Capítulo 35:

Tamara y Freya se dirigieron al café donde habían citado al hombre, pese a ello la mujer no podía evitar sentirse nerviosa. Sin embargo, estaba decidida a no dar ni un paso atrás, ya había sido suficiente de es de ese matrimonio, se había dado cuenta de que le había traído más penas y llantos que momentos de felicidad.

Había estado soportando el comportamiento violento de Joel durante mucho tiempo, pero no podía más. Sabía que tenía que tomar medidas drásticas para protegerse a sí misma y a ese pequeño niño que estaba creciendo en su vientre.

Cuando llegaron al café su corazón latía fuerte en su pecho, los nervios la recorrían de pies a cabeza. Hasta que vio al hombre entrar con una expresión de molestia en sus ojos.

Al verlo, Tamara sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Sin embargo, cuando se acercó a la mesa donde estaba sentada con Freya. El hombre se sorprendió por la determinación que vio en sus ojos, pero a pesar de eso actúo como si él llevara las riendas en ese asunto.

“¡¿Ahora qué diablo quieres?!”. Espetó el hombre de forma violenta: “¿Qué te pasa?”.

Tamara tomó una respiración profunda antes de hablar.

“Ya te lo dije, Freya tiene unos documentos para ti, debes firmarlo”. Dijo señalando a su amiga.

“¿Por qué te gusta meterte en lo que no te importa?”. Inquirió Joel mirando de manera despectiva a Freya.

“Estás equivocado Joel, me meto porque me importa. Uno, porque soy amiga de Tamara y dos, porque da la casualidad que también soy su abogada, por eso necesito que firmes esto”. Manifestó la mujer entregándole el documento.

Cuando Joel tuvo el documento en sus manos y empezó a leerlo, una sonrisa de burla se dibujó en su rostro.

“¿Es en serio? No estoy interesado en divorciarme ¿Dime que te hace pensar en que voy a firmar esto?”. Dijo y enseguida, para darle más fuerza a sus palabras, tomó el documento y lo rasgó tirándolo sobre la mesa de con soberbia.

“Si lo vas a firmar, pero no te preocupes, no es la única copia que tengo… y no solo de esa, sino también de una demanda por violencia intrafamiliar que mi clienta quiere presentar”. Enfatizó Freya.

Joel dirigió su vista a Tamara.

“No te atreverías a hacerlo, Tamara ¿Qué pasa con nuestro hijo? ¿No te importa lo que esto podría hacerle?”.

Tamara sintió su corazón latir con fuerza. Sabía que Joel estaba tratando de manipularla, de hacerla sentir culpable. Pero ella no iba a ceder ante sus maquinaciones.

“No voy a seguir viviendo en un ambiente de miedo, eso no es vida. Yo no nací para eso, mis padres criaron una mujer fuerte decidida, no en lo que tú me convertiste”.

Joel pareció sorprendido ante sus palabras.

“¿De verdad estás dispuesta a hacer eso? ¿De verdad estás dispuesta a arruinar así mi vida?”.

Tamara se sintió frustrada. ¿Cómo Joel no podía entender lo que estaba sucediendo?

“No se trata de arruinar tu vida, Joel. Se trata de proteger la mía y la del hijo que espero ¿No puedes entender eso? Firma o te demandaré por violencia”. Repitió deseando que cediera.

“Sabes que no tienes ninguna evidencia en mi contra, Tamara”. Insistió el hombre negándose.

“Te equivocas, si la tengo, y te voy a enviar en este momento una de esas”.

Enseguida Tamara tomó el archivo y se lo envió por Wh$tsApp, cuando el hombre vio el vídeo su rostro palideció.

“Joel Ten en cuenta que estoy decidida, y cuando una mujer lo está, no hay poder humano que pueda detenerla”. Dijo Tamara con determinación en su voz: “No voy a seguir viviendo así, nuestro tiempo se acabó. Así que firma”.

“No hagas esto Tamara. Podríamos solucionar las cosas entre nosotros”.

“No, Joel”. Respondió Tamara con firmeza: “No quiero, mi decisión es firme e irrevocable, ¡Firma la maldita solicitud!”.

Espetó apretando los dientes y rechinándolos de la rabia.

A pesar de la fuerza con la que hablaba, Tamara por dentro no podía evitar sentirse nerviosa, estaba completamente asustada. Pero sabía que debía mantenerse fuerte y firme en su decisión, sin mostrar ningún signo de debilidad.

Su determinación debía hacerla más fuerte. Esta vez haría lo correcto, esta vez no permitiría que Joel la intimidara o la manipulara… esta vez haría lo que estaba bien para ella.

Esta vez fue Tamara quien tomó el documento, lo miró a los ojos con determinación mientras le entregaba la solicitud de divorcio y un bolígrafo.

