Capítulo 144:

Al notar que los invitados perdían interés por los demás artículos, el anfitrión aceleró el proceso de subasta. Pronto, la atracción principal, Star, salió a subasta.

Sujetando el micrófono con emoción, el presentador anunció: «Puede que conozcáis a Estrella como el Rey de las Joyas. Es un juego completo, de diseño uniforme e inmensamente popular en todo el mundo, que de la noche a la mañana generó numerosas imitaciones, lo que da fe de su fama».

Mientras hablaba, levantó la tela negra, revelando el brillante destello del conjunto bajo las luces.

El diseño se inspiraba en el tiempo, y cada pieza reflejaba la creatividad personal. El conjunto incluía un collar, un anillo y unos pendientes. Por separado, cada pieza era valiosa, pero juntas eran excepcionales.

Katelyn ya no se preocupaba por Lise. Su atención se centró por completo en el conjunto de joyas que tenía ante sí, un proyecto al que su querida amiga había dedicado su vida.

En sus últimos momentos tras un accidente de coche, su amiga había cogido la mano de Katelyn y le había implorado que recuperara la obra de su vida. Katelyn se había comprometido con esta promesa durante años.

Sin embargo, el anonimato de la subasta significaba que ni siquiera los organizadores sabrían quién había aportado el conjunto. La mirada de Katelyn permanecía fija en el decorado, un detalle que Neil y Vincent no pasaron por alto.

Neil apretó los puños al recordar la cálida luz de los ojos de Katelyn, un marcado contraste con el frío desdén que ahora le mostraba.

Con la paleta en la mano, Katelyn esperó en silencio.

Complacido con la enérgica multitud, el presentador declaró: «La puja inicial por la serie Estrella, el Rey de las Joyas, es de 50 millones de dólares. Es para el mejor postor».

Inmediatamente, las palas volaron en rápida sucesión, con gritos de «¡50 millones de dólares!», «¡55 millones de dólares!», «¡70 millones de dólares!» y «¡80 millones de dólares!» llenando la sala a medida que la puja se intensificaba ferozmente.

Esta subasta demostraba que si los coleccionistas querían alcanzar un precio alto, traer aquí sus objetos de valor podía duplicar su valor.

En la mente de Katelyn rondaba una pregunta persistente. La serie Star, conocida como el rey sin corona de la joyería, era codiciada por todos.

Sin embargo, ¿por qué iba un coleccionista a subastar un conjunto tan preciado?

Tras muchos esfuerzos por localizar al ladrón de los diseños originales, Katelyn se sorprendió al descubrir que no había ninguna persona acreditada como diseñador cuando se lanzó la serie.

Se decía que era obra de un equipo de diseño extranjero, que se celebraba públicamente como un logro colectivo, un hecho que los conocedores sabían que era falso.

¿Cómo negar tal reconocimiento?

Sobre todo cuando los elogios se atribuían al grupo y no a un solo individuo.

Perdida en sus pensamientos, Katelyn fue devuelta al momento presente por la oferta casual de Vincent.

«¡100 millones de dólares!», declaró, dejando atónita a la multitud.

Los murmullos llenaron la sala mientras todos se preguntaban quién había hecho una puja tan audaz, sólo para asentir en señal de comprensión al darse cuenta de que era Vincent.

Dada su reputación y presencia, un gesto tan grande parecía apropiado para él.

Katelyn se inclinó hacia Vincent y le susurró suavemente. «¿Tú también admiras este conjunto?».

Su cálido aliento, impregnado del suave aroma de la gardenia, rozó suavemente la oreja de Vincent.

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