Mamá psicóloga -
Capítulo 21
Capítulo 21:
POV Jeremías
“Prometiste ir a las terapias si conseguía a la princesa del parque y…”
“Pero yo la traje a casa papá”, me rebate.
“Ese trato no es válido”.
No puedo negar que es un chico listo.
Sonrío antes de darle un ligero golpecito en su nariz incapaz de no sonreír ante tan poderoso argumento.
Tomo a mi hijo en brazos y camino con él hasta el asesor que lleva a la primera planta del hospital.
“Lucas, papá fue por ella y sin mí no la habrías traído a casa, así que el trato si tiene valor”, le respondo.
“Ahora, si no cumples y te portas mal mamá se sentirá triste, ¿Quieres que esté triste?”
Mi hijo niega.
Salimos del asesor hacia el primer piso donde se encuentra el área de psicología y saludo a algunos de los empleados antes de llegar a la consulta de Lois.
Mi hijo esconde su rostro en mi cuello cuando llegamos a la colorida sala de la consulta infantil.
“Buenos días, Señor Mark”
Saluda la asistente de enfermería en la recepción.
“¿Están aquí para la consulta del pequeño Lucas?”
Asiento.
La chica sonríe y señala la puerta.
“El doctor los atenderá, en un segundo”
“¡Estoy aquí!”
Escucho decir a alguien mi espalda.
No me molesto en voltearme para saber que mi mujer acaba de llegar.
La chica de la recepción, cambia completamente su expresión y la molestia se muestra en su rostro cuando camina hacia Lizbeth.
“¿Usted es la nueva pasante verdad?”
Su voz es de desagrado.
“Llega cinco minutos tarde y el doctor tiene un paciente muy importante ahora, así que…”
“No necesita regañarla”, digo sintiendo por alguna necesidad defenderla.
“Le pedí llevar algunas cosas a mi oficina cuando me la topé en el asesor”.
“Oh, comprendo señor”, dice la recepcionista.
“Disculpa por la confusión”.
Puedo ver lo falso de esas palabras en su tono.
Sin embargo, mi mujer simplemente le sonríe antes de acercarse a mí.
Le guiña un ojo a mi hijo de esa forma tan extrañamente dulce que me hace carraspear y ella susurra solo para mis sus próximas palabras.
“Gracias”.
“Si no se hubiese bajado del auto…”, respondo.
“Esto no habría pasado”.
“Dije gracias, solo acéptalas sin hablar”.
“Bien”, murmuro enfadado con el tono irritado en su voz.
La puerta de la consulta se abre y Lois me mira un momento antes de volver sus ojos a la chica a mi lado.
Me apresuro a presentarla, ya que después de todo soy el director y ella la nueva empleada.
“Hola Lois, traje a Lucas y me topé con tu nueva interna”
Entramos a la consulta.
“Espero puedan trabajar bien”.
“Por supuesto”, contesta él antes de mirar a Lucas.
“Hola campeón, ¿Qué tal estás hoy?”
Mi hijo lo ignora completamente.
El médico mete las manos en sus bolsillos resignado o mejor dicho acostumbrado a esta actitud de parte de mi hijo y sé que no tengo mucho más que hacer aquí.
“El chofer vendrá por el niño más tarde”, digo sentando a mi hijo en el sofá.
“Lucas pórtate bien”
Miro a mi esposa.
“Espero le vaya bien, señorita”
“Gracias, señor”, responde ella totalmente formal y doy una última mirada a mi hijo antes de salir de la consulta, deseando que Lucas sólo se porte bien y las cosas comiencen a mejorar con el doctor.
Decido esperar un poco más para contarle lo que sucedió con Lizbeth porque tendría que explicar muchas cosas.
Además, no es realmente un avance en la terapia, quizás solo fue un acto reflejo, el contestar a una pregunta del pasado.
POV Lizbeth
“Toma esto y transcríbelo muchacha”.
Tomo en mis manos las seis carpetas que me entrega el supuesto médico de Lucas.
El pequeño niño sentado en el sofá rosa de la sala del doctor juguetea con sus manos mientras evita mirarme directamente.
“Señor, yo no estoy aquí para…”
“Estás aquí para lo que yo diga muchacha”, me corta.
“Ahora, tengo bastante en mi plato como para también tener que supervisar que atiendas a algún paciente”, mira a Lucas.
“Lucas, ven aquí”.
El niño baja del mueble con rostro de total negación.
Me mantengo en silencio porque no es buena idea desobedecer al jefe en el primer día.
Me siento en el escritorio junto a la puerta de la oficina.
Abro la primera carpeta antes de tomar algunas de las hojas depositadas en dicha mesa y mis ojos se van sin remedio hacia el escritorio donde mi nuevo hijo está sentado con el doctor.
“¿Qué tal si me cuentas que hiciste desde la última consulta?”
Comienza a interrogarlo el doctor.
“¿Pasó algo bueno?”
“Conseguí una mamá para mi hermana”, suelta el niño.
“Es eso bueno, ¿Verdad?”
“Si…”, dice incrédulo.
“¿Y qué tal tu mamá anterior?”
Abro mis ojos ante esa deliberadamente directa pregunta, el niño, frente a él, se vuelve completamente mudo al instante y el médico anota algo en su libreta.
Carraspea antes de tomar otra hoja en blanco.
“¿Quieres hacer un dibujo de la última vez que viste a tu mamá de verdad?”
El niño comienza a temblar ligeramente.
“¿Qué tal si intentas recordar que le gustaba?, podremos mostrárselo a tu papá para…”
“¡Noo!”
El niño sentado en la silla cae completamente paralizado al suelo.
Puedo ver su pequeño cuerpo encogerse sobre sí mismo mientras el imprudente médico que definitivamente no es tan bueno como se supone se queda completamente quieto en su silla.
“¿¡Qué está haciendo!?”, grito corriendo hasta el pequeño.
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