Monica
Capítulo 50

Capítulo 50:

POV: Mónica.

Me dirijo a la sala de juntas y ahí están Ricardo, Ester y un par de empleados más, noto que Ricardo me ve de pies a cabeza hay algo en su mirada que me hace sentir incomoda, pero lo ignoro.

Cuando pregunto por un par de movimientos que no entiendo, Ricardo se molesta y me dice que deje de meter mis narices en su departamento, que él sabe lo que hace, Ester se ve algo nerviosa y yo guardo la calma.

“Verás Ricardo, soy la directora ejecutiva de esta empresa, meto mis narices donde se me venga en gana porque esta empresa es mía y si te pido que me des un informe detallado de esos movimientos lo haces y ya está, si no tienes nada que ocultar no entiendo por qué alterarse”, digo de forma tranquila.

“¿Me estás acusando de algo?”, ruge furioso.

“Para nada, pero tu actitud parece sospechosa”

“Hablaré con tu padre sobre esto”

“Como desees, quiero ese informe a más tardar mañana a primera hora”

Me levanto de la silla y salgo de la sala de juntas.

Estela que estaba conmigo me sigue a mi oficina.

“Muy bien hecho señorita”

La miro y tiene una sonrisa en el rostro.

“Ricardo se ha estado creyendo el dueño desde que comenzó a pretender a la señorita Ester, me alegra que lo pusiera en su lugar”

“Hay algo en él que no me gusta, no entiendo por qué reacciona así, se supone hace bien su trabajo”

Estela me entrega algunos documentos que debo revisar y me pongo en ello, varias horas después suena mi celular y en la pantalla veo el nombre de Alonzo, contesto la llamada.

“Buenos días”. contesto formal.

“¿Por qué no contestas mis mensajes?”

“¿Con quién tengo el gusto?”

“Mónica”

“Estoy ocupada, tú también deberías estar trabajando”

“Solo quería invitarte a almorzar”

“Tengo mucho trabajo que hacer”

“Cariño, sé que ayer no cenaste, hoy te saltaste el desayuno, tienes que comer algo, déjame invitarte”

“Lo de la cena y el desayuno fue tu culpa”

“Por eso déjame compensarlo”

“Está bien”

“Paso por ti en una hora”

“Claro”

“Te amo”

“Chao”

“Amor”

“Está bien, también te amo, te veo al rato”

Cuelgo la llamada y me concentró de nuevo en el trabajo.

Al cabo de una hora, Alonzo aparece en mi oficina con una brillante sonrisa, lo veo, me pongo de pie, tomo mi chaqueta y camino a su encuentro.

Cuando lo tengo enfrente de mí, me toma de la cintura y me da un largo beso.

“Luces preciosa”

“Gracias, tú también estás muy guapo”

No miento, su traje se ajusta perfectamente a su musculoso cuerpo.

“Me alegra saberlo, vamos”

Me toma de la mano y salimos de mi oficina.

Al salir de la oficina y meternos al elevador Alonzo me toma de la cintura y me da un beso lleno de pasión que me hace perder los sentidos, el cual se detiene porque el elevador se detiene un par de pisos abajo.

Nos separamos con una sonrisa tonta en los labios, pero cuando escucho a mis espaldas a Rodrigo.

“No lo sé, Ester, pero tienes que solucionarlo”, dice en tono severo, se nota molesto.

Volteó y se sorprende al verme, su mirada va de Alonzo a mí.

Alonzo no me ha soltado, sus manos siguen apoyadas en mi cintura y le dedica a Rodrigo una mirada seria.

Este último solo se aclara la garganta, él y Ester entran al elevador dándonos la espalda.

“Deberías de dejar de hacer espectáculos en la oficina”, dice Ester sin mirarnos”

“Bueno, nosotros no somos los que venimos discutiendo en el pasillo”, le digo con indiferencia.

Los cuatro bajamos en el estacionamiento, Alonzo me toma de la mano y nos dirige a su auto.

No me extraña que conduzca un auto deportivo, siempre le han gustado, pero igual lo miro con una ceja levantada y él me sonríe.

“No conduciré rápido, tranquila”

“Aun pretendo vivir muchos años”

“No te preocupes”

Me da un casto beso y abre la puerta para que yo entre al elegante vehículo negro.

Una vez dentro, enciende el auto y el sonido del motor es más como un ronroneo, no voy a decir que no me gusta, pero conozco a Alonzo y a veces le gusta conducir de manera imprudente.

Salimos del edificio y nos dirigimos a un exclusivo restaurante de la ciudad, él me ayuda a bajar y sé que nos están fotografiando, pero me da lo mismo, ya me acostumbré a eso.

Entramos y nos dirigen a una zona privada, así tendremos más privacidad ya que es hora pico y el lugar está repleto.

Nos sentamos uno frente al otro, nos traen la carta y pedimos, una vez el camarero nos deja solos mi mirada se cruza con la de Alonzo, él tiene una hermosa sonrisa dibujada en el rostro.

“Te amo”, dice de la nada lo que me hace sonreír.

“Lo dices todo el tiempo”

“Lo sé, pero es que es verdad”

“Me alegra oír eso”

“¿No tienes nada que decir para mí?”, dice levantando una ceja.

“No lo creo”

Entrecierra los ojos, pero antes de que diga algo el camarero se acerca con nuestra comida.

Una vez se retira lo miró con una sonrisa.

“También te amo”

Me mira y sonríe de vuelta.

Hablamos de todo y de nada también le comento mi altercado con Rodrigo y puedo ver como se tensa al saber la forma en la que me trato el tipo ese, pero le aclaro que él no me intimida y si algo esconde lo voy a averiguar.

Una vez terminamos de almorzar me llevó de vuelta a la empresa.

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