Mi malvado esposo -
Capítulo 8
Capítulo 8:
Anna POV
Entré en mi habitación y me senté en la cama.
Por qué ella está haciendo esto conmigo. Ella también me odia como mis padres y esposo.
Por qué todo el mundo me odia. Nunca he hecho nada malo en mi vida.
De hecho, nunca he hecho daño a nadie en mi vida.
Entonces por qué me está pasando todo esto. Por favor Dios ayúdame.
No quiero que nadie me odie. Quiero que alguien me quiera.
Me tumbé en la cama ya que no tengo nada que hacer.
Creo que debería preguntarle si puedo hacer un trabajo o tal vez seguir estudiando.
Antes de la boda, quiero ir a la universidad y graduarme con un título.
Y después de eso, quiero encontrar un buen trabajo para poder vivir sola.
Luego quiero casarme con alguien que me ame incondicionalmente y entonces tendremos muchos bebés.
Y viviremos felices con nuestros hijos. Pero ahora eso se acaba de convertir en un sueño.
Creo que debería ir a casa de mis padres.
Voy a preguntarles la razón de su odio hacia mí.
Me estoy cansando de este juego de odio. A veces pienso que debería suicidarme.
Nadie me echará de menos.
Pero no puedo hacerlo. Llámame como quieras, pero no puedo suicidarme.
Puedo dormir un rato. Puse una alarma en mi teléfono y me dormí.
Me desperté al oír la alarma. Lo primero que noté fue que había un plato de comida en la mesa a mi lado.
Me levanté de la cama y vi que eran las 6 en punto.
Me quedan 2 horas para preparar su cena.
Pero sobre el plato de comida quien lo trajo aquí a mi habitación.
Tal vez fue Maria. ¿Pero por qué ella hará eso?
Mi estomago gruño y puse mi mano sobre el.
Mi estomago quiere comida huh. Entré en el baño e hice mis necesidades.
Luego me lavé la cara, me peiné y me hice una coleta.
Salí del baño y me senté en la cama.
Tal vez debería comer. Recojo el plato de la mesa.
Me senté cómodamente en la cama y empecé a comer.
Hmmm, está riquísimo. Todo está perfecto.
No tiene sal ni chile de más.
Me comí todo y bajé con mi plato.
No había nadie en el salón. Tal vez cada uno se fue a su ala.
Lavé el plato y empecé a preparar su cena.
Al cabo de un rato, ya había terminado de cocinar.
Me senté en el salón y esperé a que volviera de la oficina.
Me tumbé en el sofá. Me estaba poniendo nerviosa.
¿Cómo le voy a decir que no puede acostarse conmigo?
Se enfadará, eso seguro. Pero quizá si se lo explico lo entienda.
Tengo que arriesgarme. Es mi marido, seguro que me entiende.
Mi subconsciente me dijo: «¿A quién intentas convencer, a mí o a ti misma? Odiaba cuando mi subconsciente tenía razón.
Oí el claxon del coche y supe que había llegado.
Así que me levanté del sofá y me acerqué a la puerta después de arreglarme el vestido.
Salió de la puerta y le di un ligero beso en los labios y le dije con una pequeña sonrisa «bienvenido marido».
Asintió con la cabeza y se fue a su habitación. Di gracias a Dios porque hoy no me había atacado los labios.
Suspiré aliviada y le seguí hasta el dormitorio.
Se sentó en la cama e hizo un gesto hacia sus zapatos.
Yo lo entendí, me agaché y empecé a desatarle los cordones.
Luego le quité los zapatos y le desaté también la corbata.
«Te he preparado la cena. ¿Quieres cenar ahora o después de la ducha?», le pregunté amablemente.
Me miró fijamente durante unos segundos y luego dijo: «después de la ducha».
Asentí con la cabeza y esperé a que fuera al baño.
Entré en la cocina y llevé los platos de la cocina a la mesa del comedor.
Vino al cabo de unos minutos, le serví la comida y se la comió.
Dejó mucha comida en el plato. Así que me la acabé rápidamente.
Fui a la cocina y lavé los platos.
Me temblaban las manos. Estaba muy nerviosa cuando le seguí hasta nuestro dormitorio.
Él entró primero y luego entré yo.
Se acercó a mí y empezó a besarme los labios.
Empecé a empujarle pero no cedió.
Me mordió los labios con fuerza, grité y me metió la lengua en la boca.
Sentía el sabor de la sangre en la boca y me daban arcadas.
Arrastró sus labios hasta mi cuello y empezó a chupármelo.
Volví a intentar empujarlo, pero gimió y me mordió el cuello.
Grité y empecé a sollozar. Me mordía el cuello con fuerza, como si quisiera sacarme sangre.
Empezó a desabrocharme el vestido por la espalda y en ese momento supe que tenía que pararle.
Le empujé con todas mis fuerzas y se tambaleó.
Entonces me miró con ojos fríos y furiosos que me asustaron mucho.
Mis ojos se abrieron de par en par y estaba a punto de disculparme cuando levantó la mano y me abofeteó con fuerza.
Caí al suelo y mis labios empezaron a sangrar por la comisura.
Lo miré en puro shock y miedo.
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