Mi malvado esposo
Capítulo 24

Capítulo 24:

Anna POV

Entré primero luego él me siguió y cerró la puerta.

Yo temblaba de miedo. No he hecho nada malo. ¿Verdad?

El llamo a alguien y dijo «No dejen entrar a nadie hasta que mi esposa este aqui»

Creo que es su secretaria. Se volvió hacia mí y fue hacia el sofá y se sentó en él.

Me hizo un gesto para que me sentara y yo también me senté mientras jugueteaba con los dedos.

«Sírveme el almuerzo, Anna», dijo fríamente.

Le serví la comida y suspiré aliviada. Creo que no va a hacer nada.

Gracias a Dios» le dije mentalmente a Dios y volvi a sentarme en el sofa.

Termino su comida y me pregunto «Donde esta el postre».

Lo mire confundida y le dije «Umm el postre»

«El postre que te dije que hicieras con la comida» dijo enfadado.

«Pero si no me dijiste nada del postre», le respondí. Él entrecerró los ojos y me gruñó: «Te lo dije. No es culpa mía que no me hayas oído».

«No, recuerdo claramente que no dijiste nada al respecto. Lo habrás olvidado». Dije enfadada.

Jadeé cuando sentí un pinchazo en la cara. Me dio una bofetada lo suficientemente fuerte como para hacerme caer de espaldas en el sofá.

Me agarró la cara y me dijo: «Que no te pegue desde hace dos meses no significa que me contestes».

«Lo siento», dije en voz baja.

Es culpa mía haberle dicho todo esto con rabia. No sé por qué lo hice. Deben ser las hormonas del embarazo.

«Ahora dime qué había dicho Carson para que empezaras a sonrojarte como una tonta». Siseó mientras me agarraba la barbilla y me la apretaba.

Tragué saliva con fuerza y dije «Estábamos hablando y ni siquiera lo conozco. Sólo me tropecé con él y se estaba asegurando de que estaba bien». Puedo decir que no me creyó. ¿Por qué nunca me cree?

Se rió y me dio otra bofetada haciéndome gritar de dolor.

Me limpié los labios cuando sentí algo húmedo en ellos. Miré mi mano y vi que era sangre.

«Sabes que odio a los mentirosos. Entonces por qué coño mientes». Me gritó «Te juro que sólo te digo la verdad», le dije irritada.

Dios mío. ¿Qué me está pasando? Le miré a la cara y su cara parecía asesina.

«Ohh entonces no se porque pero escuche algo como ‘Gracias a Dios. No quiero hacer daño a una chica tan guapa como tú. Soy Carson Walker. Y tu nombre hermoso'». Siseó «Y qué. Sólo me hizo un cumplido, señor. Él…» Antes de que pudiera terminar la frase me cortó de nuevo con una bofetada.

«Desde que dejé de pegarte, hablas demasiado. Sé cómo cerrarte la boca» sonrió malvadamente Me asusté y dije «Lo siento mucho. No sé lo que está pasando. Por favor, no hagas eso. Por favor, perdóname».

Se rió y me tiró del sofá agarrándome de la nuca.

Me hizo sentarme de rodillas frente al sofá y él se sentó en él.

«Sabes lo que tienes que hacer o tengo que recordártelo», dijo y la amenaza era evidente en sus palabras.

Con manos temblorosas, le desabroché el cinturón y le desabroché el botón del pantalón.

Le miré con los ojos llorosos y le dije: «Lo siento mucho. Por favor, no me obligues a hacer eso. Perdóname».

Suspiró, me besó los labios y susurró: «Vale».

Le miré sorprendida y estaba a punto de darle las gracias, pero sus siguientes palabras me detuvieron.

«Puedo follarte el culo en su lugar»

Mi mente se trasladó a aquella noche en la que me violó analmente. Me estremecí cuando sentí tanto dolor que me desmayé.

¿Querría volver a hacerlo? La respuesta es un GRAN NO. No quiero volver a sentir esa cantidad de dolor.

Me miró con maldad y dijo: «Entonces, ¿qué eliges?». Me sequé las lágrimas, desabroché la cremallera del pantalón y me lo bajé.

Me dio una palmadita en la cabeza y se rió «buena elección».

Se apoyó en el respaldo del sofá con un suspiro y las dos manos bajo la cabeza.

Le bajé el bóxer con su ayuda y ahora pude ver claramente esa parte de él que siempre utilizaba para destrozarme.

Era dura como el acero. Me odio después de satisfacerle haciéndole una mamada.

Le miré y vi que tenía los ojos abiertos y me miraba con cara de «Hazlo».

Suspiré y cogí su polla entre mis manos mientras intentaba no mostrar el asco.

Se la acaricié vacilante un par de veces y luego me la metí en la boca mientras intentaba por todos los medios no vomitar.

«Joder», maldijo, me agarró del pelo y me metió la polla hasta el fondo de la garganta.

Tuve arcadas e intenté soltarme el pelo de su agarre, pero no lo conseguí.

Empezó a meterme la polla en la boca y lo único que pude hacer fue esforzarme por respirar entre sus embestidas.

Me soltó el pelo y jadeé en busca de aire.

«Venga, chúpamela», dijo con lujuria mientras se acariciaba la polla.

Volví a tomar esa cosa en mi boca y empecé a chuparla lentamente.

Sólo quiero que termine para poder irme a casa. Ya he terminado por hoy.

Moví la cabeza arriba y abajo y él gimió mientras jugaba con mi pelo.

«Qué bueno, nena. Sigue así», gimió de placer.

Después de 5 minutos, se corrió dentro de mi boca y me lo tragué cuando me lanzó su mirada más peligrosa.

«Lo has hecho muy bien, nena. Nunca me levantes la voz ni me muestres tu actitud.

Porque la próxima vez te voy a hacer papilla», me amenazó.

Asentí con la cabeza y sollocé «No lo haré nunca. Por favor, ¿puedo irme ya a casa? No me encuentro bien».

Me besó el pelo y me dijo: «Puedes irte, pero antes límpiate la sangre de los labios y cúbrete los moratones de la cara».

Asentí y me levanté de mi posición de rodillas y me senté en el sofá durante un minuto para relajar las piernas.

Me dolían muchísimo porque llevaba media hora de rodillas.

Caminé despacio hacia el baño con mi bolso. Me veo en el espejo y suspiro.

Me limpio la sangre de los labios y me aplico una capa de pintalabios.

Me apliqué corrector en la cara para ocultar los moratones y me peiné.

Ahora nadie puede saber lo que ha pasado dentro de la cabaña.

Salí del cuarto de baño y vi que estaba hablando con otra persona por teléfono.

Se acercó a mí, me besó suavemente y me dio unas palmaditas en el culo.

Salí de su camarote y me senté dentro del coche.

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