Capítulo 529:

Ruby apenas tuvo tiempo de intercambiar saludos cuando el inesperado sonido de neumáticos chirriando llenó el aire. Una furgoneta entraba a toda velocidad en la comunidad, rompiendo la tranquilidad del momento.

El guardia de seguridad, que no tardó en reaccionar, sacó su pistola eléctrica y ordenó al conductor que se detuviera.

Varios guardias más salieron del puesto de seguridad, dispuestos a intervenir.

Ruby, presintiendo el peligro inminente, se apresuró a llevar a Gabriela a la acera, con el corazón palpitándole de miedo.

Para su sorpresa, la furgoneta se dirigía a toda velocidad hacia ella.

Atravesó a unos ocho guardias y lanzó a unos cuantos por los aires antes de girar y bloquear el paso a Ruby.

En un movimiento desesperado, Ruby cogió a Gabriela, dispuesta a huir, pero sus planes se vieron frustrados cuando un hombre corpulento salió de la furgoneta y le cerró el paso, con una exigencia escalofriante.

«¡Entrega a la niña!»

La mano del hombre contrastaba fuertemente con el tierno traje rosa de Gabriela mientras agarraba su ropa.

Ruby miró hacia atrás y vio a varias personas dentro de la furgoneta.

Uno de ellos estaba asomado, pistola en mano, disparando a los guardias que se acercaban.

Los ecos de los disparos resonaron en el aire. Gabriela, abrumada por el caos, rompió a sollozar y sus pequeñas manos se aferraron desesperadamente al atuendo de Ruby mientras las lágrimas manchaban sus mejillas sonrojadas.

«¡No estás capacitada para cuidar de ella! Iré contigo». Rodeada y sin escapatoria a la vista, Ruby se negó rotundamente a entregar a la niña a esos hombres despiadados.

Eileen le había pedido que cuidara de Gabriela y ella tenía que protegerla.

El hombre, perdiendo la paciencia, agarró a Ruby por el brazo y la metió en la furgoneta.

En el interior, la visión de cinco hombres armados hizo que Ruby sintiera escalofríos.

Abrazada a Gabriela, se armó de valor contra el miedo que amenazaba con invadirla.

La furgoneta aceleró bruscamente y salió del barrio como una flecha, dejando tras de sí un rastro de guardias incapacitados en la entrada.

En la base de la montaña había una comisaría de policía. En cuanto sonó la alarma, se levantaron barricadas, formando una barrera formidable.

El párpado de Eileen se agitó incontrolablemente cuando la rueda de prensa tocaba a su fin, pero se encogió de hombros.

Bryan se dio cuenta de su incomodidad e intervino para responder a las preguntas sobre el Grupo EB.

Cuando el acto terminó y los periodistas se arremolinaron para hacer más comentarios, Bryan protegió rápidamente a Eileen y la acompañó a la salida.

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