No te pertenece
Capítulo 1058

Capítulo 1058:

Punto de vista de Helen:

Cuando me desperté, me encontré tumbada en mi habitación sin recordar nada de la noche anterior.

Intenté levantarme, pero me dolía el cuerpo y sentía que la cabeza se me iba a partir en dos.

Me masajeé la cabeza y me vinieron a la mente varias imágenes a la vez.

Anoche, Kendal me obligó a ir a una cena con Velma y todos los demás, durante la cual Velma y yo bebimos mucho, tuvimos una gran charla.

Me emborraché tanto que no recordaba gran cosa de la noche anterior, pero estaba bastante segura de que George fue quien me llevó a casa.

Lo siguiente que recuerdo es que estaba en una cama…

Jadeé.

En un santiamén, levanté el edredón y revisé mi cuerpo.

Respiré aliviada cuando vi que estaba completamente vestida y que no tenía marcas en el cuerpo.

Antes, cada vez que George y yo practicábamos se%o, solía dejarme muchos chupetones en el cuerpo, como si estuviera marcando su territorio.

Ahora me sentía aliviada y, al mismo tiempo, avergonzada.

¿Esas imágenes eran sólo un sueño que había tenido anoche?

Pero era detallado y vívido…

Por un momento, estuve convencida de que era real.

No podía creer que hubiera soñado con acostarme con George.

No sólo eso, sino que también me sorprendió su influencia sobre mí.

Sólo nos vimos un par de veces, pero ya me tenía confundida.

Ahora, incluso tenía un sueño tan lascivo y vergonzoso.

Mientras estaba sumida en mis pensamientos, sonó mi teléfono, devolviéndome a la realidad.

Sin perder ni un segundo, empecé a recoger mis cosas y me fui al aeropuerto.

Con el equipaje a cuestas, me dirigía al coche cuando, de repente, una escena de mi sueño cruzó mi mente.

En mi sueño, George me besaba y me susurraba con una sonrisa:

“Querida, baja un poco la voz. Las paredes de este apartamento no están insonorizadas”.

Su voz profunda y ronca permaneció en mis oídos durante un rato.

La escena era tan vívida que me preocupaba que pudiera haber ocurrido anoche.

Me detuve en seco y agarré el asa de la maleta.

No podía saber si aquella escena era real o no.

Sin embargo, no podía preguntárselo a George, ¿Verdad?

Si lo hacía, me odiaría a mí misma si me decía que sí.

Me quedé en la puerta mucho tiempo.

Sólo cuando recuperé la compostura bajé las escaleras.

Para mi sorpresa, vi el coche de George aparcado abajo.

Estaba sentado en el asiento del conductor con las ventanillas bajadas.

En ese momento, giró la cabeza para mirarme y me dijo:

“¿Ya te vas? Te llevaré al aeropuerto”.

Al principio dudé, pero acabé aceptando.

Después de meter el equipaje en el maletero, me senté en el asiento del copiloto.

Quería preguntarle qué había pasado anoche.

Si no obtenía la respuesta a mi pregunta, seguramente no me sentiría tranquila, ni siquiera cuando regresara a Burlington.

En el coche, pensé en cómo le preguntaría a George por lo de anoche sin que se notara mi verdadera intención.

De repente, George se inclinó hacia mí.

Sobresaltada, contuve la respiración y me alejé todo lo que pude de él.

“¿Qué estás haciendo?”

Pregunté sorprendida.

“No te has abrochado el cinturón”

Me explicó brevemente mientras me lo abrochaba.

Cuando terminó, volvió a sentarse derecho.

Respiré aliviada.

De camino al aeropuerto, por fin me armé de valor para hacer la pregunta que había estado temiendo.

“¿Cómo llegué a casa anoche?”.

“Te llevé a casa. Estabas muy borracha”

Respondió George con indiferencia.

Asentí con la cabeza en señal de comprensión y continué:

“¿Te… te hice algo anoche?”.

Recordé que, en mi sueño, rodeé el cuello de George con mis brazos y lo besé primero.

Por si fuera poco, incluso me quité la ropa.

Al pensar en esas escenas, volví a sentir vergüenza.

George giró la cabeza para mirarme.

“¿Qué me habrías hecho?”.

No respondió directamente a mi pregunta, lo que me puso más ansiosa de lo que ya estaba.

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