Capítulo 522:

La vergüenza inundó las mejillas de Zola al darse cuenta de la atención que estaba atrayendo. Sentía como si todo el mundo en la sala la estuviera mirando, sus miradas agudas y penetrantes, como mil punteros láser apuntando directamente a ella.

Eileen ya no podía tolerar las palabras de Zola, y su reacción fue rápida y feroz.

Su mano, levantada con rabia, golpeó a Zola con fuerza en la mejilla, haciéndola tropezar contra la pared.

«Zola, ¿puedes actuar con normalidad por una vez? Si te pasa algo, ve a un neurólogo en vez de sembrar el caos aquí. Claro que Milford es tu hermano, pero no te mereces el título de su hermana. Fácilmente podría hacer que cortara lazos contigo. Es que no quiero que sienta que está fracasando o que es una carga». dijo Eileen.

Milford, ya adulto, tenía que tener en cuenta su propio orgullo. El conflicto en curso podría proyectar una sombra duradera sobre su estado mental, convenciéndole potencialmente de su inadecuación, de su incapacidad para ser autosuficiente, haciéndole sentir como un problema y una carga.

Por eso Eileen había dudado antes en intervenir directamente.

Prefería que Milford manejara la situación por su cuenta.

«¿Me estás amenazando?» replicó Zola, acunándose la mejilla enrojecida, con los ojos afilados y amenazadores bajo el pelo alborotado. «¿Crees que porque Bryan esté de tu parte puedes hacer lo que quieras? Que puedes…»

«No me hagas abofetearte otra vez. O hablas con respeto y te ocupas de Milford, o te quedas callada», atajó Eileen, frotándose el brazo dolorido. Ignorando a Zola, continuó: «Ya me he puesto en contacto con su escuela para que le den alojamiento. Lo que haga durante sus descansos es cosa suya».

Discutir con Zola no tenía sentido. No llevaría a ninguna parte.

Eileen prefirió no decir nada más. En ese momento, una enfermera sacó al inconsciente Milford al pasillo.

Eileen las siguió hacia la sala, con Zola detrás en silencio, con la mano mesándose el pelo para cubrirse la mejilla enrojecida.

Pero justo cuando Eileen estaba a punto de entrar en la sala, Zola la agarró de la muñeca. «Eileen, créeme, es sólo cuestión de tiempo… Lo perderás todo. Estaré allí para verte romper a llorar».

«Vete a casa, Zola. Duerme un poco», interrumpió Eileen con calma. «En sueños, puedes tener todo lo que desees».

Con esas palabras, Eileen entró en la sala.

Una vez que la enfermera puso a Eileen al corriente del estado de Milford y se marchó, Zola no aparecía por ninguna parte.

El médico informó a Eileen de que Milford probablemente no se despertaría hasta última hora de la tarde. Eileen se quedó un rato y se dio cuenta de que Bailee no había vuelto de pagar la factura.

Pidió indicaciones para llegar al mostrador de facturación de la enfermería y estaba a punto de buscar a Bailee cuando vio al padre de Huey, Frankie Baker.

Había visto a Frankie una sola vez en un complejo turístico y no lo había vuelto a ver desde entonces.

Por aquel entonces, Frankie era un hombre alegre con una larga cabellera negra.

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