Mamá psicóloga -
Capítulo 94
Capítulo 94:
POV Lucas
“¿Es porque no puedes mentirme?”
Ella alza una ceja”
“O porque quieres que de algún modo te ayude…”.
“Vale, quiero que vayas a casa el próximo mes, quiero que digas que te la presenté y que té ha parecido una buena chica”; admito.
“A papá le gusta que tú digas que apruebas las cosas, ¿Verdad?”
“No es que le guste, es que tienes la cabeza muy dura”, ella sonríe.
“Además, quizás si me hubieses dicho todo por teléfono lo habría rechazado, pero ya que mi hermanito vino aquí voy a ayudarlo”.
“¿A cambio de…?”
“Hay un lindo diseño de invernadero que vi en una revista hace unas semanas”, sonríe.
“Incluso podría pintar en él”
Ella se pega mucho más a mí haciendo un puchero.
“Podría ver el bosque mientras pinto y Welly dormiría más feliz”.
“¿Por qué yo?”
“Porque eres mi hermanito y no quiero que papá siga gastando dinero en mí”.
“Ah, por eso debo pagar yo verdad”.
“Voy a ayudarte Luc, no seas egoísta”.
“Bien”, respondo.
“Te pagaré la reforma y todo lo que quieras, pero debes ir a cenar cuando te diga”.
“¡Genial!”, dice besando mi mejilla.
“Cuéntame más sobre esa chica, que tan encantadora es como para que le propusieras algo tan loco como mentirle a mami cuando sabes que ella no cree casi nada”, me recuerda.
“Tiene un detector de mentiras, gracias a ti”.
“Tú también mentías, Lulu”, le recuerdo.
“Más seguido que yo y siempre terminaba cubriéndote tus historias, incluso aquella vez cuando trataste de dormir con ese antiguo profesor tuyo que te dio la confianza de hablar”, le explico.
“No hables de eso, sabes que fue un terrible error que no pienso repetir y prometiste no hacerlo otra vez”.
POV Beatriz
Una semana después
Respiro hondo mientras siento que esto no es correcto, pero recuerdo que tampoco tengo muchas más opciones y admito que me siento mucho más seguro con el que sola.
La última semana fue de dudas y reproches, intenté llamar a mi madre, pero una vez más al escuchar mi voz me colgó.
“¿Estás bien?”
El chico a mi lado ladea su rostro genuinamente preocupado por mi expresión, pero es que realmente me siento mal por irme con él.
Muevo mis ojos por el desierto apartamento donde he estado hasta hoy.
Siento mi corazón desprenderse de algún modo de esta seguridad y solo alejo la vista cuando una mano toca ligeramente mi hombro.
“Te prometo que todo estará bien”, dice él.
“¿Qué te gustaría sanar hoy?”
Sonrío ligeramente mientras entiendo que está tratando de cambiar el tema para sentirme mejor.
Me encojo de hombros antes de intentar tomar mi maleta, pero mi doctor simplemente la toma más rápido que yo.
“Hablemos de como haremos las cosas desde ahora”, dice él.
“Bajemos al garaje, tomemos el auto de mi hermana y después vendré por el mío”.
“Oh, eso no es necesario”, le digo.
“No tengo muchos lugares donde ir, me quedaré en casa y…”
“No es necesario”
Él me mira.
“Sé que no puedes hacer esfuerzo, pero creo que te conseguiré un empleo en mi clínica”.
“¿Un empleo?”
Alzo mis ojos a él con esa emoción en mis ojos.
“¿Para mí?”
“Por supuesto, ¿Estudiaste alguna cosa?”, me pregunta.
“O tienes experiencia en algún tipo de trabajo específico”.
“Mmmm, soy repostera”, admito.
“Mi madre no me dejó muchas opciones, así que hice un curso especial en eso.
Me siento un poco triste.
“Sé que no es una profesión muy glamurosa, pero…”
“Todos los trabajos son importantes”, responde.
“Además, porque no estudiar algo más si lo deseas”
Lo miro.
“¿Qué te hubiese gustado hacer?”
“Realmente no he pensado en eso”, admito.
“Como nunca tuve muchas opciones y en el futuro probablemente no podría hacer otra cosa que quedarme en casa no lo he pensado”.
“Deberías hacerlo”
Ambos llegamos al garaje.
“La vida es mucho más que cuidar de los niños”
Él me sonríe.
“Eres un chico inteligente, estoy seguro de que puedes lograr cualquier cosa que te propongas”.
“Gracias por decir eso”
Susurro con mi corazón ardiendo de un modo distinto.
Acaricio distraídamente mis muñecas mientras Lucas abre la puerta para mí y un escalofrío me recorre ligeramente cuando el frío de la tarde se hace con una ligera brisa.
El hombre que continúa sosteniendo la puerta saca su chaqueta, la coloca sobre mis hombros y luego cierra la puerta.
No sé qué decir, así que me quedo en silencio.
El calor que desprende la prenda masculina se mezcla con ese aroma agradable que mi doctor siempre lleva consigo y cierro mis ojos por unos minutos.
Disfrutando de la seguridad que me hace sentir el simple hecho de que su ropa esté rodeando mis hombros.
“Te prometo que mi casa es bastante agradable”
Él prende el auto.
“Tenemos que acomodar tu habitación, pero mañana le pediré a alguien que lo haga”, suspira.
“Hoy puedes dormir en mi habitación, me quedaré en el sofá”.
“Oh, eso no es necesario, de verdad, puedo dormir en el sofá, hasta hace poco estuve durmiendo en…”
“Dormirás en la cama, qué tipo de hombre dejaría a una mujer embarazada en el sofá habiendo una cama”.
“Pero es su casa, yo solo soy una extraña”.
“Ahora somos amigos”, dice él con tranquilidad.
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