Mamá psicóloga
Capítulo 80

Capítulo 80:

POV Lizbeth

“Ya estoy bien mami”

Lucia sube a la cama hasta los dos.

“Además Lulu dijo que hablaría mucho si no te vas, me gusta escuchar a mi hermana hablar hacía años, no lo hacía”

“Yo también estoy muy feliz de que lo haga”

Beso a mi pequeña niña.

“Por eso vamos a hablar mucho desde ahora”, suspiro.

“Su padre me contó que…”

Pienso por un momento en la forma correcta de hablar de esto.

“Que fue gracias a mí que su otro papá los sacó del coche el día que las cosas malas pasaron”.

“Lulu lo sabía”, dice Lucas.

“Yo también me acordé cuando te vi mami”

Lucas lleva una mano a mi mejilla.

“Por eso quería que fueras la mamá de Lulu, eras buena”

“¡Oh!, tesoro, estoy tan feliz”

Beso a mi niño.

Luego me quedo con ellos en mis brazos durante unos instantes y supongo que quizás esta es una señal del destino.

Porque soy feliz.

Más feliz de lo que he sido nunca y Jeremías es un hombre maravilloso al que no pienso dejar escapar.

Sonrío pensando que quizás sí que hagamos este matrimonio algo real.

Decido que no me alejaré de estos niños otra vez y me digo que seremos una familia, la mejor de las familias.

Salgo de la habitación después de que los niños acceden a darse una ducha bajo las escaleras lista para cocinar una cena para todos, pero ese plan se va a la basura cuando Jeremías sale de su despacho con prisas.

“¿Te vas?”

Mi marido se acerca.

Luego me besa rápidamente y acaricia mi mejilla antes de hablarme con firmeza. No me gusta la mirada en sus ojos.

Pero no puedo decir absolutamente nada por qué él no me lo permite.

“Voy a resolver todo ahora”, me informa.

“Cuida de mis niños y espera a que regrese, me haré cargo de todas estas cuestiones con mi tío y volveré para estar con ustedes una vez más”, duda un instante.

“¿Sabes? Quiero decirte que te amo, te deseo y voy a hacer todo para que seamos una familia”.

“Jeremías yo…”

“Dilo cuando regrese”, me responde.

“Quiero besarte hasta quedarnos sin aire cuando te escuche decir lo que sientes por mí”

POV Jeremías

Bajo de mi auto, tomando una respiración profunda, miro el reloj en mi muñeca calculando cuanto tiempo tengo antes de que llegue la policía y tomo los documentos de mi carpeta antes de caminar directamente hacia la casa de mi tío.

Le pido a la empleada doméstica que le informe de qué estoy aquí y frunzo el ceño cuando veo a su esposa y los dos chicos acercarse desde el comedor junto a él.

Paso una mano por mi cabeza, maldiciendo que estén presentes.

“¿Qué haces aquí Jeremías?”, gruñe el desgraciado que mató a mi hermano interpretando su estúpido papel que nos ha mantenido engañados durante años.

Contengo mis ganas de matarlo con mis propias manos antes de hablar con él.

“Debemos hablar a solas”

Miro a su mujer.

“Pueden irse a dar una vuelta”

Mi tío frunce el ceño, pero no dice una palabra.

“Realmente necesito hablar a solas con Anthony”

“Pero…”

“Váyanse”, le repite mi tío después de unos minutos.

“De todas maneras, ni siquiera los quería aquí”

La mujer de mi tío niega.

Ella toma a sus dos hijos de la mano y los lleva con ella hacia la puerta, me doy cuenta de cuan cruel puede ser este hombre al verlo tratar de esa forma a su mujer frente a sus dos hijos que no pasan de los diez años.

“¿Hablamos aquí o en la oficina?”

“Realmente me da igual”.

Soy cortante.

Él se encoge de hombros señalando los sofás de su sala de estar y lo observo subirse un trago antes de dejarse caer en uno de ellos.

“¿Y bien, ya puedo regresar a la empresa?”

“No”, respondo.

“No vas a regresar a la empresa o algún lugar que no sea la cárcel”

La sonrisa en sus ojos desaparece.

“¿Cuánto tiempo crees que podrías engañarme?”

“No sé, dé que hablas, es imposible que encontraras algo mal en la farmacéutica yo…”

“No estoy hablando de eso, sé que te encargaste de ocultar perfectamente todo para la investigación”

Lanzo los documentos que llegaron y que no sirven para nada.

“¿Qué tanto dinero le pagaste a los auditores?”, grito.

“¡Respóndeme!”

“No le he pagado nada a nadie y si no tienes pruebas porque estás diciendo que no puedo regresar, ¿Por qué dices de ir a la cárcel?”

Él ladea la cabeza.

“Me estás calumniando y eso es delito, Jeremías”.

“Asesinar a un hombre inocente también lo es”, le digo.

“Empujar a una mujer por un acantilado también lo es y ni hablar de lo horroroso de asesinar a una mujer embarazada”.

“Yo no sé dé que estas…”

“¡Para por favor!”, grito con la bilis en mi garganta.

“Me das arcadas tío, si es que puedo llamarte así cuando fuiste capaz de asesinar a mi hermano”.

“¡Qué m!erda estás diciendo!”

Se pone en pie con prisas.

“¿Como te atreves a acusarme de una estupidez como esa?”

“No es una estupidez, lo es todo, tengo las pruebas y tú vas a podrirte en la cárcel Anthony”

Lanzo las copias de toda la información a sus pies.

“Hace cuatro años Darwin también descubrió todo esto, también juntó las pruebas, pero no pude encontrarlas hasta ahora”, asiento sarcásticamente.

“Tengo una investigación privada también para demostrar todo lo que has estado haciendo a mis espaldas en la compañía así que deja de lucir indignado”.

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