No te pertenece -
Capítulo 804
Capítulo 804:
Punto de vista de Helen:
Me apresuré a desabrocharle la camisa, dejando al descubierto sus tonificados abdominales y su línea en V.
Su lengua se introdujo en mi boca y se entrelazó con la mía.
Al mismo tiempo, sus manos grandes y cálidas me acariciaban los pechos.
Sentí que mis pezones se endurecían y no pude evitar g$mir de placer.
Unos instantes después, George rompió por fin el beso y pasó a centrar su atención en mi cuerpo.
Me chupó los pezones y me separó más las piernas.
Incluso me agarró de la mano y me hizo sujetar su p$ne duro y erecto.
Estaba tan caliente que me temblaba todo el cuerpo con sólo sostenerlo en mi mano.
“¿Lo quieres?”
Preguntó George con voz profunda y ronca.
“Sí…”
Respondí con un deje de anhelo y desesperación.
Mientras hablaba, un líquido caliente parecía rezumar de mi v$gina.
Ahora mismo, me sentía vacía.
No podía esperar a que me rellenara.
Le di un suave apretón a la p$ne de George, lo que le hizo jadear de e%citación.
Sin más preámbulos, separó mis piernas e introdujo su p$ne en mi agujero.
Levantó mis dos piernas con sus brazos.
Cada centímetro de mi cuerpo se sintió caliente y erótico.
Mi agujero estaba ahora lleno de su caliente y gruesa hombría.
Nunca me había sentido tan eufórica.
“No pares… dame… más…”
Supliqué entre respiraciones.
“Te lo daré”.
George se rio entre dientes y luego me apretó el trasero.
Tan pronto como dijo esas palabras, empujó su p$ne más profundamente en mi apretada v$gina.
Luego, rápidamente empujó sus caderas hacia adelante y hacia atrás.
Eché la cabeza hacia atrás.
La repentina estimulación y la intensa sensación de placer hicieron que mi cuerpo se estremeciera.
Además, mis fluidos parecían gotear sin parar sobre la sábana blanca.
“Hmm… sí…”
Le besé en los labios y moví mi cuerpo en coordinación con el suyo.
Los dedos de mis pies también se abrieron en abanico mientras una intensa sensación de placer me inundaba.
“¿Qué se siente?, ¿Eh?”
Preguntó George, con su voz profunda y seductora.
“Se siente tan… bien…”
Cada vez que empujaba sus caderas, su p$ne golpeaba la parte más profunda de mí y luego estimulaba mi punto G.
Antes de que pudiera recuperarme, me lo volvía a meter.
Lo único en lo que podía pensar ahora era en él dentro de mí.
Si esto seguía así, temía explotar, así que le rogué que parara.
Cuando mi respiración se hizo más agitada, George bajó la mano por mi vientre plano y se posó en mi cl!toris.
Lo estimuló con el pulgar hasta que llegué al orgasmo.
Cuando ambos alcanzamos el clímax, me tumbé sobre George sin fuerzas, envuelta en sus brazos e incapaz de moverme.
Llevábamos bastante tiempo juntos, así que ya lo conocía bien.
No era de los que hablaban de amor todo el tiempo.
En cambio, mostraba su preocupación por mí y por mi madre a través de sus acciones.
Me sentía feliz.
Esta vida pacífica que estaba viviendo era todo lo que había soñado.
Nunca imaginé que algún día los tendría todos y era George quien lo haría realidad.
Gracias a él, ya no tenía miedo de enfrentarme a los obstáculos que pudieran surgir en mi camino.
Incluso tenía la fuerza y la confianza necesarias para seguir adelante.
No podía negar que George y yo teníamos defectos.
De todos modos, nadie era perfecto.
Pero después de todo lo que habíamos pasado, empezábamos a acercarnos el uno al otro y a mejorar juntos.
“Deja que te compre un coche mejor”
Sugirió George mientras me llevaba al trabajo al día siguiente.
Si hubiera sido en el pasado, le habría rechazado sin dudarlo.
Al fin y al cabo, antes no quería tener nada que ver con él.
Pero las cosas habían cambiado para nosotros.
En ese momento, asentí con la cabeza.
Ya era hora de que confiara en nuestro matrimonio y estuviera más dispuesta a aceptar su amabilidad y generosidad.
“Buena chica”
Comentó George con una amplia sonrisa.
“Mira en Internet qué modelo te gusta y luego te llevaré a probarlo”.
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