mirada penetrante los inquietó aún más.
Bajo su atenta mirada, parecía que ningún secreto podía permanecer oculto.
La tensión era tan palpable que olvidaron por completo las declaraciones y discusiones que habían planeado antes en el departamento de diseño.
Katelyn miró con desdén a la mujer de pelo corto. Desde su encuentro anterior en el baño, Katelyn la había identificado como el eslabón más débil, alguien que se doblegaría ante un poco de presión.
«Entonces, ¿quién hablará, tú o yo? Elige bien, porque si empiezo a hablar, podría exagerar tus errores como tú exageraste los míos».
Su afirmación era a la vez un recordatorio y una amenaza, y quebró rápidamente a la mujer de pelo corto.
La mirada de Vincent se sintió como una guillotina amenazadora, con su hoja invisible lista para caer en cualquier momento.
Abrumada por el miedo y ansiosa por escapar del escrutinio, confesó todo rápidamente.
A medida que iba desvelando los detalles, el ambiente en la oficina se volvía más frío, provocando que todos temblaran y se frotaran los brazos al ponerse la piel de gallina. El rostro de Celia se ensombrecía a cada momento.
Estaba claro que aquella mujer se había derrumbado bajo la presión.
Habían hablado mal a espaldas de la supervisora, habían difundido rumores sobre sus asuntos personales, se habían dedicado a difamarla, le habían lanzado insultos directos y ahora recurrían a la amenaza de dimisión para intensificar la situación.
Ninguna empresa toleraría un comportamiento así, y menos bajo la dirección de Vincent.
Él dirigía la empresa con mano firme y siempre evitaba cualquier negatividad o connivencia entre el personal.
Al darse cuenta de la gravedad de su situación, la mujer de pelo corto estuvo a punto de llorar, luchando por defenderse.
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