Nuestro primer encuentro
Capítulo 308

Capítulo 308:

«Estoy harta de discutir.

Me voy a vivir contigo.

¿Te parece bien?»

Brian miró a Becky con el rabillo del ojo. Arrugó la frente y lo primero que pensó fue en rechazarla. Becky era una chica testaruda. En lugar de vivir en casa, se quedaba en el hotel. A diferencia de ella, a Brian le encantaba estar en casa con su madre. En cada ciudad en la que sabía que se quedaría una temporada, compraba una casa allí.

El único lugar donde no compró una casa fue en la Isla QY. No quería atraer la ira de Aaron.

Pero Becky era diferente. Nunca parecía querer irse a casa aunque la tuviera. Brian siempre la mimaba, así que nunca le pedía que se quedara en casa.

Pero… Siempre pensó que ella acabaría haciéndole la pregunta. Sólo era cuestión de cuándo abordaría el tema de vivir juntos. Ahora que ella quería hacerlo, ¿Por qué tenía ese sentimiento de inquietud? ¿Por qué quería decirle que no?

Brian guardó silencio durante largo rato. Becky exhaló bruscamente y bajó la cabeza: «¿Así que no quieres vivir conmigo?», preguntó con tristeza.

Brian retiró la mirada y sus ojos se posaron en la parte delantera del coche, «¿Por qué quieres mudarte de repente? ¿De dónde viene esto?».

Becky giró la cabeza para verle la cara, pero él siguió apartando la mirada. «Es porque te estás alejando de mí», dijo con voz sombría. «No quiero perderte».

Cuando dijo esto, a Brian se le apretó el pecho. Su mirada se posó con cariño en ella.

«No, no me perderás». dijo con firmeza, alzando la mano para acariciarle la mejilla. Luego dijo suavemente: «Vamos. Vamos al hospital».

Becky asintió. Brian se enderezó en el asiento, se puso el cinturón y arrancó el coche, llevándolos a ambos al Hospital Empire. Becky apenas le dirigió la palabra en todo el trayecto. Se sentía cada vez más inquieta… Las palabras de Cindy resonaban una y otra vez en su mente.

«No seas tonta. Los tíos no se enamoran de una sola chica».

«Becky, deja de dar largas. Vuelve con él».

«Esa chica se queda con él. ¿No tienes miedo de que te lo robe?

«Ya ha pasado un mes. Aún no te has dado cuenta. Si quieres renunciar a él, no es asunto mío.

«Becky, eres la única chica que ha estado con Brian más de tres días».

«Lleva más de un mes viviendo en su casa». Eso último la afectó de verdad.

Aquellas palabras la dolían. Sus manos se cerraron en apretados puños. Frunciendo los labios, ni siquiera sentía el dolor de su mano izquierda quemada.

No quiere que vaya a su casa. No quiere que me mude a su…

Debe de ser por ella. Por Molly’.

Estos pensamientos dominaban su mente. Pero en lugar de seguir triste, Becky se enfadó. Apretó aún más los dedos, parpadeando con ira las lágrimas de sus ojos.

Brian, sin embargo, no se dio cuenta de que su humor había cambiado. Sus ojos se volvieron profundos y frunció las cejas. Hacía un momento, cuando tocó la mejilla de Becky, sólo había pensado en Molly. La piel de Molly no era tan suave como la de Becky, pero cada vez que la tocaba, sobre todo cuando trazaba sus labios con los dedos… Bueno, digamos que se le apretaban los pantalones cuando lo hacía.

Brian parpadeó. Le molestaba mucho que Molly estuviera siempre en su mente. ¿Por qué no podía quitársela de la cabeza, ni siquiera cuando estaba con Becky? Puso la boca en una línea sombría. Luego pisó el acelerador hasta que el motor chilló.

Aquello asustó a Becky, que frunció el ceño y preguntó asustada: «Brian. ¿Qué ocurre?»

Su voz apartó sus pensamientos de Molly. Brian la miró de reojo y redujo la velocidad: «No pasa nada. Sólo quería perder a los otros idiotas que intentan meterse por mi tubo de escape».

Siempre se le había dado bien mentir y ocultar sus sentimientos, así que Becky se limitó a creer lo que le decía. No tenía ni idea de lo que realmente había en su corazón, y en parte por eso estaba tan nerviosa.

Brian llevó a Becky al hospital para que le curaran la quemadura de la mano izquierda, y el médico le dijo que evitara mojársela durante una semana. Teniendo en cuenta que era ciega funcional, Brian consiguió que una enfermera del hospital la acompañara. Becky quiso protestar, pero se lo pensó mejor y aceptó la ayuda. Sabía que, puesto que Brian la había rechazado por lo de la convivencia, debía seguirle la corriente por el momento y darle tiempo para que se ocupara de aquella chica.

Pensando en esto, se sintió un poco mejor al respecto. Sólo llevaba un mes con aquella chica, pero Brian y ella llevaban juntos diez años. No había forma de que Molly pudiera competir con eso.

«Descansa un poco», le dijo, «voy a marcharme. Tengo mucho trabajo que hacer».

Becky asintió y no dijo nada. Tenía una expresión de tristeza. Su rostro le decía más de lo que podrían decirle las palabras.

Brian la miró, leyendo bien sus sentimientos. Suspiró y dijo: «Me pasaré cuando acabe, ¿Vale?».

Becky respondió con un movimiento de cabeza, pero siguió sin decir nada.

Brian le besó la frente y le dijo suavemente: «Buenas noches». Esto no la hizo sentirse mejor.

Luego cerró la puerta y se marchó. Al oír el clic de la puerta, Becky esbozó una fina sonrisa: «Yoyo, ¿Puedes prepararme un baño?».

«Sí, Señorita Becky», respondió Yoyo con una sonrisa. Becky no había sido más que amable y amistosa con ella, lo cual la impresionó mucho, pues creía que la gente rica era toda altanera y difícil de tener una buena relación con ella. Becky era amable y no veía razón para ser de otra manera.

Así que Yoyo le preparó el baño y Becky se relajó un rato, perdiéndose en la espuma y el aroma de las sales de baño. El agua caliente la relajó y la puso de mejor humor. Cuando terminó, salió, con el agua goteando de su exquisita figura, se secó con una toalla y se puso una bata. Tumbada en la cama, le dio un anillo a Brian.

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