No te pertenece -
Capítulo 1092
Capítulo 1092:
Punto de vista de Helen:
Conocía a George demasiado bien.
Obviamente lo hizo a propósito.
Promocionó mi billete de avión a primera clase y luego compró el billete de avión a mi lado.
Supuse que lo había planeado cuando me llevaba al aeropuerto.
¡Qué astuto!
Le miré con furia.
Aún no sabía cuál era su intención.
Pasó por alto mi mirada furiosa y miró atentamente la pantalla del iPad que tenía en la mano.
Eché un vistazo casual a la pantalla de su tableta y lo encontré mirando el dibujo de un pequeño robot.
Sin duda parecía muy mono.
Me sentí atraída por la belleza del robot, así que lo miré con más atención.
Recordé que cada vez que llevaba a Polly y a Luis de compras, ignoraban otros juguetes y se limitaban a mirar con adoración a estos simpáticos robots.
No querían dejarlo y me suplicaban que se lo comprara.
Pero entonces no ganaba mucho dinero.
Sólo podía hacer frente a los gastos mensuales de la casa, que incluían el alquiler, la compra y las tasas de guardería de los niños.
No me quedaba dinero ni para ahorrar. Así que no podía permitirme comprar a mis preciosos hijos juguetes tan caros.
Los niños eran muy maduros y sensatos así que sabían que yo trabajaba mucho.
Cuando me vieron en un dilema, enseguida dijeron que podríamos volver y comprarlo cuando tuviera más dinero.
Cuando recordaba sus ojos ansiosos, me sentía triste por no poder cumplir sus deseos.
Mientras me perdía en el pasado, George me entregó de repente la tableta.
“¿Te interesan los robots?”.
Miré por la ventana con supuesto desinterés.
“¡No!”
George se rio alegremente.
Mi respuesta no le enfadó en absoluto.
Se limitó a explicarme suavemente:
“Es un regalo que he preparado especialmente para mis hijos. Es un nuevo producto creado por Zhester Technology. No sólo vigila la seguridad de los niños, sino que también puede realizar tareas siguiendo las instrucciones de los niños. También es un compañero de juegos para ellos. Una característica añadida es que los padres también pueden observar a sus hijos en cualquier momento utilizando sus teléfonos móviles. Ya se han programado todas las funciones y está en la fase final de pruebas. Cuando pase la prueba, se lanzará oficialmente”.
No me interesaba lo que podía o no podía hacer.
Sus palabras resonaban en mi mente:
Es un regalo que he preparado especialmente para mis hijos.
¿Estaba planeando visitar a los niños en Burlington?
¿Era por eso que estaba en este avión?
Tenía que estar alerta a su alrededor.
Le miré furiosa.
“Mis hijos no necesitan tu regalo. No te acerques a ellos. No te acerques a ellos sin mi permiso”.
En lugar de acceder a mi petición, cambió de tema y preguntó:
“Helen, ¿Cómo les has explicado a los niños todos estos años que su padre no está con ellos?”.
Respondí fríamente:
“Les dije que tanto su abuela como su padre se han ido al cielo y no volverán jamás. Si apareces, sólo conseguirás asustarles”.
La expresión de George se congeló de repente.
Me dio una gran sensación de placer verlo derrotado.
Su comportamiento tranquilo y sus pensamientos secretos siempre me asustaban. Pero en este momento, me sentí fuerte y estaba lista para desafiarlo.
Pero al cabo de un rato, me susurró al oído:
“Helen, soy el padre biológico de los niños. Es natural que vea a mis hijos. Será mejor que se te ocurra un buen plan para explicarles mi regreso”.
Sus palabras me irritaron.
Me aparté de él, pero el pánico se había instalado en mi ser.
George tenía razón.
Después de todo, él era el padre biológico de los niños.
Yo no tenía derecho a mantenerlos separados… y él tenía derecho a verlos.
Al principio le había ocultado a los niños porque no quería volver a tener nada que ver con él.
También vivía con el temor de que se enfrentara a mí por la custodia de los niños.
En el fondo, sabía que ganaría, dado su estatus y su capacidad.
Yo no tenía ninguna posibilidad de ganar.
Después de darle vueltas, me quedé dormida.
Al cabo de un rato, oí que alguien me llamaba.
Me desperté y vi el rostro apuesto de George junto sus ojos llenos de afecto.
Me sorprendió toda la ternura que había de sus ojos.
“El avión ha aterrizado. ¿Vas primero al bufete o a casa? Te llevo”.
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