Capítulo 16:

Jeff se dio cuenta demasiado tarde de que no había salido antes de atender la llamada.

Cuando se levantó, el anuncio de su ayudante llenó la silenciosa sala: ya era demasiado tarde para salir sin ser notado.

«El resultado muestra que Katelyn no es su hija biológica, señor Bailey».

Así, no sólo Jeff, sino también Katelyn y Sharon, oyeron la revelación alto y claro.

A Katelyn se le fue el color de la cara a medida que el shock se apoderaba de ella.

Incapaz de contener sus emociones por más tiempo, Sharon agarró el brazo de Jeff y le exigió bruscamente: «¡Repite lo que acaba de decir tu asistente!».

Katelyn miró, conmocionada e incapaz de procesar las palabras.

«Papá, por favor, dímelo», le pidió en voz baja.

Jeff no se atrevía a mirar a Katelyn, abrumado por la magnitud de su error.

Él y Sharon habían invertido tanto amor y esfuerzo en criar a Katelyn, sólo para descubrir que en realidad no era su hija, una realidad demasiado dolorosa para que cualquiera la aceptara fácilmente.

A pesar de haber encontrado a Lise, su verdadera hija, la noticia seguía siendo un golpe devastador.

Jeff inspiró profundamente, buscando la compostura, y luego afirmó con pesada certeza: «Los resultados son concluyentes. Eres nuestra hija biológica».

La esperanza de Katelyn se hizo añicos, visible en sus ojos apretados. La declaración de Jeff le cayó como un rayo: inesperada y dura.

Las lágrimas brotaron de los ojos de Sharon mientras miraba a Katelyn, no con afecto sino con amargura.

«Golpeé a mi propia hija, todo por un extraño. La energía gastada en criar a alguien que creía mía…» La voz de Sharon estaba cargada de traición y dolor. Sus palabras, agudas e implacables, calaron hondo en Katelyn.

En un arrebato de ira, Sharon barrió la comida sin terminar de Katelyn de la mesa al suelo, creando el caos en la habitación.

«Se me parte el corazón al pensar en el sufrimiento que padeció mi verdadera hija. ¿Cómo pude estar tan ciega?» gritó Sharon, con un dolor palpable.

Se desplomó en el sofá, con el cuerpo destrozado por los sollozos y el rostro marcado por la angustia.

A pesar de su dolor, sus palabras seguían dando a entender que Katelyn era la única razón por la que su verdadera hija había sufrido.

El rostro de Jeff estaba enrojecido por la ira cuando admitió: «Fue un error nuestro. No la reconocimos».

En sus ojos había una frustración inconfundible.

Katelyn comprendió la gravedad de la situación cuando el dolor la devolvió a la realidad.

Creía que esos giros sólo ocurrían en las telenovelas o en las novelas. «Esto no puede ser real», reflexionó, encontrando absurdo el escenario.

Respirando hondo, Katelyn afirmó: «Esto tiene que estar mal. ¿Cómo no voy a ser tu hija?».

Sharon se levantó de un salto, se acercó agresivamente a Katelyn y le apuntó con un dedo.

«¿Sigues mintiendo? ¿Debo romperte este informe en la cara? Yo misma tomé la muestra. Tiene que ser exacto».

La calidez que Sharon mostraba antes había desaparecido, sustituida por hostilidad. Katelyn sintió una oleada de dolor, pero se quedó momentáneamente muda.

Jeff se acercó a Sharon, tocándole suavemente el brazo para tranquilizarla. Miró a Katelyn con una mezcla de pena y decepción.

«Te criamos con amor, sin esperar esto. Sé que es duro, pero intenta ver las cosas desde nuestra perspectiva».

Sharon se derrumbó bajo el peso de sus emociones, cubriéndose la cara mientras lloraba.

«Todo esto es culpa mía. No supe reconocer a mi propia hija y, en cambio, la agravié».

Dirigió toda su culpa hacia Katelyn.

«Si las cosas hubieran sido diferentes, tal vez la verdadera esposa de Neil, viviendo una vida próspera, habría sido nuestra verdadera hija. Una cruel ironía». La mirada de Sharon hacia Katelyn estaba llena de cruda amargura, casi penetrante.

Katelyn, atando cabos, intuyó que los Bailey podrían saber ya quién era su verdadera hija.

Con el corazón palpitante y los puños apretados, la voz de Katelyn tembló al preguntar: «¿Quién… quién es su hija biológica?».

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