Mamá correcta, papá equivocado -
Capítulo 3
Capítulo 3:
Tamara se sentó en el auto por unos minutos, tratando de recuperar la compostura. No podía creer lo que acababa de pasar y la forma en que ese extraño la había dejado sin habla.
Se sentía un poco mal, porque ella no estaba para ver a los lados, cuando tenía un esposo buen mozo y bien proporcionado en su casa.
‘Por favor, no tienen punto de comparación con Joel’. Dijo su conciencia ‘Ese viene siendo cuando mucho una catedral de alguna ciudad, mientras que el espécimen masculino que acabas de ver es la basílica, que digo basílica, ese hombre es el mismísimo vaticano’.
“Ay diosito, saca esos malos pensamientos de mi mente”. Pronunció en voz alta, sintiéndose avergonzada consigo misma.
El resto del trayecto no pudo dejar de pensar en ese hombre, condujo a su casa y allí afuera lo estaba esperando su amiga. Ella había estado esperándola preocupada, casi arrancándose los pelos, pero al verla tan tranquila abrió los ojos desorbitados.
“Mujer, tú me quieres hacer morir de un infarto, venía conduciendo a más de ciento veinte kilómetros, propensa a multas y accidentes porque te escuché desesperada, pero ahora está frente a mi tan fresca como una lechuga”.
Fue en ese momento cuando Tamara recordó lo que había ocurrido.
“Me hicieron la inseminación artificial y debo esperar varias semanas para ver si dio resultado… el problema es que llamé a Joel y ni siquiera se alegró… me trató mal, me reclamó que por qué lo llamaba para eso, como si él no tuviera cosas qué hacer”. Terminó de decir en voz baja, mientras su amiga hacía un gesto de desagrado y negaba con la cabeza.
Como Tamara vio que Freya no dijo nada, le pregunto.
“¿Qué piensas?”. Preguntó.
“Tamara, sabes muy bien lo que pienso, siendo tú no estaría tan empeñada en darle un hijo a Joel… me vas a perdonar, pero ¿Por qué te cuesta entender que ese hombre no te ama?”. Preguntó Freya.
“Tú estás predispuesta por él, por supuesto que me ama… ha estado bajo una situación de demasiado estrés, está ampliando la empresa y no ha conseguido el dinero necesario… pero a la vez es tan considerado, sabe que puede decirme para pedirle dinero a mi familia y no lo hace…”. Empezó a justificarlo.
“¡Si, claro, ¡Qué considerado es!”. Exclamó la chica con sarcasmo: “¿Por qué debes de estar siempre justificándolo? A veces me pregunto si vives en una realidad diferente, porque la que veo que vives con Joel, te juro que no es nada agradable”.
“El problema es que nunca te ha caído bien, no has intentado llevarte bien con él, es un buen hombre, en el fondo es sensible, preocupado”.
“Si muy muy en el fondo, el tipo es como una especie de agujero negro…”. Como vio la expresión de tristeza en su amiga, le bajó dos a la crítica: “Lo siento amiga, pero sabes que opino de él… es un interesado, sé que hay algo más, mi instinto me lo dice, todo lo que hace es con un propósito ¡Cuídate Tamara! Por favor, no quiero que termines con el corazón hecho pedazos”.
Tamara suspiró y bajó la mirada. Sabía que su amiga tenía razón, pero algo dentro de ella aún se aferraba a la esperanza de que Joel la amara de verdad.
“Lo sé Freya, pero no puedo evitar sentir lo que siento. Yo lo amo, tal vez si pudiera tener un hijo con él, las cosas cambiarían. Podríamos ser una familia feliz, él sería más cariñoso”.
Freya negó con la cabeza, se sentía tan impotente frente a la forma de pensar de su amiga.
“No pienses en términos de ‘talvez’ Tú mereces a alguien que te ame por quién eres, no por lo que pueda obtener de ti. No te conformes con alguien que solo te quiere por conveniencia. Además, Tamara, un hijo no viene a darle felicidad ni estabilidad a un matrimonio, esto es responsabilidad de ustedes, son ustedes quien deben darle vida y sabor. Una relación debe basarse en lazos fuertes de amor, comprensión, respeto… eso no te lo va a dar un hijo”.
