Mamá psicóloga
Capítulo 33

Capítulo 33:

POV Jeremías

La rueda de la fortuna al fin se detiene.

El técnico de la atracción abre la puerta de la cabina y Lizbeth se pone en pie de un salto.

“Lizbeth espera un…”

“¡No digas ni una palabra!”, prácticamente me chilla.

“Lleva a los niños a casa, voy a regresar al hospital”.

Mi esposa corre fuera de la plataforma donde se ha detenido la cabina.

Tomo a Lucia en brazos antes de correr con Lucas tras ella y consigo detenerla antes de que

pueda entrar a su auto.

Le pido a mi hijo sentarse en uno de los bancos cerca del estacionamiento para poder hablar con mi esposa.

“¿¡Por qué estás yendo al hospital de repente!?”, cuestionó impidiéndole entrar en su auto con una de mis manos.

La mujer que ni siquiera me mira a los ojos da un ligero pisotón en el pavimento.

“¡Por favor no quiero hablar ahora, solo déjame ir!”

“¡No puedo hacerlo!”, gruño molesto.

“Tenemos que hablar de…”

“¡No hay nada de qué hablar!”, grita ella antes de que termine mi frase.

“Está a punto de tener un ataque de pánico, solo te use para detenerlo y no hay mucho más ahí, así que no tenemos que hablar de esto”.

¿Me usó?

¿¡Por qué me molesta que diga eso!?

“Si no hay nada que hablar porque está huyendo”, le cuestiono.

Ella me mira directamente a los ojos.

Sus labios hinchados están ahora ligeramente descoloridos.

Su rostro rojo comienza a adquirir un poco más de ese rubor tan encantador que no debería gustarme y luego habla tratando de lucir confiada.

“No estoy huyendo, solo no quería hacerlo incómodo para ninguno de los dos”, admite.

“Además no quiero que hagas ningún comentario de sagradamente o digas algo que me haga sentir mucho más…”, muerde su boca.

“Extraña, solo lleva a los niños a casa, iré al hospital y mañana estaré en casa para el desayuno”.

“Somos adultos”, le digo.

“Esto fue algo que no se pudo evitar y que no tiene importancia, así que no tienes que pasar la noche lejos de casa…”

“Lo sé, sé que no tiene importancia, pero necesito…”, duda.

“Necesito estar lejos de ti y toda esta situación”, murmura.

“Necesito procesarlo, así que cuida de los niños y mañana en el desayuno hablaremos”.

POV Lizbeth

Corro lejos del parque de atracciones sin mirar atrás.

Mi pecho late como loco mientras siento que el mundo está a punto de terminarse para mí por lo que acabo de hacer.

Pero lo que realmente me preocupa es el hecho de que mi esposo, ese molesto hombre con quien me casé y no por amor precisamente me devolviera el beso.

Freno el coche en el estacionamiento del hospital.

Golpeo mi cabeza contra el volante mientras me digo una y otra vez que quizás él solo se confundió por un instante, pero esas sensaciones desbordadas…

Ese calor sigue golpeando fuerte dentro de mí.

Camino hacia la habitación del hospital donde está mi padre con calma.

Me quedo en la puerta un segundo cuando veo la silueta de mi madre, es bastante temprano, aun así simplemente sonrío entrando a la habitación.

Los ojos de mis padres se mueven en mi dirección.

El rostro cansado de mi padre se ilumina con una pequeña sonrisa.

“¡Lizbeth!, mi niña, me preguntaba cuándo vendrías”.

“Estoy algo ocupada papi”, me excuso antes de acercarme a la cama para besarlo en la mejilla.

“¿Qué tal este nuevo hospital?”

“Está mucho más cómodo que el otro”, comenta.

“Pero me preocupa porque estoy aquí o como estas pagando por todo esto mi niña”.

Me siento al borde de la cama.

Tomo la mano de mi padre antes de mirar por un segundo a mi madre.

No creo que sea razonable decirle la verdad de todo a papá porque no quiero que se sienta como una carga o algo peor.

“Es una recompensa de la universidad”, le miento.

“Soy muy buena estudiante, así que se ofrecieron a pagar la mitad de los gastos y con mi nuevo salario en la pasantía puedo pagar el resto, no te preocupes por eso, papá”.

“Claro que debo preocuparme, mi niña, se supone que yo cuide de ti, no que tú cuides de mí”, explica.

“No digas eso Emmanuel”, mi madre intercede.

“Somos una familia, así que déjense de hablar tonterías los dos”

Sonrío cuando mi padre voltea sus ojos.

Me alegro de estar aquí, ya que he podido despejar un poco mi mente y hablo un poco más con mi padre antes de que deba regresar a casa.

Mi madre me acompaña hasta la puerta de la habitación.

Se mantiene en silencio hasta que estamos en el pasillo, pero una vez fuera del cuarto soy abordada una vez más.

“Nena, dime que estás haciendo realmente”, mi madre toma mis manos entre las suyas.

“Desde la boda no sé exactamente qué has hecho y sé que te mudaste del departamento donde vivías, sé que pagaste la deuda con la Familia de David, por favor, dime que estás bien”, pregunta ella.

“Mamá, estoy bien”.

Trato de calmarla.

“Te prometo que no he hecho nada malo, así que quédate tranquila, puedo explicarte a detalle mañana”, sonrío.

“¿Puedo ir a tu casa en la tarde?”

“Por supuesto que puedes ir a casa mi niña, pero…”

“Te prometo que estoy bien mamá”, repito.

“Ahora ve dentro, tengo que irme”.

Mi madre no está realmente conforme con mis palabras, pero me deja ir después de unos cuantos besos en mis mejillas.

Camino de regreso al estacionamiento y lo pienso varios minutos antes de regresar a casa.

Mis piernas tiemblan cuando bajo frente a dicha mansión.

Subo rápidamente las escaleras del portal y agradezco que el silencio ronde en este lugar cuando subo las escaleras.

Me detengo por un minuto en la habitación de los niños, me cercioro de que estén dormidos antes de seguir mi camino hacia el cuarto y cuando cierro la puerta me doy cuenta de que no estoy completamente sola.

Mi esposo está sentado en el pequeño salón de esta habitación dividida.

Él me mira por encima del vaso de licor que está tomando.

El ambiente está cargado de incomodidad, rasco mi frente sujetando con fuerza la llave de mi coche y escucho a mi esposo hablar después de unos incómodos momentos.

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