Capítulo 147:

Antes, Lise estaba bajo presión, pero ahora las palabras del subastador habían desplazado el foco de atención también hacia Neil.

Neil, con mirada severa y un plan en mente, sonrió satisfecho y declaró: «Pujaré más alto. ¿Cómo iba a dejar escapar un tesoro tan raro?».

Mientras hacía esta afirmación, levantó con confianza su carta de puja. «710 millones».

Lo que Neil consideró un movimiento defensivo, Katelyn lo vio simplemente como una pretensión.

Durante sus años universitarios, Katelyn hizo prácticas en el Grupo Bailey, así que sabía un par de cosas sobre gestión empresarial. Últimamente, Vincent también la había ayudado con varias consultas. Sabía que la influencia del Grupo Wheeler estaba disminuyendo.

Vincent lanzó una mirada fría a Neil. «No te excedas», advirtió, levantando su propia tarjeta de oferta. «250 millones».

La subasta se había convertido en una intensa rivalidad entre los dos hombres, aunque ambos conservaban la calma exterior.

Neil apretó los dientes, frustrado. El subastador era, sin duda, la persona más complacida del lugar, pues no esperaba una guerra de pujas tan feroz entre los titanes. Imaginando la cuantiosa comisión, el subastador sonrió ampliamente, incitando aún más a Neil.

«300 millones», respondió Neil, levantando de nuevo su carta de puja.

Lise, momentáneamente dominada por la ira, tiró rápidamente de la manga de Neil. Las finanzas del Grupo Wheeler eran ajustadas, pues sólo contaban con unos mil millones y muchos pagos pendientes, y sin embargo Neil estaba gastando imprudentemente en una puja con Vincent.

¿Se trataba de un intento de Neil de demostrar a Katelyn que era igual a Vincent?

Lise, luchando por controlar su ira, sintió una creciente desesperación por la falta de prudencia de los Bailey y Neil. Para ellos, las apariencias importaban mucho más que los fondos reales disponibles.

Respirando hondo para serenarse, Lise aconsejó a Neil con voz calmada y tranquilizadora: «Neil, por favor, relájate y piénsatelo bien. El subastador sólo te está provocando para que aumentes tu puja. Al fin y al cabo, él es el que más gana».

La mirada de Neil se endureció y declaró con frialdad: «Apártate, mujer, yo me encargo».

Mientras hablaba, levantó su carta de puja una vez más. «¡500 millones!»

La oleada de ira casi abruma a Lise. Pensó, exasperada: « ¿Por qué todo el mundo actúa de forma tan irracional? ¿Por qué nadie hizo caso de mis advertencias?

Neil era plenamente consciente de las aprensiones de Lise, pero se encontró atrapado en el impulso. Acorralado por las provocaciones del subastador, no tenía otra alternativa que continuar, sabiendo que cualquier signo de vacilación alimentaría los rumores que se arremolinaban a su alrededor.

Mientras Neil estaba lleno de ansiedad, Vincent miraba con serenidad, una leve sonrisa curvando sus labios, claramente disfrutando del momento.

«¡600 millones!», anunció Vincent, levantando con confianza su carta de puja.

Su puja volvió a provocar una oleada de asombro entre la multitud.

Katelyn se sintió obligada a intervenir y se inclinó hacia Neil para susurrarle al oído: «Dejad de pujar. Ya es demasiado caro».

Ella había calculado el valor de la subasta en unos 300 millones, pero ahora, cuando la puja alcanzaba los 400 millones sin final a la vista, las apuestas estaban subiendo de forma inesperada.

Vincent, tan frío como siempre, comentó en voz baja: «Veamos cuánto tiempo puede mantener este ritmo».

Mientras Neil preparaba otra puja, Lise se sintió al borde de la desesperación. Pensó: «Ojalá en el mundo no existiera tanta insensatez». Mi consejo ha sido inequívoco.

¿Por qué Neil no se daba cuenta del peligro? ¿Realmente estaba dispuesto a apostar sus fondos en una persecución? ¿Deseaba ver desmoronarse su empresa?

El abismo de incomprensión entre ellos no hacía sino aumentar la irritación de Lise.

Con firmeza, Lise advirtió: «Neil, escúchame: mantén la compostura y evita su cebo. Todo el futuro de tu empresa depende de ti. No lo desperdicies por un capricho».

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