“Fírmalo!”. Dijo Tamara.

Joel tomó la solicitud y se quedó viéndola por varios segundos, sabía que su matrimonio había llegado a su fin, pero aun firmando ese documento podía hacerle la vida imposible a Tamara, no estaba dispuesto a que se saliera con la suya.

Finalmente, tomó el bolígrafo y firmó la solicitud en conjunto con Tamara. Luego la dejó sobre la mesa antes de levantarse y mirarla a los ojos.

“Está bien Tamara, allí tienes tu solicitud, pero te lo voy a advertir, voy a pelear por la custodia de mi hijo, no voy a dejar que te quedes con él, esto no va a terminar bien”. Dijo con una expresión de maldad en su rostro.

Tamara lo miró a los ojos sin poder ocultar la preocupación de sus palabras.

“No puedes hacer eso Joel, es mi hijo y no voy a dejar que los separes de mi lado”.

“Eso lo veremos Tamara, porque voy a demostrar que no eres una mujer estable para cuidar de nuestro hijo”. Dicho eso se levantó de la mesa, dejando a Tamara sumida en un mar de preocupación.

Freya tomó la mano de su amiga para consolarla.

“No te preocupes, no te dejes intimidar por él, lo hace para que desistas, pero has dado el paso más importante y no puedes permitirle que ahora se salga con la suya”.

Tamara asintió, sabiendo que la lucha no había terminado todavía. Pero se sintió aliviada de que Joel hubiera aceptado firmar la solicitud de divorcio.

Después de que Joel se fue, Tamara y Freya hablaron durante un rato más sobre los detalles del divorcio y los próximos pasos que deberían tomar. Aunque se sintió aliviada de haber tomado una decisión, Tamara todavía se sintió nerviosa sobre el futuro incierto que tenía por delante.

Pero estaba dispuesto a luchar por su felicidad y la de su hijo, estaba agradecida por tener a Freya como su amiga y abogada.

Tamara fue con Freya a consignar la solicitud. Cuando salieron de allí se sentía más renovada, más fuerte y determinada que nunca. Sabía que había tomado la decisión correcta y estaba dispuesta a enfrentar cualquier obstáculo que se le presentara en el camino hacia su libertad y su felicidad.

Mientras caminaban hacia el auto, se detuvo en seco al ver a Xavier esperándolas recostado del auto.

Tamara sintió su corazón latir más rápido al ver a Xavier, quien la miraba fijamente con sus ojos verdes oscuros y profundos.

Freya notó la tensión en el aire y decidió darles un momento a solas.

“¿Qué haces aquí, Xavier? ¿Cómo supiste que estaba aquí?”. Preguntó Tamara con voz temblorosa.

Xavier miró de soslayo a Freya, pero no la delato. En su lugar se acercó a ella lentamente, como un león que se acerca a su presa.

“Vine a pedirte disculpas por lo que pasó en el consultorio”. Dijo con una sonrisa seductora en su rostro: “Y a decirte que quiero que tengas una relación conmigo”.

Tamara sintió una oleada de e%citación recorrer su cuerpo al escuchar esas palabras, aunque no estaba segura de iniciar algo con él. Después que se había ausentado por tres semanas, por las noticias se había enteado de que andaba de mujer en mujer.

Definitivamente Xavier no era el hombre que necesitaba en su vida. Pensó ella.

Había sufrido mucho en su relación con Joel, no podía adentrase en otra relación que probablemente le traería solo infelicidad.

“Xavier no puedo tener nada contigo ¿Acaso no escuchaste que estoy esperando un hijo con otro hombre?”.

“Si, lo sé y lamento haber salido corriendo. Todo eso sucedió antes de conocernos y nunca me engañaste de que habías estado casada, mi reacción fue exagerada”.

Xavier se acercó aún más a ella, hasta que estuvo a unos centímetros de su rostro. Tamara podía sentir su aliento cálido en su piel.

“Puedo y quiero hacerte feliz, Tamara”. Susurró Xavier en su oído: “Solo tienes que darme otra oportunidad”.

Tamara se quedó sin palabras sintiendo cómo la e%citación la recorría.

Luego lo vio sacar algo detrás de su espalda. Era una pequeña bolsa de regalo que le entrego.

“¿Qué es esto?”.

“¡Ábrelo!”. Le pidió él.

Ella lo abrió y dio un grito de alegría cuando vio unos zapatitos pequeñitos con orejitas de león.

“Son para tu bebé. Tamara, estoy decidido a entrar en tu vida y ser parte de ella, no me importa que esperes un hijo de otro hombre, te quiero a ti y a tu hijo, no voy a desistir”. Declaró con firmeza, mientras la mujer no podía evitar mirarlo con emoción.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar