No volveré a esa familia
Capítulo 61

Capítulo 61:

A medida que pasaban los días, Leticia se alejaba cada vez más de su alcance. Cuando se topaba con ella actuaba como una persona completamente distinta, así que ni siquiera se le ocurría qué decir.

Seguía haciéndose ilusiones pensando que aún no era demasiado tarde. No quería admitirlo, aunque una parte de él sabía que había terminado hacía mucho tiempo.

Lo que ella dijo seguía resonando en su cabeza.

[Sí, lo digo en serio].

La respuesta de Leticia cuando él le preguntó si iba en serio con Enoch antes del partido final.

Su respuesta, sin titubeos ni dudas, le rompió el corazón y le hizo esbozar una sonrisa amarga. Sin embargo, pudo soportarlo, porque creía que eran sentimientos unilaterales de Leticia.

Cuando entró en la arena para enfrentarse a Enoch en la final, vio que algo brillaba en su camiseta. Al principio, pensó que era un collar común. Entonces vio el anillo en el collar, y su mente se quedó en blanco.

Era un anillo con el mismo diseño que el que llevaba Leticia en el dedo.

Después de eso no pudo concentrarse en el partido. Al final, cometió una serie de errores inesperados y perdió contra el oponente al que más quería ganar.

«Desde cuándo…»

¿Cuándo empezaron a sentir lo mismo?

Cuanto más pensaba en ello, más se enfadaba. Levion trató de calmarse y se apoyó en la silla.

Si Leticia hubiera despertado su habilidad, esto no habría ocurrido.

Aunque había intentado ayudar a Leticia a despertar su habilidad, ella siempre se sentía incómoda. No, era correcto decir que le resultaba desagradable.

Si intentaba ayudarte, actuabas así.

No sabía qué demonios quería ella que hiciera.

Mientras dejaba escapar un suspiro conflictivo, oyó que llamaban a su puerta.

«Adelante».

En cuanto le dieron permiso, el mayordomo se acercó rápidamente a Levion.

«Estoy aquí porque tengo algo que informar».

«¿De qué se trata?»

La voz de Leticia, diciéndole fríamente lo patético que era, aún persistía en su cabeza.

Levion le pidió que informara sin mirar hacia él, el mayordomo comenzó a hablar lentamente.

«He oído que el Gran Sabio visitó recientemente la mansión de Aquiles.

«El Gran Sabio…»

Parecía referirse a Seios.

Era extraño que fuera a la mansión de los Aquiles y no a la de los Leroy. Además, se decía que Seios sólo había visitado una casa, e inmediatamente regresó a la Torre Mágica.

«¿No fue a la mansión de los Leroy?».

«Así es».

Sabía que Seios era el padrino del marqués Leroy, así que algo no tenía sentido.

Por mucho que lo pensara, no había ninguna razón para que fuera a una mansión y no a la otra.

¿Podría haber despertado Leticia?

No lo sabía, pero tenía que intentar averiguarlo.

En cuanto Levion se entusiasmó con la idea, se sentó y empezó a escribir rápidamente una carta.

…

«¿IRENE se disculpó con RONAN?»

Hacía buen tiempo, así que Leticia estaba tomando el té fuera. Sus ojos se abrieron de par en par ante la inesperada noticia. De hecho, esta pequeña sorpresa destruyó sus ideas preconcebidas sobre Irene desde que la había visto en la academia.

Aunque se hubiera disculpado, no habría tenido más remedio que hacerlo. Era una niña incapaz de admitir su error hasta el final.

María observó a Leticia mientras una mirada sombría cruzaba su rostro, y rápidamente dijo.

«Era su primera vez, así que no la expulsaron. Terminaron sólo disciplinándola».

«Ya veo.»

Leticia sonrió amargamente y dejó su taza de té. Parece que el marqués Leroy convenció al director de la Academia. De lo contrario, no habría acabado así.

«Es importante que el malentendido se haya resuelto».

Sólo después de que María se riera y dijera que estaba bien, la expresión de Leticia se alivió un poco.

«¿Cómo está Ronan?»

«Le va bien. Me dijo que le diera recuerdos a la señorita».

Además, le había ido mucho mejor que el semestre anterior, y Leticia lo felicitó por hacerlo tan bien.

«Por cierto, llegó una carta del conde Aster».

«¿En serio?»

Ante las palabras de María, Leticia sonrió alegremente y recibió la carta. Ella ya había enviado una carta pidiendo consejo, necesitaba ayuda para preparar la fiesta. Al parecer acababa de recibir respuesta.

Leticia leía la carta emocionada y se emocionó.

