Proteccion apasionada
Capítulo 66

Capítulo 66:

Las manos de Rodden se movían sensualmente sobre Kate y su tacto encendía cada nervio. Su respiración se aceleró cuando la boca de él se encontró con su piel, besándola profundamente, antes de que ella lo empujara sobre la cama, con una sonrisa traviesa dibujada en los labios.

Rodden la observó con una sonrisa de satisfacción, admirando cómo se movía con confianza. Sabía que era irresistible y que le volvía loco, pero le encantaba la oportunidad de cambiar las tornas y hacer que ella sintiera lo mismo.

A medida que se acercaba, Kate lo tocaba con suavidad pero con firmeza, encendiendo sus sentidos. Le provocó, con un ritmo lento y deliberado, saboreando cada reacción. Rodden gimió, presa de la pasión, y ella se inclinó hacia él, susurrándole, con una voz cargada de deseo.

Las manos de Rodden la encontraron y, en un instante, intercambiaron sus posiciones, dejándola sin aliento. Su tacto era intencionado, se tomaba su tiempo, recorriendo cada una de sus curvas, saboreando el placer que podía ver en su expresión. Ella jadeó, perdida en la intensidad, pero sus súplicas no hicieron más que estimularlo aún más.

«Rodden, por favor…» susurró Kate, su voz era una mezcla de necesidad y rendición.

Pero no tenía prisa. Sonriendo, dejó que sus manos y su boca se entretuvieran, disfrutando cada momento de su anticipación, hasta que por fin la acercó, encontrando su pasión con la suya.

Después, mientras yacían entrelazados, Kate suspiró. «Rodden, lo que tenemos… es intenso. Pero tengo que pensar en Amanda. Ya ha pasado por mucho, perder a sus padres tan joven, y el matrimonio de Nick le ha roto el corazón. Necesita a alguien que la ayude a superarlo».

Rodden le tocó suavemente los labios. «Kate, lo entiendo. Estaré ahí para Amy, para apoyarla y ayudarla a superar esto. Pero tampoco quiero perder lo que tenemos. Tú eres importante para mí».

Kate lo miró, confundida, pero atraída por él. «¿Cómo, Rodden? ¿Cómo lo hacemos sin hacerle daño?».

Sonrió, tranquilizándola. «Dejemos las cosas como están. Cuidaré de Amy cuando esté libre, pero eso no significa que tengamos que dejarlo. Puedo estar ahí para los dos». Volvió a besarla y su tacto disolvió sus dudas.

Kate suspiró y su resistencia se desvaneció. Sabía que era arriesgado, pero no podía negar lo mucho que lo deseaba, ni ignorar el consuelo que él había prometido proporcionarle a su hija. Era un equilibrio peligroso, pero, por ahora, no podía resistirse.

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