Madrastra de cinco grandes villanos -
Capítulo 11
Capítulo 11: La Pequeña Bei no Aparece
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Al ver la expresión de Shao Dong, Mu Jingzhe se apresuró a decir: «No soy una ladrona».
Anteriormente, ella había decidido que los guiaría lo mejor posible y no dejaría que se extraviaran. Aunque hasta ahora les había orientado poco, no podía ser un mal ejemplo, al menos.
«Tomé el dinero principalmente porque tu padre lo guardó para que el Pequeño Zhong y ustedes vieran al Doctor. Tu abuela no quiso dármelo, así que lo tome. Sin embargo, esto no es robar. Estamos en una situación especial, así que no debes aprender de ello, ¿Entiendes?»
Shao Dong miró la expresión ansiosa de Mu Jingzhe. «Lo sé».
«Es bueno que lo sepas. Esto es lo que tu padre dejó para ti. Considéralo como la recepción de tu herencia por adelantado. Esta vez, no se gastó mucho en los honorarios del tratamiento de Shao Zhong porque no tomó ninguna medicina. El resto está aquí. Guárdalo bien. Puedes usarlo si lo necesitas en el futuro».
Shao Dong miró el dinero en su mano. «¿Tú… me lo estás dando así como así?»
Mu Jingzhe respondió despreocupadamente: «Por supuesto. Es tu dinero de todos modos».
Tratar a Shao Zhong era una situación especial. Después de hacer eso, ella no quería usar el dinero nunca más. Por lo tanto, naturalmente tenía que dárselo a Shao Dong.
Ella creía que Shao Dong lo cuidaría bien. Dejarles algo de dinero les haría sentirse más tranquilos. Si ella se fuera en el futuro, no se quedarían con las manos vacías y se verían obligados a recoger la basura.
Así es. En la novela, Shao Dong quería tratar los oídos de Shao Bei después de que se dañaran por la fiebre y Zhao Lan se negó a darle dinero. Como resultado, se vio obligado a recoger basura.
La gente sólo sabía que Shao Dong era un pez gordo de los negocios, pero nadie sabía que una vez fue un hombre de trapo que había ganado dinero primero recogiendo basura.
Shao Dong sostuvo el dinero, sin saber qué decir por un momento. Dudó un instante antes de guardarlo y darle las gracias.
«De nada». Mu Jingzhe pensó durante un rato y volvió a recalcar: «Shao Dong, debes recordar que no puedes robar. Quien roba agujas cuando es joven, roba oro cuando crece. Si uno sigue robando, se volverá más malvado y finalmente será capaz de cometer todo tipo de atrocidades.»
Shao Dong: «De acuerdo».
Mu Jingzhe se apresuró a cocinar. Cuando empezó a sentir sed, un cuenco de agua apareció de repente frente a ella.
Levantó la vista y vio a Shao Nan.
Shao Nan sonrió. «Toma, bebe un poco de agua».
Mu Jingzhe se sintió halagada. «Gracias».
En el camino de vuelta, Mu Jingzhe había señalado a Shao Zhong y le había contado todo lo que había visto. Su boca no había dejado de moverse, por lo que estaba tan sedienta que parecía no poder beber lo suficiente para calmar su sed.
Mu Jingzhe se tragó el cuenco de agua de un tirón.
Shao Nan tomo el cuenco e hizo algunas preguntas sobre el tratamiento de Shao Zhong.
Shao Nan y Shao Bei eran gemelos niño-niña, por lo que sus rasgos faciales eran muy exquisitos, y podía pasar por hombre o por mujer.
Era el más brillante académicamente entre los cinco niños y era un futuro jefe de investigación científica. Parecía alguien activo en la superficie, pero en realidad, era taimado por dentro.
Fue él quien más tarde inventaría un veneno incoloro, inodoro y de acción lenta que no podía ser detectado. Se vengaría de su hermana menor, pero al final, nadie sospecharía de él.
Mu Jingzhe tragó saliva al pensar en ello. ¿Había… algún veneno incoloro, inodoro y de acción lenta en ese cuenco de agua?
¿Iba a ser esta la forma en que encontraría su muerte?
No, seguramente no… Mu Jingzhe sacudió la cabeza. Últimamente no había hecho ninguna mala acción.
Además, Shao Nan era todavía un niño. No podía hacer esa clase de veneno. No tenía que asustarse innecesariamente.
Shao Nan salió de la cocina y vio a Shao Bei mirándole confundido. «Tercer Hermano, ¿Por qué le has traído agua?»
Shao Dong y Shao Xi le miraron.
Shao Nan sonrió. «Ha estado cocinando para nosotros durante los últimos días, haciendo ropa y llevando a Shao Zhong a ver al médico. Es justo que le traigamos un cuenco de agua. Si sigue así, le serviré agua e incluso le sonreiré todos los días».
¿No era un buen trato?
Shao Bei inclinó la cabeza. «Es cierto. Yo también le serviré agua en el futuro».
Shao Nan se rio y le dio una palmadita en la cabeza. «No es necesario. Tu Tercer Hermano puede hacerlo».
Sería genial si esto continuara.
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«Nos vamos», dijo Shao Qiyang a Mu Jingzhe y Shao Bei antes de partir con los cuatro muchachos.
