Monica
Capítulo 35

Capítulo 35:

La seguí, no sé por qué, pero lo hice, se despidió de todos sus amigos menos del chico que la llevaba abrazada por los hombros desde que salió de la universidad.

Una vez los demás se fueron, él la tomo de la mano, ella le sonreía a él, y conocía esa sonrisa mejor que nadie porque esa era la sonrisa que tenía cuando me veía, no pude seguir viendo esa escena.

Volví a Massachusetts y trate de continuar con mi vida, pero en todas y cada una de las chicas con las que estaba, la buscaba a ella su apariencia, sus ojos, su blanca piel, su aroma, su personalidad, pero ninguna lo tenía, ninguna era ella, ninguna me hacía sentir como me sentía a lado de Mónica, juro que lo intente, pero no lo logre.

Habían pasado unos cuatro años desde que Mónica me dejó, yo ya vivía en Los Ángeles y trabajaba en la empresa de mi familia, estaba completamente estresado, sé que tengo una gran responsabilidad y mis papás confían en mí.

Estaba en mi oficina perdido entre mil documentos cuando alguien entró en mi oficina no me di cuenta hasta que hablo.

“Deberías de relajar ese ceño fruncido, te saldrán arrugas”

Levanté mi vista al reconocer la voz de Isabel, la miré asombrado.

“Tú, ¿Qué estás haciendo aquí?, creí que estabas en Inglaterra”

“¿Así es como me recibes?”

“Sí, perdón, lo siento”

Me levanté de mi escritorio y caminé hasta ella para saludarla con un abrazo.

“¿Qué te trae por aquí?”

“Vine a cerrar un negocio y vaya sorpresa, es con tu empresa”

“¿En serio?”

“Sí, así que pensé que sería buena idea venir a saludarte”

Estuvimos hablando, después de mi platica hace unos años con Miguel le pregunté directamente a Isabel qué sentía por mí, ella me confesó que estaba enamorada de mí y ahí me sentí el peor de los idiotas. Todo este tiempo Mónica había estado en lo correcto.

No pasó nada entre nosotros me alejé de ella, pero seguimos manteniendo contacto no como amigos, si no como compañeros de universidad, pero hoy me sentía cómodo con ella, nos pusimos al corriente sobre nuestra vida y la invité a cenar después del trabajo.

Luego de cenar fuimos a un bar, no sé en qué momento porque realmente no lo recuerdo, terminé acostándome con ella, solo lo supe porque a la mañana siguiente me desperté con una gran migraña y con ella desnuda a mi lado.

Me disculpé con ella y habíamos quedado con hacer como si nada hubiese pasado, pero el mes siguiente me enteré de que estaba embarazada y ella aseguraba qué era mío porque no había estado con nadie más.

Mi mundo se me vino encima, estaba feliz por ser papá, pero no era la forma ni mucho menos persona, sí, me imaginé teniendo una familia, pero la mujer en mi imagen era Mónica no Isabel, ahora tenía que hacerme responsable por mis actos.

Lo correcto era darle lo mejor a ese niño que venía en camino y eso incluía una familia, le pedí a Isabel qué se mudara a Los Ángeles y le propuse matrimonio.

Cuando Isabel tenía ya dos meses de embarazo siempre me reclamaba qué no la tocaba qué cómo es que ella era mi prometida, lo intenté, pero no pude por el hecho de saber que por ella perdí a Mónica de manera indirecta.

Sé que no fue su culpa si no mía, por no poner límites, me hacía sentir mal.

Un día discutimos por esa situación y me atreví a decirle en un arranque de enojo que ella no era Mónica, qué a quien yo quería para que fuera la madre de mis hijos era al amor de mi vida, no ella.

No sé qué sucedió, pero de repente Isabel comenzó a sentirse mal, su vientre dolía y comenzó a sangrar, la lleve de inmediato al hospital, pero fue tarde, terminó perdiendo al bebé.