Me van a ayudar.

La descripción era bastante larga. En resumen, el conde Aster y su esposa estaban agradecidos a Enoch, y le pedían permiso para venir a ayudarles personalmente.

Debería darme prisa e ir a decírselo a Elle.

Leticia le dijo a María que ella entraría primero y rápidamente fue a buscar a Elle. Afortunadamente, Elle no había salido y la encontró en el salón. Ian acababa de volver de fuera y le entregó algo a Elle.

«¿Qué está pasando? ¿Esto es de verdad?»

Elle no pudo ocultar su asombro mientras leía la carta con incredulidad. Ian, por su parte, permanecía tranquilo.

«¿No te das cuenta por lo que estás viendo?».

«¡Loco, loco, loco!»

Elle no pudo ocultar su emoción y dio una palmada en el antebrazo de Ian. Tardíamente se dio cuenta de que Leticia estaba allí, y corrió a saludarla.

«¡Eh, eh! Mira esto».

«¿Por qué? ¿Qué es esto?»

Pensó que había pasado algo gordo, pero al ver la sonrisa en su cara, supuso que eran buenas noticias.

Leticia estaba muy emocionada y revisó el papel que le entregó Elle.

«¿Has aprobado el segundo examen?».

«Bueno… eso es lo que pasó».

Ian lo dijo como si fuera insignificante, pero no pudo ocultar la expresión de orgullo en sus ojos.

Los resultados ya habían salido.

Podía ver las palabras claramente escritas en el crujiente papel blanco; Ian Achilles aprobó. El número de estudiantes que se presentaban a la segunda ronda de los exámenes de la Administración Pública Imperial era significativamente inferior al de la primera, por lo que los resultados se dieron a conocer casi de inmediato.

«¡Oh, hermanito mío! Estoy tan orgullosa de ti!»

«¡Vete, eres repugnante! ¿Quién es tu hermano pequeño?»

Cuando Elle empezó a revolverle el pelo, Ian se asustó y la apartó, pero no dio muestras de disgusto.

«Entonces, ¿él también entró?».

«¿Eso creo?»

Preguntó Elle en cuanto le vino a la mente, Ian frunció el ceño como si no le gustara la respuesta.

Leticia estuvo un rato observando a los dos en silencio y sonrió. Podía saber de quién hablaban sin tener que preguntar.

«¡Espero que suspenda el tercer examen!».

«Elle, por mucho que…».

«¿Y eso por qué? Yo no digo nada».

«No, no estoy hablando de eso».

Elle hablaba con cara de decepción, Leticia mantuvo la boca cerrada mientras se confundía por un momento. A su lado, Ian también esperaba en silencio a que Leticia dijera algo. No estaba de humor para pasar por alto sus sentimientos.

Leticia estuvo pensando un rato en qué decir, luego abrió la boca lentamente.

«Algunas cosas son obvias y no hace falta decirlas».

Elle no entendió lo que decía por un momento, luego se dio cuenta de lo que quería decir y comenzó a aferrarse a Leticia.

«¿Verdad? Tú también quieres que fracase, ¿no?».

«Hmm… ¿Un poquito?».

«¿De verdad es sólo un poquito, hermana?».

«…»

Leticia actuó como si la insistencia de Elle por escuchar la respuesta hasta el final no la hubiera convencido.

«Mucho, en realidad».

«¡Sabía que pensabas lo mismo, hermana!».

Elle se aferró a los hombros de Leticia en un entrañable abrazo, pues su respuesta le había gustado por completo. Sin embargo, su mirada seguía fija en Ian.

«Ian, aunque pase la tercera ronda, tienes que sacar mejores notas. Aunque ambos os convirtáis en oficiales imperiales, nunca debes perder contra él. ¿Lo entiendes?»

«Lo intentaré.»

«El esfuerzo por sí solo no es suficiente. Se trata del orgullo de nuestra familia, deberías arriesgar tu vida».

De repente, Elle miró a Leticia con cara de preocupación.

«No te habremos ofendido, ¿verdad?».

«¿Eh?»

«Bueno, sigue siendo de la familia…».

Elle parecía preocupada porque dijo casualmente que quería que un miembro de la familia de Leticia suspendiera el examen, aunque ahora no tuvieran ninguna relación.

Aunque se dio cuenta de que era demasiado tarde para retractarse de sus palabras, Leticia acarició suavemente la cabeza de Elle.

«Mi familia está aquí. ¿De qué estás hablando?»

«…»

Al no obtener respuesta.

Leticia se sintió avergonzada por el inesperado y pesado silencio que había quedado.

