No te pertenece
Capítulo 837

Capítulo 837:

Punto de vista de Helen:

Permanecí encerrada en la sala de reuniones hasta que todos mis compañeros se fueron.

No tenía ni idea de adónde ir.

Tal vez debería reservar una habitación en un hotel durante unos días.

Necesitaba ocultarle a George mi mejilla roja e hinchada.

Pensé que la oficina estaba desierta, pero cuando salí, encontré a Phil todavía sentado en su escritorio, ocupado como de costumbre.

Obviamente, se había quedado atrás porque estaba preocupado por mí.

Me miró cuando por fin salí de la sala de reuniones, apagó el ordenador y se acercó a mí.

“¿Adónde vas? Yo te llevo”.

Phil siempre fue un hombre tan atento y considerado.

Me conmovió mucho su compasión, así que le di el nombre del hotel en el que pensaba alojarme.

“¡Vale! Vámonos”.

Phil agarró las llaves del coche y nos dirigimos al garaje.

Era tan comprensivo que no preguntó por el desagradable incidente que había protagonizado antes la madre de George.

Después de entrar en el ascensor, Phil sugirió:

“Helen, en lugar de ir al hotel ahora, ¿Puedo sugerir que pasemos por mi casa? Puedes visitar a mi madre un rato. Hace tiempo que no te ve y te echa mucho de menos”.

“Gracias, pero preferiría que no. Temo que ver mi cara hinchada dé lugar a demasiadas preguntas”.

Por fin había conseguido calmarme después de pasar horas sola en la sala de reuniones.

“De acuerdo”.

Phil no insistió y me abrió la puerta como un auténtico caballero.

Fijé la mirada en la ventanilla mientras viajábamos hacia el hotel.

Estaba sumida en el estupor y sentía el corazón como un pozo profundo, oscuro y sin fondo.

No fue hasta que Phil me llamó por mi nombre que volví al presente.

“Helen, tu teléfono está sonando. Contesta”.

En realidad, mi teléfono había estado sonando durante un buen rato pero realmente no lo oí.

Mi mente estaba tan lejos.

Cuando vi aparecer el nombre de George en la pantalla, dudé en contestar.

Finalmente, agarré su llamada.

“Te daré otra oportunidad. ¿Cuándo volverás?”

La voz de George era triste pero firme.

No pude contenerme más y derramé lágrimas amargas.

Me sentí tan agraviada por el incidente que casi me ahogo con mis pesados sollozos.

“No quiero volver a casa esta noche”.

No podía dejar que viera la obra de su madre en mi cara.

George estaba dividido entre su madre y yo.

Ya estaba profundamente triste por la forma en que su madre me había tratado últimamente.

Si se enteraba de que su madre me había abofeteado tan fuerte, no se sabía lo que haría.

No temía las amenazas de su madre.

Simplemente no quería que George sufriera, viéndose envuelto en este alegre lío.

Phil y yo estábamos sentados lo suficientemente cerca como para que escuchara nuestra conversación.

Entonces dijo:

“Creo que el coche que viene detrás es el de George. He notado que nos seguía desde hace rato”.

Miré por el retrovisor y vi que, efectivamente, George nos seguía.

El dolor de mi corazón empezó a aliviarse lentamente como un rayo de sol que atraviesa las nubes.

En cuanto Phil terminó sus palabras, George aceleró y nos alcanzó.

Hizo un giro brusco y se detuvo delante de nosotros.

Phil frenó a tiempo para evitar una colisión.

Mi cuerpo dio una sacudida hacia delante y luego rebotó en su sitio.

Afortunadamente llevaba puesto el cinturón de seguridad.

Miré hacia fuera y me di cuenta de que mi mente seguía confusa.

George salió de su coche y caminó hacia mí.

Llamó a mi ventanilla y me hizo un gesto para que me bajara.

Me desabroché el cinturón obedientemente y bajé del coche.

Cuando George me vio, sus ojos se llenaron de horror.

Me agarró el rostro con las manos y me miró fijamente.

Luego preguntó con mucha angustia:

“¿Qué te ha pasado?”.

Pregunto George poniendo un rostro muy serio.

La preocupación se notaba claramente en sus ojos.

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