Capítulo 6:

Tamara se sintió hipnotizada por la presencia del hombre que la había rescatado de la grosería del guardia. Su mirada se clavó en sus ojos verdes, que parecían escudriñarla con tanta intensidad que la hacía sentir vulnerable y expuesta. Se mordió el labio inferior, tratando de recuperar el aliento.

“Gracias por intervenir”. Murmuró ella con un hilo de voz, tratando de recobrar la compostura que había perdido.

Sebastini le sonrió de nuevo, con una sonrisa ladeada que le hizo estremecer las fibras más sensibles de su cuerpo. Se dio cuenta que su expresión se veía más suave de cuando lo conoció.

“No hay problema. Me alegra mucho haber llegado a tiempo, siempre me resulta placentero rescatar a una dama en apuros”. Pronunció con cierto aire de arrogancia que a Tamara le irritó.

“Yo no necesitaba ser rescatada”. Dijo de pronto sintiéndose incómoda.

Ante sus palabras el soltó una carcajada que le erizó los vellos de la piel.

“Entonces tenemos percepciones diferentes”.

Esa voz provocó en Tamara un cosquilleo por todo su cuerpo, se dio cuenta de que seguía apoyada en el pecho duro de Sebastini y se apartó con brusquedad, sintiendo un rubor subir a sus mejillas.

“Lo siento”. Se disculpó: “No quería incomodarle”.

“Una mujer hermosa nunca incomoda ¿Me acompaña?”. Le dijo ofreciéndole su brazo para que ella lo tomara.

“Yo no lo conozco. Además, no ando sola, mi amiga Freya me acompaña”. Expresó mirando a un lado donde Freya miraba divertida la escena que se estaba dando entre los dos.

La mirada de Xavier se posó un momento en Freya y después volvió a fijarla en Tamara.

“Ambas cosas se pueden solucionar, señorita”. Le dijo llamando a Freya, quien no esperó una segunda llamada y llegó junto a ellos: “Por favor acompáñenos, y en cuanto a que no me conoce…”.

Puso toda su atención a Tamara antes de decir.

“Permítame presentarme. Soy Xavier Sebastini… el encargado de este hotel”. Dijo, besando la mano de Tamara con un ademán cortés.

Tamara se sintió derretir bajo su toque y su corazón latía con fuerza en su pecho. Ella no podía creer que estaba hablando con el hombre más guapo que había visto en su vida.

El parecía más complejo de lo que parecía, con un aire de arrogancia que la hacía sentir extraña. Se preguntó cómo un simple gerente de hotel iba a tener ese porte con el que caminaba como si fuera dueño de todo lo que pisara.

“Soy Tamara Castelli”. Respondió ella, tratando de mantener la calma.

“Un placer conocerlas, Señorita Catelli y Señorita Freya ¿Les gustaría acompañarme a mi mesa? Estoy invitado a este evento y no tengo compañía”.

Antes de que Tamara pudiera responder, Freya se le adelantó, quien se sentía halagada por la invitación de Xavier y asintió con una sonrisa en los labios.

“Será un placer para Tamara y para mi aceptar su invitación, Señor Sebastini”. Dijo con una sonrisa.

Tamara estaba sorprendida ante la actitud de su amiga, parecía un peluchito amable, no podía ser más encantadora. Ella solo la miró con sorpresa penando ¿Esta es mi amiga? ¿Acaso me la cambiaron? No puedo creer que se esté portando tan servil con este hombre.

“Vamos Tamara, acompañemos al Señor Sebastini”. Pronunció apretando los dientes.

Y aunque la chica no estaba muy convencida, no le quedó otra alternativa que ir con ellos, porque la idea de quedarse sola en ese evento no le apetecía y Joel brillaba por su ausencia.

Llegaron a la mesa y Xavier se encargó el mismo de abrir las sillas de manera caballerosa para que se sentaran. Tamara esperó ver a su arisca amiga protestar y cantarle sus verdades al hombre, pero la quijada casi le llega al piso de la sorpresa que le produjo ver a su amiga agradecer con una sonrisa y una leve inclinación de cabeza, como una chica vulnerable.

Enseguida él comenzó a conversar de maneta animada, conversaron sobre diversos temas, música, pintura, cine y libros, descubriendo que tenían muchos intereses en común. Tamara se dio cuenta de que no era el hombre arrogante que pensaba que era, sino más bien alguien inteligente y amable.

El parecía conocer algo sobre todo lo que se discutía, y ella se sorprendió al darse cuenta de que en realidad estaba disfrutando su compañía. De pronto sus miradas se encontraron, la tensión se%ual era palpable, ni siquiera la presencia de Freya la frenaba.

Él la observó con una mirada tan intensa que la hizo sentir como si la estuviera desnudando con la mirada.

Tamara intentó desviar su vista, pero era difícil resistirse a la intensidad de sus ojos. De repente, se sintió incómoda y avergonzada por su respuesta física a ese extraño, fue en ese momento que recordó que era una mujer casada y que no debería estar sintiendo esas cosas por alguien distinto a su marido.

Pero no podía evitar sentir ese hormigueo en su vientre que se propagaba por todo su cuerpo, se sentía nerviosa, tuvo la impresión de que su boca se quedaba seca.

Xavier notó la reacción de Tamara y su sonrisa se ensanchó. Le gustaba el efecto que causaba en ella, le gustaba el desafío que representaba esa mujer hermosa y terca. Decidió que iba a hacer todo lo posible para conquistarla.

“Freya ¿Te molesta si te dejamos sola un momento? Es que estoy ansioso de bailar con esta hermosa dama”. Pronunció con esa voz capaz de derretir la misma Antártida por su calidez.

Tamara esperó nerviosa, deseando que su amiga se negará, pero la condenada traidora solo sonrió y asintió.

“Es toda tuya, por el tiempo que quieras”. Expresó su amiga con tanta tranquilidad que Tamara quería ahorcarla.

¿Acaso se volvió loca? ¿Cómo va a dejarme irme a meter a la boca del lobo? Se dijo interiormente, mientras su corazón latía tan apresurado que parecía que se saldría de su pecho.

Al mismo tiempo Xavier le extendía la mano para llevarla a la pista de baile y ella no encontraba qué hacer.

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