«Ah, ¿no soy familia?»

«Claro que somos familia. Pronto serás también mi cuñada».

«¿Cuñada?»

La cara de Leticia empezó a sonrojarse, y se puso cada vez más roja, mientras Elle hablaba despreocupadamente de ello con cara seria.

«¿Qué pasa con eso?».

Avergonzada, intentó zafarse de los brazos de Elle, pero ésta la abrazó con más fuerza y no la soltó. Ian, que había permanecido quieto hasta ahora, se acercó un paso más a Leticia.

«¿No quieres ser mi cuñada?».

«¿Quieres que sea la novia de tu hermano?».

No habían anunciado oficialmente que eran novios, pero Elle e Ian ya sabían que había una relación entre los dos.

Leticia apartó suavemente la mirada, avergonzada, y se preguntó si habían sido demasiado obvios.

«Nosotros… Acabamos de empezar a salir, pero casarnos…».

Sin embargo, las reacciones de Elle e Ian no fueron del todo inesperadas.

«¿Qué? Pensé que estabas saliendo con él».

«¿Qué?»

Leticia alzó la voz sorprendida por sus palabras. Ian asintió dándole la razón a Elle.

Podía sentir cómo su rostro se sonrojaba ferozmente mientras le hacían preguntas sobre Enoch y su noviazgo.

Al pensar en lo cerca que se veían, se sintió cohibida e intentó escapar de nuevo de los brazos de Elle. De pronto sintió una mirada inquietante proveniente de algún lugar, Leticia levantó la cabeza y miró por la ventana.

¿Qué era aquello?

Leticia se soltó del brazo de Elle y se acercó rápidamente a la ventana. No vio a nadie y pensó que eran imaginaciones suyas.

«¿Qué pasa, hermana?».

Ian se dio cuenta de que algo no iba bien, así que le preguntó con cuidado qué le pasaba.

Leticia miró por la ventana durante un largo rato, luego sacudió la cabeza con un suspiro superficial.

«No, no es nada».

Leticia contestó con indiferencia, y luego volvió junto a Elle e Ian.

Sin embargo, la persistente mirada seguía molestándola. No era una ilusión, sino la mirada que sintió cuando fue excomulgada y vagaba sola por las calles.

Leticia dejó escapar un largo suspiro mientras regresaba a su habitación. Intentaba evitar a Elle y a Ian después de que la regañaran por haber ocultado durante tanto tiempo sus sentimientos por Enoch y haber dejado que él se confesara primero.

Le habían entrado sudores fríos cuando la abordaron con tantas preguntas.

Creo que se están divirtiendo tomándome el pelo.

Se lo esperaba de Elle, pero no se había dado cuenta de que Ian también lo disfrutaría. A primera vista, parecía que intentaba detener a Elle, pero en secreto la animaba.

No le sentó nada mal, porque podía sentir el afecto que le tenían.

¿Qué querían decir con cuñada?

Lo dijeron tan a la ligera que ella se sintió mortificada.

Se tumbó en la cama con un suspiro y se fijó en el libro con flores en la portada que estaba en la estantería.

Este…

Era un libro que Seios le había dejado. Dijo que lo había descubierto de repente en la Torre Mágica, como caído del cielo.

Leticia cogió lentamente el libro. La cubierta exterior era vieja. Iba con cuidado al hojearlo, así que pasaba lentamente las páginas para no romperlo accidentalmente.

Alguien llamó a su puerta. Leticia dejó el libro sobre la mesa y fue a ver quién era.

Cuando abrió la puerta, se encontró con Elle, que sonreía radiante.

«¿Qué vas a cenar?».

«Pues no lo sé. ¿Hay algo que quieras comer?».

«Vamos a ver qué ingredientes tenemos».

Mandó a Mary a casa temprano por lo emocionada que estaba de que Ronan volviera a casa después de tanto tiempo. Así que hoy tenían que preparar su propia comida.

Debería encontrar a alguien para trabajar en la mansión.

Las galletas Lucky seguían vendiéndose bien, así que podía permitirse contratar a alguien. Podría ser perturbador si lo hacía por su cuenta, por lo que pensó que sería mejor hablar con Enoc adecuadamente sobre ello primero.

«Vale, ahora mismo voy».

Leticia asintió y le pidió a Elle que fuera primero. Le preocupaba haber dejado el libro fuera, sin guardarlo debidamente.

Cuando volvió al escritorio, se detuvo en seco y se puso rígida.

«…»

El libro que había sido colocado cuidadosamente sobre el escritorio había desaparecido.

La ventana quedó abierta a la vista de todos.

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