No te pertenece -
Capítulo 892
Capítulo 892:
Punto de vista de Helen:
Había venido al bufete para tratar una disputa sobre el alquiler.
Observé la taza de té que me trajo Rubén Blake, socio del bufete.
No era un bufete a gran escala.
El ambiente en general era algo limitado, muy estrecho y caótico.
Los armarios rebosaban de todo tipo de documentos.
Aun así, tenía una sensación indescriptible de satisfacción trabajando aquí.
Rubén era un hombre de mediana edad que aparentaba unos 40 años.
Tenía una gran capacidad profesional, pero sus maneras tranquilas le hacían parecer que no era demasiado previsor.
Su trabajo principal consistía en redactar asuntos y asignarlos a sus subordinados.
Sólo intervenía cuando otros abogados estaban al límite de sus fuerzas, o desesperados, por decirlo sin rodeos.
Él y yo éramos dos tipos de personas muy diferentes.
A mí nunca me pillarían ociosa.
Cuando tenía tiempo libre, me sentía vacía y ansiaba poder hacer algo, cualquier cosa.
Además, tenía dos hijos, por lo que tenía que hacer constantemente todo lo posible para mantenerlos bien.
A pesar de todo, Rubén era un buen hombre.
Aunque su ambición profesional era bastante mediocre, me apoyaba para que me hiciera cargo de los casos.
Me había dicho en privado que, llegado el momento y si yo estaba de acuerdo, quería que me hiciera cargo del bufete.
Estaba sentado en la silla frente a mí, tomando tranquilamente sorbos de su té.
“Puedes dejar que los becarios se ocupen de los casos pequeños, como esta disputa por el alquiler. No tienes que ocuparte de todo tú sola. Te encargas de tantos casos que dejas a los becarios sin nada que hacer”
Me aconsejó Rubén.
“Esto puede sonar mal, pero no me fío de dejar que se ocupen de esos casos”
Repliqué.
Sin embargo, comprendí que Rubén tenía razón.
Yo no podía terminar todos los casos.
Me sentía en conflicto.
Sabía que tenía que dar oportunidades a los becarios, pero no tenían experiencia y si metían la pata, afectaría mucho a la reputación del bufete y no a la suya propia.
Si ocurrían cosas así, ya nadie creería en la credibilidad profesional de nuestro bufete.
“Helen, sé que eres muy capaz y responsable. Eres diligente. De hecho, demasiado diligente. Eso no es bueno. Tienes que hacer algunos cambios. Ahora que tienes contactos y experiencia, es hora de planificar tu futuro. Podrías perder otras buenas oportunidades si aceptas todos los casos ahora”.
“Gracias por recordármelo, Rubén. Lo tendré en cuenta”.
Ya había empezado a centrarme en los litigios empresariales, pero también me encargaría de estos pequeños casos, aprovechando cualquier oportunidad para ganar dinero.
Ya sabía lo que se sentía cuando mi madre enfermó y tuvo que ser hospitalizada hace tres años.
No tenía dinero ni contactos.
Sólo ahorrando más dinero podría sentirme más segura.
Rubén asintió, satisfecho con mi respuesta.
“¿Cómo les va a Luis y Polly en el jardín de infancia?”
Preguntó.
“Les va muy bien. A todos sus profesores y compañeros les caen muy bien”.
Hablar de los niños me ablandó el corazón y no pude evitar sonreír.
“Eso está muy bien. Podrás estar más tranquila cuando los niños vayan a la guardería. Por cierto, vamos a comer todos juntos. Mi mujer está demasiado ocupada para cocinar últimamente”.
Rubén salió de mi despacho con su taza de té.
Siempre fue muy quisquilloso con la comida.
Su mujer solía prepararle el almuerzo con antelación para que se lo llevara al trabajo, y él lo calentaba a mediodía en la oficina.
De vez en cuando, si la Señora Blake estaba ocupada, pedía comida para llevar o salía a comer a un restaurante.
Rubén buscaba restaurantes que parecieran limpios y ordenados o que tuvieran buenas críticas.
Luego nos invitaba a Clare y a mí a esos restaurantes para que comíamos juntos.
Esta vez eligió un restaurante que estaba a unos kilómetros del bufete.
De camino al lugar, llamó a la Señora Blake.
“Cariño, he encontrado un buen restaurante cerca de tu colegio. Te enviaré la dirección. Ven a comer con nosotros. Helen y Clare también están aquí”.
Me limité a ponerle los ojos en blanco mientras permanecía en silencio.
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