No te pertenece -
Capítulo 997
Capítulo 997:
Punto de vista de Helen:
Las palabras de George me parecieron una burla.
Desde el momento en que nos divorciamos, todos nuestros lazos se habían cortado.
Él estaba ilocalizable cuando más lo necesitaba.
Todavía recuerdo cuando estaba indefensa, sin nadie a mi lado.
Incluso tuve que soportar sola el dolor de la muerte de mi madre.
Es más, en lugar de descansar y esperar a mi bebé en casa, tenía que buscarme la vida para poder sobrevivir sola en una ciudad nueva.
Incluso llegué a pensar que moriría en la mesa de operaciones cuando diera a luz a mi bebé.
Afortunadamente, aguanté.
Pero eso no fue todo.
Me dejé la piel para dar a mis hijos la vida que se merecían.
No me atrevía a tomarme un descanso y pasaba cada hora que estaba despierta cuidando de ellos o trabajando.
En mis momentos más bajos, George no aparecía por ninguna parte.
Pero ahora, que mi vida empezaba a volver lentamente a su cauce….
Qué irónico fue que de repente él apareciera y dijera que podía cuidar de mí como amigo.
En ese momento, miré a George fríamente y le dije:
“No necesito tus cuidados. De hecho, desearía no volver a ver tu rostro”.
Todos estos años, cada vez que sentía que no había esperanza en la vida, culpaba a George de ello.
Por supuesto, sabía que todo lo que me había pasado no era enteramente culpa suya.
Pero no podía evitar pensar que si no nos hubiéramos conocido, probablemente mis sufrimientos no habrían ocurrido en primer lugar.
Tal vez nunca hubiera podido vivir una relación que jamás olvidaría. Pero al menos tendría toda una familia y una vida tranquila.
Luis y Polly eran las personas más importantes de mi vida.
Temía que en cuanto George se enterara de lo de mis hijos, me los quitara.
Por eso le evitaba todo lo que podía.
“¡Cielos! Helen, ¡Shera se desmayó!”
Gritó Clare de repente.
Desvié mi mirada de George y corrí hacia Shera.
“¿Qué ha pasado?”
Pregunté ansiosa.
Shera estaba tendida en el suelo con gotas de sudor en la frente.
Parecía a punto de vomitar, había sufrido una insolación.
Antes de que pudiera hacer nada, George corrió en ayuda de Shera.
Hizo que Clare sujetara la sombrilla, abrió la botella de agua que no había tomado y se la dio Shera.
Sin embargo, segundos después, Shera se atragantó con el agua y vomitó accidentalmente sobre el caro atuendo de George.
Lo miré con los ojos muy abiertos por el asombro.
George siempre había sido limpio y ordenado.
Nunca dejaba que su ropa se ensuciara lo más mínimo.
Pero ahora tenía la camisa sucia y los pantalones mojados por el vómito de Shera.
De repente me di cuenta de que no era la primera vez que George dejaba que su ropa se ensuciara.
Una vez me había ayudado a buscar en la papelera cuando perdí unos documentos importantes.
Y como su ropa estaba sucia, lo utilizó como excusa para ducharse y pasar la noche en mi apartamento.
Mientras tanto, Shera parecía haber recuperado el sentido y estaba aterrorizada.
“¡Cielos! No era mi intención. Tu ropa debe de ser muy cara”.
George era tranquilo y tenía un temperamento noble la mayor parte del tiempo, lo que le diferenciaba de la gente corriente.
Shera debía de tener miedo de haber ofendido a George.
Además de temer ofenderle, no tenía dinero para pagarle la ropa.
Sin embargo, George mantuvo la calma.
Era difícil saber si estaba enfadado o no.
Para sorpresa de todos, no contestó a Shera y se giró para mirarme.
“Helen, ¿Tienes algún pañuelo?”.
Pude ver la incomodidad en sus ojos.
Recordé el día en que me ayudó a encontrar los archivos en la papelera.
Aunque George debía de estar disgustado, mantuvo la compostura.
Pero en cuanto entró en mi piso, se precipitó al cuarto de baño para ducharse.
Supuse que estaba haciendo todo lo posible por contener sus emociones.
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