Mamá psicóloga -
Capítulo 15
Capítulo 15:
POV: Lizbeth
“Ciérrala, querida esposa”, dice sonriendo.
“Tenemos un acuerdo de mantener lo nuestro en secreto”
Sé que lo hace para molestarme.
“¿Te sorprende que no cayera por el hueco del ascensor?”
Decido no contestar.
Me volteo para cerrar la puerta del despacho del director de este hospital cuestionándome seriamente porque mi marido, el jefe del Grupo Mark, está sentado en la silla del director de este hospital.
“¿¡Por qué está aquí!?”, murmuro caminando hacia su escritorio.
Jeremías me mira con una ceja alzada como si estuviera preguntando tonterías.
“Este es mi hospital, ¿Por qué no estaría aquí?”.
“Porque eres el jefe del Grupo Mark, no deberías estar en una oficina gigante con vistas de toda la ciudad donde te pararías a tomar decisiones con aire enigmático”.
“No soy ese tipo de protagonista, en esta historia”, comenta riendo.
“Aunque tu sí que eres la protagonista loca, pero eso da igual ahora, hablemos de tu pasantía”
Mi esposo empuja una carpeta azul hacia mí.
“Estarás en la mesa de recepción en el ala de psicología”, explica.
“Necesitas, preparar los informes, llenar los formularios y…”
“¿Informes?”, niego.
“No puede hacer eso, quiero trabajar con pacientes, he estado haciéndolo en el otro hospital y esto sin duda es un paso atrás”.
“No puedo simplemente ponerte a atender pacientes directamente”, responde.
“Estaría mal visto, además, solo necesitas las notas, así que tómalo con calma y solo has lo que te ofrezco”
“¿Tomarlo con calma?”, niego.
“Escúcheme bien Señor Mark, puede que dinero le haya dado todo”, respondo.
“Probablemente usted ni siquiera entienda cuanto significa todo este esfuerzo para mí, pero quiero ganarme mis calificaciones con mi trabajo así que exijo justamente lo que prometió, quiero hacer mis pasantías como psicóloga en el campo”.
“¿Está segura?”
“Lo estoy”, respondo.
Mi marido me mira con lo que absurdamente me parece admiración en sus ojos y lo veo garabatear alguna cosa en una nueva hoja de papel que después me extiende.
“Te pondré a asistir al Doctor Louis”, explica.
“Es el psicólogo de Lucas, así que tendrá los días en que él tenga consulta de descanso, pero créame va a ser complicado, él es nuestro mejor psicólogo infantil, así que tendrá mucho trabajo”.
“Eso es justamente lo que quiero y, por cierto…”, dudo por un momento.
“Me gustaría ver el historial clínico de Lucas”, miro a mi esposo.
“Hoy en la mañana le pregunté si había ido alguna vez al colegio e intento responderme si antes del accidente lo hacía, pero de repente tuvo una crisis y…”
“¡Mi hijo habló de antes del accidente!”
Antes de que me dé cuenta, mi esposo está a mi lado sosteniéndome del brazo.
“¿¡Cómo fue que lo consiguió!? ¿¡Qué le dijo!”
Él luce genuinamente desesperado por saber.
“¡Por favor dime qué fue lo que dijo!
POV Jeremías
“¡Dime qué dijo mi hijo!”, grito a la mujer que estoy sosteniendo del brazo, incrédulo aún de lo que acaba de decir.
Lucas nunca habla del accidente.
Ni siquiera conmigo cuando trato de preguntarle algo referente a ese momento o cerca.
¿¡Cómo pudo mi hijo decirle algo a ella!?
“Está haciéndome daño”, murmura la chica frente a mí mientras trata de soltarme.
“Le dije que no se atreviera a tocarme usted…”
“¡Eso es lo de menos ahora!”, gruño soltándola.
“Dígame cómo consiguió que Lucas dijera algo. Dígamelo ahora mismo”
“No dijo nada”, me responde.
“Él solo intentó decirme si iba a o no al colegio y créame, creo que es un tema que debemos tratar con más calma, ahora si me disculpa tengo otros asuntos que atender”.
¿Otros asuntos?
¡No hay asunto más importante que lo que acaba de decir!
Mi esposa, masajea el lugar donde la sujeté y extiende su mano en mi dirección con la molestia más absoluta en su rostro.
“Deme doscientos dólares”, me suelta de la nada.
“Usted me tocó, así que pague”.
¿Qué pague?
¿Como se atreve esta mujer a decirme esto en esta situación?
Camino hasta mi escritorio.
Luego tomo mi billetera para darle justamente lo que me está pidiendo.
Además, a pesar de seguir genuinamente impresionado de que prefiriera pasar por la trabajosa situación de asistir a un psicólogo en sus prácticas en lugar de solo dedicarse a tomar las consultas o llenar fórmulas médicas, esta situación es completamente absurda.
Nunca en mi vida he tenido que pagar por tocar a una mujer, pero al parecer esta loca va a ser la primera.
Me siento un poco mal cuando noto que su pálida piel ha comenzado a tornarse un poco rosa.
Me detengo un momento antes de volver a ella y saco el talonario de cheques de mi bolsillo para entregarle el cheque por el que realmente la mandé a venir a mi oficina.
Pude solo mandarla a recursos humanos, pero quería ser clara con la jefa de personal y también con la misma Lizbeth sobre varias cosas.
Nadie en el hospital debe saber que ella es mi esposa, por lo cual necesité inventar una excusa para su repentina aparición.
“Este es el cheque para pagar su deuda”, lo extiendo.
“Es al portador, así que solo necesita entregarlo a la familia de su novio para saldar la deuda”
Ella lo mira.
“Y estos son los doscientos dólares que acaba de pedir, ahora por favor hágame saber inmediatamente si mi hijo habla del accidente una vez más”.
La miro con seriedad.
“Nada es más importante que Lucas o Lucia, cualquier cosa por minúscula que parezca debe contarme”.
“Bien”
Ella toma el dinero y el cheque.
“Compraré algunos juguetes con este dinero”, me dice.
“Con respecto a los niños haré lo que dice, pero déjeme ver el historial médico de ambos”, pide otra vez.
“Una terapia va más allá de consultar al médico la familia también es importante así que déjeme estar consciente de qué terreno estoy pisando o si puedo hacer algo desde casa”.
“Usted no es la psicóloga de mi hijo, ni siquiera es una psicóloga aún”, gruño.
“No lo olvide, solo está interpretando el papel de madre porque él…”
“Incluso si es un papel, ellos creen realmente que seré su madre de ahora en adelante”, alza su barbilla.
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