No te pertenece
Capítulo 1174

Capítulo 1174:

Punto de vista de Helen:

Estaba en el bufete de abogados asistiendo a una reunión cuando recibí una llamada de un número desconocido.

Respondí sin pensarlo mucho, porque supuse que podría ser un cliente. No era inusual para mí recibir este tipo de llamadas debido a mi trabajo.

Sin embargo, en el momento en que respondí, escuché la voz familiar de Platt.

«Hola, Helen. ¿Me recuerdas? Soy Platt».

Me emocioné tanto con el sonido de su voz que salí corriendo de la sala de reuniones. Después de encontrar un rincón tranquilo, contuve la respiración con nerviosismo.

Mi corazón estaba acelerado y tenía mucho que preguntarle, pero lo más importante era saber dónde estaba ahora y si estaba a salvo.

Me di cuenta de que Platt no estaba haciendo la llamada por su cuenta, porque nunca me había hablado en un tono tan frío y alienado.

Obligándome a calmarme, le respondí rotundamente: «¿Platt? Ya terminamos. ¿No acordamos de no volver a contactarnos? ¿Por qué me llamaste ahora?».

«Helen, no seas tan cruel. Todavía podemos ser amigos, ¿De acuerdo? Estoy en Nueva York en un viaje de negocios y esperaba preguntarte si podrías acompañarme a cenar. ¿Te parece bien? »

«No. Tengo una buena vida ahora, y no hay necesidad de que nos encontremos. Espero que lo entiendas y no me molestes de nuevo».

Después de rechazarlo con frialdad, estuve a punto de colgar.

No sabía el propósito de la llamada, ni cómo podía ayudar a Platt.

Solo quería terminar la llamada y pedir ayuda a George y Maxton.

Sin embargo, antes de que pudiera hacer eso, una voz extraña vino del otro lado.

«Hola, Señorita Dewar. Realmente esperaba conocerla. ¿Puedo tener el honor de invitarla a cenar?»

Aturdida y asustada, le pregunté: «¿Quién eres?»

El hombre se rio con frialdad y preguntó: «Bueno, nos conocimos ayer. ¿No te acuerdas?».

Me sorprendió cuando recordé una rostro frío y sombrío.

¿Era Clarence?

«¿Qué diablos quieres?» Le pregunté.

«Señorita Dewar, si quiere a Platt con vida, entonces baje. Si no aparece en tres minutos, lo mataré», dijo Clarence sombríamente.

Luego escuché el sonido de puñetazos y patadas, seguido de los g$midos agonizantes de Platt.

Las lágrimas brotaron de mis ojos y casi no pude controlarme.

Salí corriendo de la habitación, rugiendo: «¡Ya no tengo nada que ver con Platt! ¿De qué sirve buscarme? ¿Crees que me importa lo que le pase?»

«Está bien, ¿Por qué no hacemos una apuesta? No creo que seas tan despiadada como dices ser, porque si ese fuera el caso, entonces Platt no estaría tan preocupado por ti. Debo recordarte que tú te estás quedando sin tiempo».

Mirando las puertas del ascensor, estaba muy ansiosa.

«¡No le hagas daño! Haré lo que quieras. Estaré abajo de inmediato».

«Sabía que eras una mujer inteligente. No cuelgues el teléfono y no le digas a nadie a dónde vas. Alguien te está esperando abajo. Te quedan 2 minutos y 30 segundos».

Clarence llevó la cuenta del tiempo y escuché una paliza sorda por teléfono.

Parecía que alguien estaba golpeando a Platt con un palo.

Ya no podía escuchar la voz de Platt, y no sabía si se había desmayado o si tenía la boca tapada.

De todos modos, no me atreví a perder ni un momento más y seguí las órdenes de Clarence de ir al estacionamiento.

Clarence seguía contando hacia atrás como una bomba de relojería, y sabía que no dudaría en lastimar a Platt si no llegaba al estacionamiento en tres minutos.

Tan pronto como llegué al estacionamiento, los guardaespaldas, que estaban allí por orden de George, me vieron y caminaron hacia mí a toda prisa.

«¿Adónde va, señora?»

Antes de que pudiera decir algo, un automóvil negro se abalanzó repentinamente y golpeó a los guardaespaldas antes de detenerse con un chirrido frente a mí.

Un hombre abrió la puerta y me hizo entrar.

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