Capítulo 361:

Ella no podía saber si estaba contento o enfadado; sus ojos eran un libro cerrado.

Al cabo de un momento, Bryan se levantó del suelo. Su alta estatura resaltaba con la luz, sus labios una línea firme mientras miraba fijamente a la niña.

La niña, confundida por la escena, balbuceó. Cansada, se dio la vuelta, agitando sus manitas.

«Tiene sueño». Eileen se levantó cuando la voz del bebé se acercaba a un llanto. «No llores, mamá está aquí».

Hizo la cama para el bebé y se tumbó con él. Cogió el chupete de la mesilla y se lo llevó a la boca a Gabriela.

Gabriela se agarró al brazo de Eileen y empezó a chupar el chupete. Sus ojos brillantes no tardaron en desenfocarse.

La habitación se oscureció de repente.

Bryan había apagado la luz. Cuando Eileen miró hacia atrás, le vio salir de la habitación.

Se le apretó el corazón. Se mordió el labio y siguió calmando a Gabriela para que se durmiera.

Bryan salió, con la mente en caos. Llegó a la ventana del tercer piso, donde soplaba el cálido viento nocturno.

Su pelo medio seco se secó rápidamente. Buscó un cigarrillo, pero recordó la prohibición de Eileen durante su estancia en el hospital. En el futuro no podría fumar cerca de Gabriela.

Diez minutos después, Eileen salió de la habitación. Vio a Bryan al final del pasillo, apoyado en la pared, con la cabeza echada hacia atrás mientras luchaba por controlar sus emociones.

Se acercó lentamente, bajando la cabeza ante él, sin saber qué decir.

Sólo se preguntaba si Bryan se alegraría de saber que Gabriela era su hija. Pero nunca se había planteado si él podría aceptar una revelación tan repentina. ¿La culparía por haber tenido el bebé sin su consentimiento?

El corazón de Eileen se llenó de inquietud mientras Bryan permanecía en silencio, una sensación de asfixia la envolvía.

De repente, bajó la cabeza y extendió los brazos.

Con las venas prominentes en el dorso de las manos, la agarró por los hombros, con voz temblorosa. «¿Te quedaste en el extranjero para esconderte y tenerla?».

«¡Sí!» Eileen le miró. «Lo único que quería era darla a luz sana y salva, aunque… aunque tú no estuvieras conmigo. Seguiría teniéndola».

Los ojos de Bryan brillaron de emoción. «Me haces sentir como un fracasado, como un padre inútil que no podría cuidar de la mujer que ama».

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