Capítulo 179:

Estos tres parecían estar seguros de una cosa: que Vincent nunca despediría a todo el equipo de diseño solo por Katelyn. Sin embargo, pasaron por alto un hecho crítico: aunque todos ellos trabajaran toda la noche en los diseños, sus esfuerzos colectivos no igualarían la calidad del único boceto de Katelyn. Su excepcional talento le había granjeado la admiración de muchos expertos.

Katelyn, también conocida por su seudónimo, estaba en la cima del diseño de joyería nacional. Estaba en una liga propia, incomparable y sin parangón.

Tras una pausa de tres años en su mejor momento, Iris regresó a un mundo en el que la demanda de sus diseños se disparó, creando una enorme acumulación de pedidos.

Celia, que observaba a Katelyn con envidia apenas disimulada, no pudo reprimir una sonrisa burlona.

«Con todo derecho», dijo con desprecio. «Pero si no puedes soportar las críticas, ¿quizá deberías reconsiderar tus métodos?».

Imperturbable, Katelyn esbozó una leve sonrisa, acomodándose con gracia un pelo suelto detrás de la oreja. Su belleza no se vio mermada por la sencillez de la acción.

«Qué atrevida al difundir rumores. Ya sabes cuánto me aprecia el señor Adams», replicó Katelyn con voz tranquila. «¿No te preocupa su reacción? Calumniar a los colegas y crear problemas podría reducir tu sueldo durante al menos seis meses. Quizá debería hacer que tu estancia aquí fuera aún más difícil. ¿Crees que podrías soportarlo?».

Su planteamiento directo pilló desprevenida a Celia y a los demás. Como jefa del departamento de diseño y favorita de su jefe, Katelyn ejercía una gran influencia y nadie podía eludir su atenta mirada.

Los dos colegas que habían estado cuchicheando de repente se mostraron arrepentidos, mientras que la expresión de Celia seguía siendo amarga.

«El señor Adams tiene poca paciencia con gente como usted», espetó Celia. «Acabas de empezar aquí y ya estás agitando las cosas. ¿No te preocupa?»

Con confianza, Katelyn replicó: «¿En quién crees que perderá la fe el señor Adams primero, en ti o en mí?».

A lo largo del intercambio, Katelyn mantuvo la compostura, su confianza evidente en su porte aplomado y su postura firme.

La ansiedad se apoderó de las dos compañeras, que lamentaron no haberse disculpado antes con Katelyn. De haberlo hecho, se habrían visto envueltas en el conflicto entre Celia y Katelyn.

«¡Tú!» Una oleada de miedo inundó también a Celia. Vincent había mantenido una distancia profesional con todo el personal femenino, excepto con Katelyn, durante su mandato. No era de extrañar entonces que Celia se sintiera atrevidamente desafiada por ella.

La frustración de Celia era evidente mientras apretaba con fuerza los puños, cada pequeño gesto observado por Katelyn. La sonrisa de Katelyn se ensanchó juguetonamente, como si hubiera leído la mente de Celia.

Estaba claro que Celia y su secuaz querían echar a Katelyn con sus rumores dañinos y sus tácticas divisorias dentro del equipo de diseño. Katelyn decidió no permitir que sus planes tuvieran éxito.

«Te doy tres segundos para que lo pienses. Discúlpate ahora».

La advertencia de Katelyn se interrumpió, dejando una tensión palpable en el aire. Su amenaza implícita sólo aumentó su malestar. El miedo tenía una forma de convertirse en pesadillas, llevando a muchos a desmoronarse bajo la tensión de sus propios pensamientos. Katelyn era experta en manipular esos miedos.

Su rostro permanecía sereno, con un rastro de diversión en sus facciones que contrastaba con el disgusto que Celia y los demás sentían. Pronunció lentamente: «Tres».

Mientras Katelyn hacía la cuenta atrás, el pánico se apoderó de los dos primeros compañeros. La promesa de salarios y beneficios elevados en Adams Group solía atraer una intensa competencia por los puestos. Su intención había sido simplemente reforzar discretamente la posición de Celia sin provocar de verdad a Katelyn y meterse en problemas.

En los ojos de Celia parpadeó el resentimiento, apenas disimulado. Katelyn era exasperantemente intocable.

¿Por qué no había sido ella el objetivo de aquel intento de asesinato?

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