Mi asistente, mi misteriosa esposa -
Capítulo 562
Capítulo 562:
Lentamente, Eileen se agachó y lo miró. «Bryan, sé que has olvidado el pasado. Pero no pasa nada. Estaré contigo, ayudándote a recordar, paso a paso. Vámonos ya a casa, ¿vale?».
A pesar de las tiernas palabras de Eileen, el rostro de Bryan permaneció inexpresivo, sin mostrar signo alguno de reconocimiento o respuesta.
¿Cómo era posible?
Al darse cuenta, Zelda se acercó y palmeó suavemente el hombro de Bryan. «Te está hablando. Al menos dale una respuesta».
«No la conozco», respondió Bryan, con voz áspera y casi irreconocible para Eileen.
Mientras hablaba, dirigió su mirada a Zelda, señal inequívoca de que confiaba profundamente en ella.
Estaba claro que Bryan confiaba plenamente en Zelda. Tanto, que se negaba siquiera a reconocer las palabras de Eileen.
Las emociones de Eileen se encendieron de repente, instándola a dar un paso al frente sin pensarlo. Pero la mano firme de Zelda la detuvo con suavidad.
«Cálmate», le dijo Zelda. «Si le sobresaltas, puede que no diga ni una palabra».
Las tranquilizadoras palabras de Zelda despertaron un atisbo de esperanza en Eileen. Desesperada, suplicó: «Soy su mujer. Por favor, confíe en mí. Ayúdame a conseguir que venga a casa conmigo».
Zelda repitió las palabras de Eileen a Bryan. Bryan, que había estado distante y concentrado en su tarea, por fin se detuvo. Giró lentamente la cabeza para mirar a Eileen.
Al ver su mirada, Eileen contuvo la respiración, temiendo que su respiración agitada pudiera influir en su decisión.
Pero Bryan sólo la miró un instante antes de volver a centrar su atención en Zelda. «Sólo te conozco a ti», dijo. «Y sólo confío en ti».
Sus palabras hirieron profundamente a Eileen, como una hoja fría y afilada.
Nunca había imaginado que llegaría un día en que no podría hablar directamente con Bryan.
Lo que le dolía aún más era ver a Bryan, que antes sólo se preocupaba por ella, depositando ahora su confianza en otra mujer justo delante de ella.
El dolor era intenso, haciendo que cada respiración se sintiera como una lucha.
Aunque le dolía el corazón, Eileen se levantó e indicó a Zelda que se acercara para hablar en privado.
«Señorita Dury, le agradezco sinceramente todo lo que ha hecho: salvarlo, llevarlo al hospital e incluso publicar su vídeo en Internet», dijo Eileen, haciendo una ligera reverencia. «Ahora me gustaría llevármelo a casa. Muchas gracias por cuidar de él estos últimos días».
La gratitud de Eileen era sincera, pero se sorprendió cuando Zelda dijo: «No puedo dejar que te lo lleves. ¿Sabes cuánto he gastado para salvarlo? Las facturas médicas ascienden a decenas de miles de dólares».
«No te preocupes», replicó rápidamente Eileen. «Te pagaré el doble por tus cuidados».
Para Eileen, el dinero no era un problema en este caso.
«De ninguna manera». Zelda negó con la cabeza, con clara determinación. «¿Comprende mi situación en este momento?».
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