Capítulo 26:

Xavier contuvo su enojo, controlando sus ganas de salir corriendo y buscar al desgraciado de Joel y golpearle el otro ojo para emparejarle la cara. Aunque sabía que eso no sería suficiente para el hombre, quizás lo mejor era darle donde más le doliera… no necesitaba pensar mucho para saber que eso era el dinero.

Se acercó más a Tamara porque ella estaba sumida en una pesadilla, estaba sudando y tenía una expresión de sufrimiento en su rostro.

Él la tomó por los hombros y la sacudió con suavidad.

“Tamara despierta… tienes una pesadilla”. Levantó su mano y tocó con suavidad una de sus mejillas para hacerla reaccionar.

Ella abrió los ojos adormilada y se sorprendió al ver la imponente presencia de Xavier.

“¿Qué haces en mi habitación? ¿Cómo entraste? No puedes verme”. Interrogó nerviosa tomando la cobija y cubriendo su cuerpo.

Xavier miró su actitud puritana y un gesto de molestia se dibujó en su rostro.

“¿Crees que nunca he visto a una mujer? Si es así te equivocas. Desde que entré en la pubertad, no hay chiquilla que no me haya querido mostrar su cuerpo”. Dijo con aparente prepotencia.

Lo que le molesto a Tamara.

“Pues has visto los cuerpos de todas las mujeres de It$lia, no el mío”. Dijo de manera orgullosa.

Pero Xavier, que aún estaba herido por lo que le hizo y no le dio importancia.

“¿Y qué tienes de diferente? También tienes senos y trasero…”. Antes de que pudiera continuar, ella se incorporó y le dio un almohadazo.

“¡Sí que eres vulgar! Y no me has respondido lo que estás haciendo en mi habitación”.

Por un momento pensó en no de decirle.

“Me despertaste con tus chillidos y no me dejabas dormir, por eso vine a callarte”. Dijo como si no tuviera importancia.

“¿Crees que por qué eres un Sebastini Ferreri vas a venir a mandar en mi casa? No tienes ningún derecho a entrar de esa manera en mi habitación… estas podrido en millones, pero no te enseñaron…”.

Sus palabras fueron interrumpidas por Xavier. De manera inesperada, tentado por su cercanía y por la provocación que le produjo el movimiento de los labios de Tamara. La tomó por la nuca y la besó.

Tamara se quedó sin aliento cuando Xavier la besó con fuerza, por un momento luchó contra su cuerpo para no responderle, e intento con toda su energía resistirse a él. Pero pronto se rindió, dejando que sus labios se encontraran en un beso apasionado y lleno de lujuria que enviaba una sensación de calor por todo su cuerpo.

Jamás se había sentido así, era como si hubiera despertado en ella una profunda pasión y se dejó llevar. Xavier la empujó hacía la cama y ella se dejó caer sobre la suavidad de las almohadas. Él se colocó encima de ella, sosteniéndose con los brazos para no aplastarla con todo su peso, le besó el cuello, el pecho, todo mientras sus manos acariciaban suavemente sus curvas.

Tamara no podía contener los sonoros g$midos de placer salir de sus labios, sintiendo cómo su deseo crecía con cada caricia de Xavier. Se arqueó hacia él, buscando más, rogando por más, mientras él se movía con habilidad encima de ella.

Xavier frotaba su se%o en su pelvis, enviando millones de sensaciones eléctricas a cada una de las terminaciones nerviosas de su cuerpo. Estaba como ebria, enloquecida con cada una de esas sensaciones… dejó de pensar, estaba concentrada en esas emociones que él le provocaba y que ella no sabía cómo lidiar, nunca antes las había sentido. A pesar de haber estado casada, desconocía todo lo que un beso, un roce, un abrazo, podía hacerle sentir.

Xavier se detuvo un momento para mirarla a los ojos, y ella supo que había comprendido su mensaje sin necesidad de palabras.

Asintió con la cabeza y él siguió sus deseos, la besó de nuevo con pasión.

En ese momento, Tamara supo que Xavier la estaba conquistando poco a poco y se dejó llevar por la corriente de placer que sentía. Durante toda su relación nunca se sintió así, siempre tuvo que fingir para no ofender a Joel. Pero ahora resultaba que este hombre con un beso y con solo rozarla, hacía explotar dentro de ella un caleidoscopio de sensaciones; sin ir más allá, sin siquiera desnudarla, la estaba llevando al cielo.

