Mi nueva oportunidad -
Capítulo 1
Capítulo 1:
P.O.V. de Sapphire
“Yo, Leonard Nico McCain, te rechazo a ti, Sapphire Beyonce Jackson, como mi compañera”.
Las palabras que salieron volando de su boca con facilidad fueron como varios cuchillos clavándose en mi corazón. Las lágrimas corrieron sin control por mis mejillas. La gente empezó a reírse y a señalar.
“¿Qué? ¿De verdad creías que te consideraría a ti, un culo gordo, como compañero? Tío, estaba esperando a que crecieras para poder rechazarte”. Su voz se burló.
Esta vez las lágrimas que brotaron fueron calientes y furiosas.
“Algún día te arrepentirás de esto, McCain. Lo lamentarás”. Mi voz salió firme y poderosa, a diferencia de la voz temblorosa que había imaginado.
Soy fuerte. Más fuerte que él.
Más fuerte que los mejores guerreros de esta manada.
Más fuerte que el mismísimo Alfa de esta manada.
Una mirada de sorpresa apareció en su rostro. Pronto la cubrió con una mueca.
“¿En serio, Sapphire? ¿Eso es lo mejor que puedes hacer?” Dijo burlonamente.
“¡Ya basta!” Bella, mi mejor amiga, gritó a mi lado.
“¿Y ahora necesitas que alguien más te ayude? Sólo eres débil, Sapphire. Sólo débil”. Se burló.
“Vete a la mierda, McCain”. Willow, mi otra mejor amiga, gruñó.
“No te creas demasiado, Willow. Aún no has encontrado a tu pareja. Seguro que será tan débil como el pobre y débil Sapph”. Sonrió. Una mueca de enfado frunció el hermoso rostro de Willow. Todos sabían que las parejas eran un tema delicado para ella.
Mi lobo gimió al oír la palabra “rechazado”.
Mis puños se cerraron. Respiré hondo y controlé mi ira.
Controlar el demonio que había en mí.
“¿Y ahora qué, Sapphire? ¿Pensando en tus inexistentes padres?” Se burló.
Había ido demasiado lejos. Mi puño se agitó antes de que pudiera detenerme. Mi demonio añadió un poco de fuerza a mi ya poderoso puño. Leo voló por el inmenso césped. La gente a mi alrededor jadeó.
“Sapph. Tienes que parar, ahora mismo”. Dijo Willow a través de nuestro vínculo.
“Sapph, contrólate”. La voz urgente de Bella susurró claramente en mi cabeza.
Volví a respirar hondo. Drew, Gwen, para, le dije a mi demonio y lobo interior. Bien, Gwen, mi lobo estaba cabreado. Se fue a la parte de atrás y se hizo un ovillo, obviamente aún dolida por el rechazo. La miré con compasión.
No dejes que te haga mucho daño, no dudaré en poner más fuerza en tus golpes, gruñó Drew.
Sí, es mi único demonio. sonreí para mis adentros.
Puede que sea un demonio, pero distingue el bien del mal. Vale, gracias, Drew -dije-. No te he ayudado… Puedo sentir tu dolor, recuérdalo, me afecta, dijo ella. Claro que sí, me burlé. Ella no contestó y volvió a mi lobo, ignorándome. Ella nunca admitiría su bondad. Por supuesto, ¿qué demonio admitiría su lado bueno?
Volví a la realidad. Leo subió y gruñó. Su nariz rota ya se estaba curando y el moratón desaparecía poco a poco. Había sacado los colmillos y las garras y estaba en modo de lucha. Gwen gimoteó ante la falta de cuidado de nuestro compañero. Drew se limitó a gruñir. Ignoré a ambos y miré fijamente los venenosos ojos verdes de Leo.
“¿Qué? ¿No puedes superar el hecho de que una chica te haya pegado?”. me burlé, ignorando el dolor de mi corazón.
“Mentí sobre que eras débil, pero no puedo mentir sobre tu peso. ¿Cuánto pesas? 160? 200?” se burló. La diosa de la luna debía de haberse equivocado. Lo juro, nunca dos compañeros en la historia se han encontrado con tanta violencia. Mis dos amigos gruñeron.
¡Arriba, todos! Sapphire y Leonard, venid a mi despacho inmediatamente. Una voz poderosa rugió en mi cabeza. Bella y Willow se detuvieron preparándose para abalanzarse sobre Leo. Todos dieron un respingo y se pusieron pálidos.
El Alfa Graysen no estaba contento.
No podía negarme a sus órdenes, pues ya estaba usando su tono alfa. Gruñí para mis adentros y entré furioso en su despacho. Leonard me siguió poco después.
Abrí lentamente las dos grandes puertas. Preparándome para afrontar la ira y el castigo de nuestro Alfa.
“¿En qué estabas pensando? Podrías haber empezado una pelea”. El Alfa Graysen rugió.
“Lo siento.” Gimoteé. ¿Por qué ocultas mi olor, Sapphire? Si dejas de tapar mi olor a demonio, sabrá con quién está tratando -gruñó Drew. Tentador, pero no gracias, Drew, sabes que no puedo desenmascararlo para evitar llamar la atención -repliqué. Refunfuñó pero no insistió más en el asunto, sabiendo que yo tenía razón.
“Lo siento, señor”. Contestó Leo.
“Vosotros dos, compañeros son vuestros problemas personales, no voy a dejar que problemillas como este afecten a esta manada, ¿me oís?”. Gritó.
“Si señor.” Susurré, mirando al hombre de unos treinta, casi cuarenta años. Vislumbré sus dientes amarillos a través de su mueca.
Nos despidió con un gesto de la mano. Probablemente para llorar no haber encontrado a su pareja, se burló Drew. Gwen se hizo un ovillo. Eso no ha estado bien, fruncí el ceño. Nunca dije que lo fuera, se encogió de hombros. Suspiré exasperada.
“Búscate a otro que te quiera, Sapphire. No me molestes más con esto de la pareja”. Dijo Leo, pasándose una mano por el pelo, dándole un aspecto más sexy y desordenado.
¿Qué demonios, Sapphire? Deja de pensar en lo guapo que está.
Se alejó sin más.
“Voy a hacer que te arrepientas de esto, McCain”. Susurré mientras lo veía alejarse de mí.
Parecía débil por fuera, las lágrimas corrían por mi cara.
Por dentro, mi corazón se endurecía, como si me preparara para los retos que me aguardaban.
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