Mi asistente, mi misteriosa esposa -
Capítulo 558
Capítulo 558:
Mirando de nuevo a Bryan, que no había caminado mucho, Josué suspiró profundamente y explicó: «Hablamos de su estado con su médico, preguntándonos si ver caras conocidas le ayudaría. Pero el médico nos advirtió de que podría empeorar su estado, lo que posiblemente le haría rechazar el tratamiento por completo. Por eso no se lo dijimos antes».
La mente de Eileen se agitó, intuyendo que la situación era más complicada de lo que parecía, pero aún no podía encontrarle sentido.
Su mirada se desvió hacia Bryan, y se le hizo un nudo en la garganta cuando empezaron a caerle lágrimas. «Sus piernas…»
«Parece ser el resultado de su caída», respondió Josué suavemente. «El médico cree que tiene suerte de no estar paralizado. Por ahora, sus piernas sólo pueden tratarse gradualmente».
Eileen asintió, su rostro era una mezcla de comprensión y pena. «Lo comprendo. Ya puedes irte. Quiero verle».
Josué extendió el brazo para detener a Eileen. «Su estado no es estable en este momento. Es mejor que no le molestes».
«Josué», la voz de Eileen era suave pero transmitía una autoridad innegable. «Si vuelves a detenerme, dejaremos de ser amigos».
Josue quiso protestar, pero Jacob lo apartó suavemente y le dijo: «Dales tiempo».
Eileen se acercó a Bryan, cada paso lento y cuidadoso. Josué suspiró, viéndola acercarse, con los ojos enrojecidos por la emoción.
Eileen no se atrevió a interrumpirle. Observó en silencio cómo sus piernas, antes firmes, le traicionaban y sus movimientos se volvían torpes y bruscos. El contraste entre este hombre frágil y el Bryan seguro de sí mismo que ella recordaba era asombroso.
Pero en el corazón de Eileen no había lugar para la burla. Estaba agradecida por cada cicatriz. Eran la prueba de que seguía vivo.
Después de casi una hora, Bryan regresó a su sala, con Eileen siguiéndole en silencio.
Al notar su presencia, Bryan miró hacia atrás.
Su expresión era fría y sus ojos carecían de calidez. Con una mirada fugaz a Eileen, se sentó en la cama y cerró los ojos para descansar.
Eileen había compartido innumerables momentos con Bryan, pero nunca se había sentido tan falta de palabras.
Se acercó lentamente, forzando una sonrisa que no se daba cuenta de que parecía incómoda.
«Vi el vídeo en el que buscabas a tu familia. Quiero ayudar. ¿Qué recuerdas? ¿Puedes decírmelo?», preguntó con voz temblorosa.
Pero Bryan no respondió. Ni siquiera la miró.
Simplemente se quedó tumbado, agotado por el esfuerzo de antes, sumiéndose en el sueño.
Eileen no le molestó. Permaneció en silencio, observando su perfil.
Los recuerdos del tiempo que pasaron juntos inundaron su mente: dulces, tristes, dolorosos, alegres… Todo se fundió en una sola emoción: el alivio de que estuviera vivo.
Mientras estuviera vivo, había esperanza.
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