Capítulo 441:

Cuando salieron del restaurante y se acercaron al scooter de Roderick, un hombre se dirigió hacia ellos con billetes de lotería en la mano.

«Hola, ¿les gustaría probar la lotería?».

«No, gracias», le despidió Roderick cortésmente.

Pero el hombre insistió. «Venga, inténtelo. Nuestra lotería está respaldada por una nueva empresa. No te cobramos nada si no ganas, y sólo una pequeña comisión si lo haces». El hombre promocionó con entusiasmo el billete de lotería. «Además, puedes pagar más tarde si ganas».

Roderick miró a Eileen, con los ojos llenos de una mezcla de curiosidad y escepticismo. «¡Es demasiado bueno para ser verdad! Eileen, ¿te parece de fiar?».

Eileen agarraba su bolso con una mano y en la otra sostenía un billete de lotería que le había dado el vendedor. Después de rascar el billete, descubrió que no había ganado ningún premio.

«Mira, no me ha costado ni un céntimo», dice mientras tira el billete a la papelera.

Iba a coger otro, pero el vendedor intervino de inmediato. «Perdone, señorita, pero sólo podemos dar un billete por persona».

«Bueno, en ese caso, he terminado aquí». Eileen se volvió entonces hacia Roderick y le dijo: «Deberías intentarlo».

Roderick seleccionó un billete y lo rascó ligeramente. Como no estaba familiarizado con el proceso, no sabía si había ganado.

El vendedor le cogió el boleto y, con voz temblorosa por la emoción, anunció: «Señor, acaba de ganar un millón de dólares».

Roderick se quedó de pie, atónito, incapaz de comprender la noticia.

«¡Dios mío, voy a recibir una comisión de diez mil dólares!». El vendedor estaba encantado. «¡Señor, es usted increíblemente afortunado! Si tiene un momento, ¿podría acompañarme a hacer los trámites? No olvide traer un documento de identidad».

«Un momento…» Roderick, aún incrédulo, preguntó: «¿Habla en serio? ¿Cómo es posible que sea un millón?».

El vendedor se puso a su lado y le explicó cómo verificar el boleto con los números ganadores.

Observar la expresión de confusión de Roderick le trajo a Eileen recuerdos de cuando era niño y siempre iba detrás de ella.

Roderick se creía todo lo que decía Eileen.

Aunque se había hecho mayor, su ingenuidad no había cambiado en absoluto.

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