Tamara quería sentirlo dentro de ella, tenía una necesidad apremiante. Pero Xavier sabía que, si iba más allá, ella terminaría molestándose e incluso odiándolo. Por ahora solo quería darle placer y hacerla sentir cómo nunca antes se había sentido, quería borrar las huellas de Joel de su cuerpo, que de ahora en lo adelante solo pensara en él.

Se extrañó de sus propios pensamientos, porque a él nunca había sentido posesivo con una mujer ni le importaba con cuántos habían estado antes, pero con ella era diferente. Se sentía distinto porque no le producía solo lujuria, sino que despertaba un instinto en él de querer protegerla.

Sin pen$trarla, solo restregando su miembro por encima de su ropa, se movió primero lentamente y luego con mayor rapidez, llevándola a una inmensa subida de deseo. Tamara gritó de puro goce, sintiendo cómo miles de sensaciones la llenaban con cada acometida de Xavier, y por primera vez explotó de placer y supo que era un org$smo.

La boca de Tamara se abrió en un grito silencioso mientras su cuerpo se estremeció de un inmenso placer org%smico, su cuerpo sufrió espasmos y se retorció; sus piernas temblaron y los dedos de sus pies se curvaron mientras el clímax la abrumaba completamente. Las sensaciones eran tan intensas que debió cerrar los ojos para soportarlo.

Xavier también sentía placer, el simple hecho de ver cómo gozaba Tamara y saber que él era el causante de su placer… era como una dr%ga para él. La dejó descansar unos segundos mientras la abrazaba fuertemente, sus respiraciones eran entrecortadas.

Xavier le susurró al oído palabras de cariño mientras su corazón latía con fuerza contra el de ella.

Cuando Tamara reaccionó se sintió avergonzada, miles de preguntas pasaron por su mente ¿Qué iba a pensar de ella? ¿Acaso se había vuelto loca? Se había comportado como la cualquiera, actuó de la misma manera que Joel la había acusado ser.

“¡No! Por favor, aléjate”. Esto no está bien.

Xavier se apartó de ella y la miró, confundido.

“¿Por qué no está bien?”. Le preguntó.

“Xavier… yo no soy así”. Dijo Tamara con su rostro teñido de vergüenza: “Nunca me había comportado así … estoy… estoy avergonzada con mi comportamiento.

“No tienes por qué estarlo”. Respondió Xavier sonriendo: “Tienes derecho a disfrutar del placer. Y yo estoy derecho feliz de a que lo hayas hecho conmigo”.

Ella negó con la cabeza.

“Yo no puedo Xavier. Aunque no quiera que así sea, sigo casada con Joel y este no es un comportamiento de una mujer casada”.

“¿Acaso no te separaste de él?”.

“Si, aunque me pidió que no me fuera y prometió cambiar su forma de ser. Le dije que lo pensaría, aunque en realidad no tenía intenciones de volver con él, solo quería escapar”.

“Y no deberías hacerlo… y no porque yo esté interesado en ti, sino porque ninguna mujer debe permitir que un hombre la maltrate ni verbal ni físicamente”. Expresó con seriedad y ella abrió los ojos sorprendida.

“¿Y cómo sabes que me maltrató físicamente?”. Preguntó.

Xavier se quedó callado, aunque fijó la mirada en su mejilla y ella llevó su mano para cubrirse.

“¡Es un desgraciado! Te golpeó ¿Cómo fue?”.

“Cuando me vio hablando contigo en la fiesta… me acusó de haberle sido infiel contigo, por eso me golpeó”.

Antes de continuar hablando se escuchó un gran alboroto afuera, como si hubiera un montón de gente.

Movidos por la curiosidad se asomaron al balcón, apenas unos metros de allí vieron una gran cantidad de gente con cámaras fotografiándolos, eran periodistas y Joel estaba entre ellos.

“¡Todos vean al heredero Sebastini Ferreri!”. Gritó sosteniendo un parlante: “En una relación adúltera con mi esposa y todo apoyado por los Castelli, los propietarios de Cavalcanti Modas. Tomen fotografía y vean la realidad, que no existe esa perfección y el respeto a la familia que tanto viven pregonando los Ferreri”.

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