Mi arrogante esposo
Capítulo 12

Capítulo 12:

Anna POV

Dios mío. Ahora, ¿qué regla he roto? Digo solo llegue un poco tarde a hacerle la cena.

Jadeé internamente me dijo que no le dijera a nadie lo que está pasando dentro de nuestro dormitorio Y se lo dije a mis padres. Ahora me va a matar.

«Lo siento», dije en voz baja mientras miraba hacia abajo.

Se me va a amoratar la mejilla. Voy a ponerme hielo después de cenar.

«Lo lamentarás cuando no cenes esta noche ni desayunes mañana». Dijo con voz malvada.

Suspiré y dije «Ok señor».

«Ahora vete y hazme la cena rapido o no te dejare esta noche» siseo y corrí a la cocina.

Hice su cena rapidamente y Maria me ayudo en silencio.

Pero todo el tiempo estaba llorando. Hoy es el segundo peor día de mi vida.

Mi primer peor día fue cuando llegué a esta vida.

Me sequé las lágrimas y llevé los platos a la mesa del comedor desde la cocina.

Él ya estaba sentado en su sitio y fumaba.

Le serví la comida y me hizo un gesto para que me acercara.

Me acerqué vacilante y le quité el cigarrillo de la boca.

Lo sostenía en la mano y con la otra me agarraba la mano.

Pensé que me iba a tirar en su regazo, pero apretó el cigarrillo encendido contra mi mano.

Grité tan fuerte que todo el personal salió de su habitación.

Pero aún así no lo dejó, me quemó la mano por cinco sitios con ese cigarrillo.

Lo único que podía hacer era gritar y suplicarle que lo dejara.

Cuando acabó, me dejó la mano. Me la llevé al pecho y sollocé.

Me agarró la barbilla, me la apretó y me dijo: «La próxima vez, si no sigues mis normas, habrá consecuencias. Entiéndelo».

Asentí y lloré en silencio. Todos me miraban con lástima.

De nuevo me sentí avergonzada. Dios, me duele mucho la mano.

¿Qué he hecho para merecer esto? Tal vez sea la maldición de mi madre.

Estoy viviendo un infierno. Pero no quiero esto.

Me dijo que le sirviera la comida y se la serví con manos temblorosas.

Gracias a Dios no derramé nada, de lo contrario me habría matado.

Cenó rápido. Yo también tenía hambre pero tengo que esperar hasta la comida de mañana.

Terminó y subió y yo cogí los platos de la mesa y me fui a la cocina.

Los lavé pero el dolor no disminuía. Me moqueaba.

Maria entro en la cocina y me seque las lagrimas pero no paraban.

Vino hacia mí y me puso la mano bajo el agua fría.

Después de unos minutos, me la limpió con una gasa y me dio una crema.

Estaba a punto de darle las gracias, pero salió de la cocina.

Subí a mi habitación y vi que estaba de guardia.

Estaba a punto de sentarme en la cama pero me entraron ganas de vomitar.

Así que me tapé la boca con la mano y corrí al lavabo.

Vomité en el retrete y tiré de la cadena. Cuando me levanté me sentí mareada, así que me apoyé en la pared.

Al cabo de unos minutos, me cepillo los dientes y me lavo la cara.

Mi piel se está poniendo pálida. Me sequé la cara con una toalla.

Salí del cuarto de baño despacio. Ahora estaba sentado en la cama.

Caminé hacia él, me senté en la cama y me quité la ropa.

Como él puso una nueva regla, tengo que desnudarme por la noche en nuestro dormitorio.

Me tumbé en la cama y vi que él también se había quitado la ropa.

Esperé el dolor y llegó en menos de un minuto cuando él empujó su polla dentro de mi vagina con dureza.

Hoy era diferente. Me estaba follando muy brutalmente.

Yo gritaba y le decía que parara o que al menos fuera más despacio.

Pero como siempre, me ignoró. Lo único que pude hacer fue tolerarlo empezando por mi lugar favorito, el techo.

Cuando terminó se durmió y yo salí de la cama y cojeé hasta el baño.

Me duché, me apliqué el grito para las quemaduras y me puse el pijama.

Me tumbé en la cama y me dormí.

Al día siguiente me desperté y vi que me estaba haciendo la cucharita.

Entré en el baño y volví a vomitar.

Vale, hoy le pediré permiso. Definitivamente me pasa algo.

Me lavé los dientes y me duché.

Me puse un vestido blanco y me apliqué de nuevo la crema en la mano.

Bajé a la cocina y le preparé el desayuno.

Mi estómago gruñó y le di unas palmaditas. Tengo mucha hambre.

Pero tengo que esperar a comer. Después de prepararle el desayuno, me dirigí a la habitación y le desperté mientras dormía.

Se despertó y tiró de mí. Caí sobre él y grité.

Me besó profundamente y me pellizcó la cintura. Yo jadeé y él me metió la lengua en la boca y me la destrozó.

Después de saciarse, me empujó, caí al suelo con un ruido sordo y grité.

Me levanté del suelo con lágrimas en los ojos. Le dije que su desayuno estaba listo.

Salí de la habitación después de que él fuera al baño.

Me sequé las lágrimas y entré en la cocina.

Vino, le serví la comida, se la terminó y le pedí permiso para ir al médico.

Me dijo que podía ir, pero con la doctora. Le di las gracias.

Se fue a la consulta y suspiré aliviada.

Reservé cita con el mismo médico que había visitado.

Me tumbé en el sofá y dormí en él un rato.

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