Me sentía realmente mal, había perdido a mi hijo y había sido mi culpa, los médicos dijeron que le sería difícil volver a embarazarse, qué de hecho ese bebé había sido un milagro para ella, y por mi culpa lo perdió.

Me quedé a su lado, no podía dejar a Isabel después de lo que pasó por mi culpa, me prometí que intentaría hacerla feliz qué sólo la dejaría el día que ella decidiera marcharse.

Tengo dos años de relación con Isabel, ella insiste en que ya es tiempo de casarnos y le he estado dando largas al asunto, primero use la excusa de que ella debía recuperarse y después el hecho de que tenía una gran responsabilidad en la empresa.

Estaba ocupado, pero para ser sincero, quería que ella se hartara de mí y me dejara, no la amo, pero las excusas se me están acabando.

Sin embargo, había hecho una promesa y si casarse conmigo la hacía feliz pues eso iba a hacer.

Mis padres me repetían qué no me veían feliz, qué no siguiera con ese compromiso que lo que había pasado no era mi culpa, pero no podía ver a Isabel y no sentirme culpable, más cuando ella hablaba de cómo sería ahora nuestro hijo.

Papá me llamó y me dijo que hoy no iría a la oficina qué tenía que encargarme de todo yo porque tenía una reunión que asistir con mamá.

Estaba desayunando con Isabel cuando recibí la llamada.

“¿Reunión hoy? ¿Estás seguro?”

“Sí, es más un evento social”

“Oh, entiendo, no te preocupes, yo me encargo de todo”, dije.

Pero al parecer papá tenía su teléfono en altavoz y escuche a mamá cuando le dijo que estaba tan contenta porque Mónica estaba de regreso, mi corazón se detuvo en ese instante y mil emociones me golpearon a la vez, ella volvió, mi amor está de vuelta.

“Hijo, tengo que dejarte te llamo después”, dijo papá trayéndome de vuelta a la realidad.

“¿Qué dijeron tus padres?”, preguntó Isabel.

“¡Oh! Nada, que no irán a la empresa hoy”

“Está bien”

Terminamos de desayunar y me despedí de Isabel dándole un beso en la frente, siempre le doy un pequeño beso en los labios. pero hoy me sentía extraño y no quería besarla.

Ella me miró extrañada, pero la ignoré.

“Te veo después”, le dije.

“Está bien, te amo”

Ella siempre me dice que me ama, pero yo jamás he podido decirle esas palabras a nadie más después de Mónica. Salí del ático en el que vivía con Isabel y me fui a la oficina, el saber que ella estaba en Los Ángeles despertó mil emociones en mí, estaba emocionado, quería verla y tenerla frente a mí.

POV: Isabel.

Mi nombre es Isabel Kent mi familia ha tenido comodidades, pero no somos millonarios, obtuve la oportunidad de estudiar en Harvard y mis papás están haciendo un esfuerzo enorme para que lo haga.

Al llegar al campus me siento y veo entrar a un chico alto, tal vez mide uno noventa, tez blanca, con un cabello rubio oscuro casi castaño es bastante atractivo y no tardó en recordar que lo he visto en las noticias y como no, es el heredero de los Spencer, vaya suerte la mía, tengo la joya de la corona como compañero.

Sé muy bien que soy atractiva, no me costará nada hacer que caiga en mis redes, nos veríamos excelente juntos y si tengo suerte me casaré con él, así mi vida será resuelta.

Debo admitir que me costó hacerme su amiga, creí poder llegar directo a él, pero ese chico parece que está ciego no me voltea ni a ver ni a mí, ni a otra chica, por un momento pensé que sus preferencias eran otras.

Me hice amiga de sus amigos y poco a poco me fui acercando.

Para mi sorpresa resulta que el príncipe tiene novia y es nada más y nada menos que la heredera Harper Giordano.

Era de esperarse, pero ella es una niña, que le puede dar una mocosa a él, yo le puedo enseñar lo que es una mujer de verdad.

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