Capítulo 3:

“¿Puedes parar de llorar? Ya me cansé de tu juego, lo tenías todo muy bien planeado, lo único que faltaría es que te hicieras la víctima, lárgate de inmediato o no respondo”

“Yo no he planeado esto, al igual que tú, no sé lo que ha pasado, creo que mi hermana lo ha planeado”.

“¡Lárgate!”

Le gritó completamente fuera de sí.

No quería volver a verla.

Leandro fue despertado por los ruidos en la habitación contigua.

La luz del día se filtraba por la ventana, se disponía a observar al amor de su vida que yacía entre sus brazos.

Observó una cabellera rubia, se sentó de inmediato, no sabía que había pasado esa chica claramente no era Nicole.

“¿Quién demonios eres tú?”

“Lo mismo digo ¿Cómo te atreviste a usurpar el lugar de Bruno?”

Reclamo Shelsy furiosa.

Los dos callaron para no ser descubiertos.

¿Quién demonios hacía tanto ruido en la otra habitación?

No podían creer que se habían equivocado.

Más tarde ya en su oficina, Bruno llamó a su asistente para que investigara y detuviera la publicación de esas fotos.

Estaba hablando con ella sobre eso, cuando de repente la puerta de su oficina se abrió intempestivamente, entrando en el lugar Noah Williams un amigo de su padre, quien se encontraba completamente furioso.

“Señor Williams ¿Qué lo trae por aquí?” Preguntó con curiosidad.

El Señor Williams era un hombre educado y respetuoso, aunque por lo visto por su rostro no tenía un buen día.

“No puedo decir que es un placer verte Bruno, vengo a exigir que respondas por la reputación de mi hija Nicole, me han hecho pasar la peor vergüenza”.

Aventó un diario de escándalos sobre su escritorio.

Bruno palideció al observar que en primera plana estaban las fotos donde se encontraba en la cama con la chica.

Pensó que en verdad eran rápidos para publicar ese tipo de noticias, sabían que trataría de impedir que se publicaran.

No pensó que esa chica fuera la hija de uno de los amigos de su padre y no cualquier amigo, más bien él mejor, el no conocía eso porque no a acostumbraba a asistir a las reuniones.

“Entiendo perfectamente su molestia Señor Williams, si me permite usted explicarle”, Dijo intentando que el hombre lo escuchara.

“No hay nada que explicar, la reputación de mi hija ha sido dañada y tienes que reparar el daño que has provocado, esas imágenes están por todos lados”.

Iba a contestar cuando entró su padre.

Por el rostro que traía no estaba nada contento.

Esa chiquilla si que la había armado.

Cruzó las manos sobre su pecho totalmente exasperado.

“Espero que Noah ya te haya dicho lo que te mereces hijo, imagino que estás dispuesto a solucionar esto de la mejor manera”.

“Y según ustedes esa manera será casándome con la caprichosa de su hija”, dijo molesto al recordar lo sucedido.

“Hijo no sé qué estabas pensando para hacer lo que has hecho”

René se tallaba el cabello con ambas manos, no podía ver a el rostro a su amigo.

“Padre no es lo que parece, esa chiquilla me ha dr%gado y se ha metido a mi habitación, para colmo se ha puesto de acuerdo con la prensa para dañar mi reputación”.

“¡Basta! No permitiré que te expreses así de mi hija, no sé de qué mañas te has valido para llevarla a la cama”

Estaba conteniéndose para no soltarle un golpe a Bruno.

¿Como se atrevía a hablar así de su hija?

“Noah, por nuestra amistad de años te aseguro que mi hijo va a responder a tu hija como debe ser”.

“Ese hijo suyo tenía que aprender”.

Después de discutir algunas horas, Bruno aceptó casarse con la que él consideraba era una desquiciada.

Después de todo había sido su primera vez, pero nunca le perdonaría lo que había hecho para atraparlo.

Él juró hacerla pagar cada día.

Un mes después los periódicos anunciaban la próxima boda.

El soltero más codiciado, a sus treinta años por fin sentaría cabeza, contraería nupcias con Andrea Nicole Williams una chica de diecinueve años, la hija más pequeña del magnate de la tecnología Noah Williams.

Bruno aventó su teléfono a un lado después de leer la noticia.

El día de la boda había llegado, muy a su pesar sus padres organizaron una boda por todo lo alto, parado frente al altar observaba a Nicole acercarse del brazo de su padre, no podía negar que se veía espectacular vestida de novia.

Era hombre y podía notar que la chica era muy bonita.

Su rostro se iluminaba con esos grandes ojos inmensamente azules.

Su cabello largo y muy negro hacía contraste con lo blanco de su piel, pero eso no quitaba lo fría y calculadora que era.

Tendría que andarse con cuidado para no caer en sus garras.

Nicole no podía disimular su tristeza.

Sus padres no le preguntaron si se quería casar, simplemente la obligaron.

Ese era el día más triste de su vida.

Vio a su futuro esposo parado frente al altar, no podía negar que era guapo, noto que era muy alto, su cabello negro resaltaba el azul intenso de sus ojos.

Pensó que ese cuerpo y rostro muchos lo querrían cuando menos para un día domingo, aunque eso no quitaba lo jodidamente estúpido que era.

Su madre había elegido el vestido, era hermoso, blanco, cubierto de cientos de pequeños cristales, en pocas palabras, era un sueño echo vestido.

Los Leone habían insistido en hacerse cargo por completo de la fiesta, frente al altar Nicole pedía a los cielos que algo sucediera para que la boda no se llevará a cabo, pero fueron inútiles sus súplicas,

Bruno se mostró indiferente en todo momento, durante los votos, dijeron lo primero que se les vino a la mente.

Nicole pensaba que era la ceremonia más triste y fría a la que había asistido, lástima que se trataba de la suya.

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