Madre correcta, padre equivocado -
Capítulo 68
Capítulo 68:
Tamara escuchó las palabras de Xavier con atención, sintiendo una mezcla de emociones en su interior. Vio a sus padres levantarse y dejarlos solos hablando.
“Yo te creo, pero hay cosas en mí que deben cambiar, necesito sentirme segura y aunque me siento dolida por la forma en que me avergonzaste en el aeropuerto, también es cierto que mis sentimientos hacia ti han ido creciendo. No puedo negar que me siento profundamente conectada a ti… pero es difícil para mí… creo que tal vez, deberíamos darnos un tiempo para conocernos, salir, hacer las cosas que hacen…”. De repente se quedó en silencio sintiéndose cohibida.
“Lo que hacen los novios”. Concluyó él adivinando sus pensamientos y ella asintió: “Entiendo lo que dices, y si es eso lo que quieres podemos hacerlo… yo voy a mi habitación y tú a la tuya”.
Le propuso y ella negó.
“Eso será una tentación andante, eso que propones es como si viviéramos juntos. Lo mejor será que vayas a tu suite mientras yo me quedo en el apartamento y hagamos citas diarias para vernos. Podemos salir a comer, pasear y así creamos lazos mientras puedes tener contacto con los bebés ¿Qué te parece?”. Preguntó ella ansiosa por su respuesta.
“Sabes cuánto me gusta estar contigo, pero comprendo que necesitas tu espacio y voy a dártelo, si te parece que es lo mejor, está bien, no voy a presionarte. Y si me toca enamorarte mejor, eso me causará mucho placer”. Pronunció con una voz ronca que le hizo erizar la piel a la chica, causándole estremecimiento en su cuerpo.
“A mí también, me emociona saber que me sentiré amada, me gustaría ser lo más importante para ti”. Expresó con un tono esperanzados.
“Escúchame bien Tamara, no vas a ser lo más importante para mí”. Declaró mientras ella esbozaba una expresión mezcla de sorpresa y tristeza malinterpretando sus palabras, pero antes de que pudiera pensar más en eso, él le aclaró: “Ya eres la persona más importante en mi vida Tamara, te amo de veraz y eso nada ni nadie lo va a cambiar”.
Las palabras de Xavier conmovieron profundamente a Tamara, que hasta terminó soltando unas lágrimas.
“No llores mi amor”. Pronunció tomándola del mentón y besándola con suavidad: “Te prometo que cumpliré con mi palabra, te daré el espacio y el tiempo que necesitas. Quiero que sepas que estoy dispuesto a luchar por ti y demostrarte que puedo ser la persona que mereces. No voy a perderte”.
Tamara lo miró a los ojos y pudo ver la sinceridad en sus ojos. Sabía que no sería fácil volver a confiar plenamente, pero también sabía que no podía ignorar lo que sentía por él.
“Gracias por entender, Xavier. Estoy dispuesta a escucharte y a tener una conversación sincera, mis inseguridades no son porque estés haciendo algo que no es”. Suspiró porque sabía las razones: “Son consecuencias de lo ocurrido en mi pasado, necesito reconstruir la confianza en mí misma, y en ti, eso llevará tiempo y esfuerzo de ambos”.
Xavier tomó su mano con suavidad, transmitiéndole su apoyo y compromiso.
“Estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para ganarme tu confianza nuevamente. Te prometo que seré paciente y estaré a tu lado mientras atraviesas este proceso. Mi amor es fuerte y creo en nosotros. Si decides darme una oportunidad, haré todo lo posible para hacerte feliz”.
Tamara miró a Xavier, sintiendo una mezcla de esperanza y miedo. Sabía que no podía cambiar su pasado, pero también sabía que tenía la capacidad de aprender de él y crecer como persona. Aunque había sido lastimada por Joel, con Xavier había experimentado momentos de felicidad que nunca pudo imaginar.
“Xavier, quiero creer en ti y en este amor que está naciendo, pero también necesito que demuestres con acciones que has cambiado y que puedes ser el hombre que necesito. No quiero que frecuentes otras mujeres, ni que les des excusas a la prensa para que saquen esas noticias sobre ti”. Él le tomó las manos, la colocó una frente a ella.
“No voy a mirar otras mujeres cuando tú ya eres la dueña de mi corazón. Acepto cualquier desafío que me quieras poner y haré todo lo posible para demostrarte que he cambiado y que puedo ser la pareja que mereces. Estoy comprometido contigo y con nuestra relación”.
Tamara sonrió ligeramente, sintiéndose aliviada y esperanzada por primera vez desde que se desató toda la confusión.
“Gracias, Xavier. Aprecio tu compromiso y tu disposición para enfrentar esto juntos. Sé que no será fácil, pero gracias por ser paciente. Ahora vamos a descansar, podemos dormir en mi cama, y como ahora estamos en la etapa de novios…”. Dijo ella sonrojándose: “Podemos poner un muro de almohadas entre los dos para que ninguno invada el espacio personal del otro”.
“Pues lamento contradecirte jovencita”. Pronunció su padre con voz severa mientras bajaba con una almohada en la mano: “Pero este caballero, va a dormir conmigo en la sala, un sofá para él y uno para mí”.
Sentenció el padre de Tamara ante la mirada sorprendida de la chica, quien se quedó observándolo con sospecha.
“¿Por qué estás haciendo esto papá?”. Interrogó y él se pasó la mano por la nuca en un gesto de nerviosismo.
“¿Por qué más vas a hacer? Porque escuché la conversación y en la etapa de novio las parejas no se acuestan, te estoy cuidando”. Pronunció.
En ese momento descendió la madre de Tamara con una cobija en la mano.
“Y aquí tienes para que no pases frio, espero que reflexiones por no haberte opuesto a la propuesta de Xavier”.
Cuando las palabras salieron de la boca de su madre, Tamara se sonrió.
“¡Lo sabía! Así que es por venganza… está bien. Xavier ya escuchaste a mi papá, busca tu almohadita y tu cobijita para que te vengas a acostar en tu sofá, creo que te lo mereces por el susto queme hiciste pasar”. LE dijo guiñándole un ojo.
“¡¡¿Qué?!! Suegra usted no lo puede castigar, él no sabía y cuando lo supo intentó detenerme, eso es injusto”.
Pero ninguna se retractó de su decisión y minutos después cada uno estaba acostado en un sofá, pero eran tan grandes que sus pies se quedaban colgando. Además, que por muy acolchado que estuvieran le pegaba la dureza del mueble.
Xavier se giró de un lado a otro tratando de encontrar una posición cómoda, pero no encontró ninguna. Se dio cuenta de que su suegro dormía porque un leve ronquido salió de sus labios, aunque apenas por unos segundos y luego se hizo el silencio.
Se levantó con cuidado de no despertarlo, puso la almohada y los cojines en el sofá, luego le colocó la sábana como si estuviera durmiendo allí. Caminó sigilosamente al primer piso, recordaba perfectamente el camino.
Buscó la habitación de Tamara y cuando giró el picaporte estaba abierto, frunció el ceño y entró tratando de hacer el mínimo ruido. Estaba oscuro, pero se logró orientar y se acostó en el borde de la cama.
Tamara estaba durmiendo, arropada de pies a cabeza, y a pesar de él no querer molestarla se acercó a ella. Con una mano la abrazó para acercarla a su cuerpo, pero justo en ese momento la persona se desarropó y ambos pegaron un fuerte grito mezcla de terror y sorpresa que despertó a todos los miembros de la casa. Porque la persona su lado, no era Tamara, sino uno de sus hermanos gemelos.
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