Todos los años, antes de arar en primavera, según las costumbres de la Aldea del Gran Oriente, se rezaba para pedir bendiciones y buen tiempo. Ese día se suspendían las clases, pero sólo los varones podían asistir a la oración. Las mujeres no podían asistir a ella.
Al final, sólo Mu Jingzhe y la Pequeña Bei se quedaron en casa.
La Pequeña Bei estaba un poco descontenta. Mu Jingzhe le indicó que se acercara. «Ven aquí, te ataré el cabello».
A Mu Jingzhe no le gustaba esta tradición y le parecía bien no participar, pero a la Pequeña Bei le importaba.
Cambió la pinza del cabello de Bei.
Sólo entonces se animó el humor de Bei.
Durante los últimos días, Mu Jingzhe había cumplido su promesa y le había atado el cabello con diferentes estilos cada día. A la niña ya no le caía tan mal.
Mu Jingzhe había ido ayer a la ciudad del condado para entregar mercancías y recibir otro lote de pedidos.
Parecía que el negocio de los adornos para el cabello era viable. Aunque no aportaba una gran cantidad de dinero, podía cubrir algunos gastos de manutención. Sin embargo, Mu Jingzhe no podía seguir fijándose en este pequeño negocio.
Después de un viaje ayer, había encontrado una nueva oportunidad de negocio.
Había decidido preguntar a los aldeanos qué tipo de productos de montaña tenían. Había algunos nogales en la Aldea del Gran Oriente y en los alrededores. No eran nueces de piel gruesa, pero eran grandes, gordas y tenían buen sabor.
Todas estas nueces se podían vender.
Mu Jingzhe quiso acercarse a hacer averiguaciones, pero la Pequeña Bei estaba ocupada jugando con el juguete que le había hecho.
«Pórtate bien y quédate en casa. No corras por ahí».
«De acuerdo».
La Pequeña Bei aceptó de buen grado, pero cuando Mu Jingzhe volvió, no estaba en casa.
«¿A dónde se ha escapado otra vez?»
Mu Jingzhe pensó inicialmente que la Pequeña Bei había ido a algún lugar a jugar o que había ido secretamente a ver la ceremonia de bendición.
Era así exactamente como la Pequeña Bei actuaba. Cuanto más se le prohibía hacer algo, más quería hacerlo.
No le gustaba que la trataran de forma diferente por ser una niña, ni que la menospreciaran. En los exámenes, tenía que conseguir el primer puesto y hacerlo mejor que todos los chicos.
Inesperadamente, cuando Shao Qiyang trajo a los chicos de vuelta, Shao Bei no vino con ellos.
«¿No vino la Pequeña Bei a buscarlos?»
«No. ¿Vino a buscarnos?»
Shao Qiyang actualmente tenía sentimientos complicados por Mu Jingzhe. Ella había cambiado completamente. Cuando volvía de vez en cuando, ella era educada pero distante a su alrededor. Era como si él la hubiera imaginado tratando de acercarse a él anteriormente.
Cuando vio que la casa estaba cada vez más limpia y ordenada, que ella cuidaba bien de los cinco niños y que aquello se parecía cada vez más a un hogar, sus planes de enviar a Mu Jingzhe de vuelta a casa de sus padres se aparcaron una y otra vez.
«Pensé que había ido a buscarlos».
Mu Jingzhe no se dio cuenta de la complicada mirada de Shao Qiyang y frunció el ceño. «Tal vez fue a buscar a una amiga. Iré a buscarla».
Inesperadamente, acabó buscándola hasta que el cielo se oscureció.
Mu Jingzhe buscó por todo el pueblo pero no pudo encontrar a la Pequeña Bei.
La Pequeña Bei había desaparecido.
Mu Jingzhe fue a preguntar a Zhao Lan y a los demás por ella.
«Mamá, ¿Has visto a la Pequeña Bei?»
Zhao Lan y los demás acababan de terminar su comida, estaban sentados charlando. Hacía tiempo que habían oído que Mu Jingzhe y los demás buscaban a la Pequeña Bei. Levantaron los párpados al escuchar la pregunta.
«No».
«¿Entonces cuándo fue la última vez que la vieron?»
«¿Esta mañana?» Zhao Lan miró a Mu Jingzhe con una mirada oscura. «¿Por qué no puedes ni siquiera cuidar bien a una niña? ¿Cómo has estado cuidando de ellos?»
Mu Jingzhe, que no tenía tiempo para discutir con ella, simplemente se dio la vuelta y se fue.
Sin embargo, Zhao Lan no se detuvo. Dijo en un tono extraño: «Una madrastra siempre es una madrastra. Mira, ella reveló sus verdaderos colores en sólo unos días. Tal vez golpeó a la Pequeña Bei y la escondió en algún lugar».
Shao Nan, que estaba justo detrás de Mu Jingzhe, hizo una pausa.
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Nota de Tac-K: Listo los capítulos por hoy, estaré subiendo más capítulos los lunes chic@s, espero les guste la novela, a mi me encanta . . . en esta novela no mencionaré un mínimo o máximo de capítulos por ocasión porque quiero llegar pronto al capítulo 100 que es donde me quede mientras la leí en inglés je, Dios les ama y Tac-K les quiere mucho. (ɔO‿O)ɔ ♥
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