Tamara asintió, sabiendo que su amiga tenía razón. Pero, aun así, no podía evitar pensar en la posibilidad de tener un hijo con Joel, ¿Era eso realmente tan malo?
Joel siempre había sido un hombre frio y calculador, pero ella pensaba que podría cambiarlo con su amor. Sin embargo, después de varios años juntos, seguía siendo el mismo.
“Tal vez tengas razón, Freya. Pero yo sigo queriendo intentarlo. Me casé para toda la vida, no puedo renunciar ante las primeras adversidades, yo lo amo amiga, no puedo imaginar mi vida sin Joel, aunque… a veces siento que este sentimiento no es recíproco”. Dijo Tamara, diciendo por fin en voz alta lo que pensaba todos los días.
Freya la abrazó y le acarició el cabello.
“Entiendo que quieras luchar, que no desees darte por vencida, pero en un matrimonio debe haber un aporte de los dos. No importa que él aporte menos, pero debe dar algo y en tu matrimonio tú pones el 100%, pero Joel no aporta nada. Creo que, en vez de amor, lo que realmente sientes es costumbre, después de todo dicen que la costumbre es más fuerte que el amor”.
Suspiró impotente antes de continuar.
“Por favor, prométeme que no te vas a dejar engañar por él. Si ves algo sospechoso, siéntete libre de hablar conmigo.
No quiero que te lastime más de lo que ha hecho… aunque no lo creas, te ha minado la autoestima, te ha opacado, te ha hecho una chica sumisa, temerosa y tú no eres esa mujer… Tamara, si un hombre te ensombrece, y no saca lo mejor de ti, allí no es, no te empeñes, porque va a terminar destruyéndote”.
“Ya no quiero hablar de eso”. Dijo Tamara con incomodidad: “Mejor te cuento algo, cuando iba saliendo de la clínica de fertilización choque con un hombre… era demasiado bello, con ojos verdes que parecían esmeraldas, muy alto, musculoso. Te juro que era un dios griego”.
Su amiga abrió los ojos de par en par.
“¿Es en serio? ¿Tú viendo a un hombre distinto a Joel? Esto sí es nuevo. Hay que darle la gracias al creador porque pusieras esos ojitos en alguien más”.
“Ya Freya, no seas así, tampoco es que quiero algo con un desconocido, tal vez estaría bueno para ti “. Expresó Tamara y Freya abrió los ojos, asustada.
“¡Estás loca! Yo soy agente libre, mi amor. Todos me pertenecen, pero yo no pertenezco a ninguno”. Dijo con una sonrisa mientras su amiga volteaba los ojos.
En ese momento, el celular de Tamara repicó, lo atendió sin ver la pantalla y sonrió alegre cuando escuchó la voz de su esposo al otro lado de la línea.
“Tamara, arréglate, voy a pasar por ti en un par de horas, necesitamos ir a un evento empresarial a las ocho de la noche. Por favor, contrata los servicios de un maquillador y estilista. Te mandé a una diseñadora con tres vestidos que escogí para que de allí decidas cuál ponerte, son del estilo que me gusta que lleves y los tacones son altos porque no me gusta que te veas como un ratón frente a mí”. Se escuchó la voz dura del hombre.
“Joel, yo no puedo ir a ese evento…”.
Él no la dejó terminar y la interrumpió. “¿Qué estás diciendo? No te estoy preguntando si puedes ir, te estoy diciendo que tienes que ir, no eres tú quien decide, yo necesito que estés allí”.
“Pero, Joel… escúchame, me hice la inseminación y…”.
Él la interrumpió y no la dejó hablar. “Tamara, me importa una mi$rda, la bendita inseminación artificial, en este momento necesito a mi esposa en ese evento porque no voy air solo, vas a ir quieras o no, te voy a pasar buscando a… las ocho de la noche. Espero que hayas entendido”.
Declaró cortando la llamada, mientras la mirada de la chica se cruzaba con la de su amiga, quien no podía controlar su indignación, si tuviera al hombre de frente, juraba que le rompería el hocico, porque ni siquiera podía llamarle boca a la de esa bestia sin corazón.
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